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Absurdo Gastronómico


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Sandra
¡Quiero chup chup de la cazuela!



El absurdo es lo que no tiene sentido, por tanto, el absurdo gastronómico es lo que no tiene sentido en un restaurante.

Por ejemplo, la siguiente situación entre una pareja de comensales y un camarero que pasea una bandeja con esmero, con una copa de cristal encima:

La señora: Perdone, póngame un poco más de pollo, por favor...

Camarero, eficaz: Enseguida le traigo pollito, un momentito.

Señora (hablando en voz alta): Un poquitito de pollo asado, con alitas y aceite encima, qué bien, gracias...

Camarero (dirigiéndose al señor que tiene ella delante antes de partir hacia la cocina): Perdone mi intrusión señor, quiero decirle que espero que disfrute gratamente de la comida en nuestro restaurante. Dicho esto, permítame que me dirija a la cocina, el templo de nuestros guisos, para verificar el estado de nuestros animalillos asados y poder servirle un trozo de ellos a su mujer. (Se aleja)

Señora extrañada: Qué raro es el camarero, ¿no cariño?, ¿tú que opinas?

Señor: Amor mío, yo qué sé... mira, lleva una gamba pegada al pantalón...

La Señora dice, con vista: Ahí vuelve, disimula.

Camarero con bandeja en una mano bajo control: Señor, el pollo le llama por teléfono.

El Señor: ¡No me diga! ¿Está el pollo al teléfono? "Dígale que enseguida me pongo".

Camarero: Muy bien, señor, ahora se lo digo. Y yo me quedo aquí cortejando a su esposa, que está muy radiante y lozana... jamona, diría yo. Precisamente, le dice, soy un experto en cortar el jamón de bellota del bueno, el que es tierno como los croissants recién hechos, o pastas rellenas de bechamel, no se imagina lo rico que está nuestro jamón, señora...

La Señora le dice al camarero, mientras el marido responde a la llamada del pollo asado: Ay, ay, ¡Cuidado con su gamba! ¡Cuidado con la gamba, Antoine, me la está clavando en el muslo de la pierna! Ojo, ojo con las manitas, que vuelve el señor, mi marido.

Y le suelta a su marido, quitándose de encima unas migas de pan que le han caído cuando el camarero se ha acercado a ella mientras el señor estaba ausente: ¿Qué tal el pollo, cariño? ¿qué te ha dicho? ¿está bien?

Señor: Le falta aceite, mi amor, me parece que no va venir esta noche con nosotros. ¡Quítate la gamba de encima!

Camarero: Tengan la cuenta. Tenemos que cerrar el restaurante por motivos de peso. Buenas noches y que descansen. Espero que hayan tenido buenas noticias del pollo.

El Camarero le pellizca a la Señora cuando sale por la puerta del restaurante y ésta la da el toque a su marido: "Cariño, no te pases, que hay mucha gente alrededor"...

El señor: no sé de qué me hablas, vidita, oye. Susurra: El pollo me ha dado recuerdos para ti.

Qué derroche de cosas ilógicas...

sandrallubia@yahoo.es
 



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