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Aprender Italiano entre Fogones



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Foto: Open Comunicación

Dicen que Cerdeña es uno de los últimos secretos del Mediterráneo. Sus calas, de un azul profundo, sus senderos que se adentran en las montañas y sus ciudades llenas de historia al borde de los acantilados, son sus principales atractivos.

Cerdeña es la segunda mayor isla del Mediterráneo, a sólo 180 kilómetros de la costa italiana y lejos de los circuitos más convencionales. La isla fue fenicia en la antigüedad y más tarde dominio español, pero sus habitantes presumen de su ascendencia genovesa o pisana. En su geografía quedan costumbres, dialectos, toponimias y edificios religiosos de turcos, moriscos, fenicios, austriacos e italianos. Para encontrar sardos puros tendremos que buscarlos en las montañas del centro, a la sombra de los 1.800 metros del macizo de Gennargentu, una región intrincada de paisajes duros que curiosamente recibe el nombre de Barbagia (Tierra de forasteros).

Foto: Open Comunicación

Quienes escogen Cerdeña como destino, lo hacen sobre todo atraídos por sus costas: bellas, de aguas limpias y transparentes. Una vez allí descubren sin embargo que además hay mucha historia, ciudades de aire provinciano, como Cagliari y Sassari, enclaves refinados, como la costa Esmeralda, la más lujosa y turística y una gran riqueza histórica y arqueológica. Pero Cerdeña guarda también rincones solitarios a los que escaparse cuando llega el turismo masivo en verano a sus costas. En las carreteras hay poco tráfico y todo guarda un aire sosegado... en definitiva, otra cara de Europa, en pleno corazón del Mediterráneo.

En Cerdeña se encuentran también algunas de las mejores playas del Mediterráneo. Las más bonitas son Cala Luna y Cala Sisina, entre rocas y acantilados. Más accesibles son las de Santa Margherita di Pula (cerca de Cagliari), Villasimius y la Costa Rei (en la costa suroriental) o las calas de arena entre rocas graníticas de la costa norte y en el archipiélago de la Magdalena.

La herencia española

Al visitante español le sorprende especialmente encontrar abundantes referencias a nuestro país en esta isla mediterránea. No hay que olvidar que Cerdeña fue propiedad de la corona catalano-aragonesa desde 1323, pasando luego a depender del Reino de España, tras la unificación de los Reyes Católicos, en 1479. Allí permanecimos hasta 1708, cuando tras la Guerra de Sucesión pasó a manos del imperio austriaco y luego a la casa de Saboya. De esta tierra partió Garibaldi, en 1861, en pos de la unificación de Italia.

La presencia española se observa en la arquitectura, en el catalán que se habla en Alghero y en la dedicación absoluta de los sardos a las fiestas. Los especialistas distinguen en la isla un estilo arquitectónico propio, deudor del gótico catalán y con influencias de la Italia continental. Los mejores ejemplos se encuentran en el norte. La catedral de Sassari o el casco viejo de Alghero en el que podemos admirar el Palazzo Machin, o la iglesia y el claustro de San Francesco.

En Barumini, pueblo del centro de la isla conocido por sus espectaculares restos arqueológicos, se celebra durante el mes de agosto una auténtica novillada, anunciada con carteles en castellano. Los vecinos más valientes lidian becerros traídos en barco desde España, usando una de sus plazas como coso improvisado.

También el escudo de la isla tiene un origen español. Fue introducido hacia el año 1300. Muestra cuatro cabezas de tez oscura con los ojos vendados. Se cree que representa a piratas sarracenos presos.

Además de la historia y de las playas, hay otros encantos casi secretos por descubrir, como el pueblo de Fordongiànus, que brinda la posibilidad de tomar un baño termal en plena naturaleza. Se trata de las antiguas termas romanas del Forum Traiani. Los que busquen un balneario como es debido pueden recalar en el Via Tigellio, en pleno barrio romano de Cagliari. Otra propuesta irresistible es el tren que recorre la región de la Barbagia, en unas tres a cinco horas, descubriendo paisajes inolvidables.

Otro de los lugares que no hay que perderse es la iglesia de San Giovani di Sinis. Se trata de un templo del siglo X vecino de la antigua iudad de Tharros, dominada sucesivamente por los fenicios, cartagineses y romanos. Si se prefieren los museos y los monumentos, la isla tiene nada menos que 19 museos y 99 momumentos de interés arqueológico.

Foto: Open Comunicación
Aprender italiano entre fogones
Come Mai? es una empresa dedicada desde hace algunos años a la difusión de la cultura italiana en nuestro país. No se limita a enseñar italiano, sino que ha hecho de la clases de cocina (en italiano) una original forma de transmitir el amor a la cultura mediterránea. En verano además, traslada sus cursos de cocina, idioma y cultura a esta bella isla del Mediterráneo.

Los cursos de Come Mai? son una buena excusa para recorrer esta isla que, a pesar de su tamaño, ofrece paisajes muy contrastados que conservan siempre un carácter rural. El alojamiento en casas o en granjas es una de las fórmulas más extendidas en Cerdeña y es la que propone Come Mai?. Es en estas casas, como en ningún otro sitio, donde los participantes en los cursos aprenden italiano, pero también costumbres y folclore genuinamente sardos, a hornear pan a la vieja usanza, a cocinar los platos más tradicionales o a distinguir entre sus magníficos quesos o embutidos.

Concretamente, las clases se imparten en uno de los paraísos incontaminados del Mediterráneo, Ogliastra, una zona que apenas es visitada por el turismo y que conserva paisajes espectaculares. El pequeño pueblo de Triei, a ocho kilómetros del mar y rodeado de bosques mediterráneos, es el lugar escogido para convivir con la gente del lugar, alojándose en casas particulares o en apartamentos y participando de su rica tradición cultural. El curso mezcla las clases de idiomas con otras actividades más lúdicas que van desde cursos de cocina sarda, hasta visitas y actividades al aire libre en los lugares más inexplorados y atractivos de la isla. Este año ha añadido también rutas en bicicleta por determinados senderos como parte de las visitas organizadas.


Gastronomía
El marisco es el rey de la mesa sarda pero además se pueden encontrar otras interesantes variaciones locales en los platos de carne (ternera, cordero y sobre todo el excelente cochinillo al horno (porcheddu).

En Cerdeña la cocina autóctona ha ido incorporando influencia de otras culturas culinarias y así es posible tomar como platos locales paella, bullabesa (zimino) o cuscús, que se ofrecen en las cartas junto a las pastas originales como los malloreddus (pequeñas conchas de pasta de salvado aromatizada con azafrán), maccarones de busa (pasta gruesa) y los culingiones (versión local de los raviolis), y junto a un queso local curado que se acompaña con el delgado y crujiente pan de la isla llamado carta di musica.

De postre nada como los raviolis rellenos de queso frito bañados en miel conocidos como sebadas.

En las cartas de vino, los tintos de la isla son fuertes mientras que los blancos tienden a ser ligeros. Entre los más aconsejables y típicos destaca el vernaccia, de color ambar y seco.



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