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¡a la Mesa!



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A La Mesa es un libro de recetas para hacer. Quiero decir que, a veces, la practicidad de algunos recetarios es como el valor del soldado español: que se le supone, sin que esa suposición llegue del todo a cuajar en algo demostrable.

Hay otros recetarios, en cambio, que dan ganas de entrar en la cocina y ponerse a guisar. El libro de Anne Igartiburu y Koldo Royo es de éstos. De estos que te hacen imaginar el olorcillo del plato por toda la casa, la mesa puesta, caritas de placer, ?Mmmmm...qué bueno!!?, y tú (yo), ?sí...?, con ese ?sí? que deja entrever ?toda la vida hemos hecho en casa esta receta?, lo cual a veces es cierto y otras, es truco del almendruco, pero que queda genial y qué mas da si es cierto que ha quedado de muerte el plato.

A lo mejor este libro es de éstos porque Anne y Koldo han conseguido que un hombre y una mujer compartan un mismo espacio culinario sin que las sartenes se conviertan en objetos voladores identificados y con destinatario conocido (quien haya cocinado con su pareja en cocina propia y particular y no haya tenido un leve deseo de lanzar una bayeta, de las que huelen, al rostro del oponente, que tire el primer spontex).



Ellos no hicieron ninguna de estas cosas, ellos se metieron en una cocina como las de casa (por no liarnos luego con temperaturas, utensilios o maquinarias sólo aptas para las estrellas del aceite y la sal) para compartir los sabores que cada uno conocía, intercambiarse las recetas sin ocultarse ningún gramo de secretillo, y cocinarlas mano a mano para que nos llegaran en perfecto estado equilibrio: las más clásicas (potaje de alubias de Tolosa, mejillones en escabeche, magret de pato con salsa de naranja, arroz con leche) llevándose bien con otras más actuales (rollitos de berenjena con sardinas, rodaballo al horno con verduras fritas, lomo de conejo con vinagreta de pimientos verdes, crujiente de mango y crema).

O, a lo mejor sucede porque es un libro con un formato muy cómodo. Es cuadrado y ancho: al abrirlo se queda colocado donde lo dejaste (no es tontería, yo me he ?peleado? con libros que se niegan a dejar en posición plana la receta elegida, por lo que, metida en plena faena, con las manos pringosillas y el espíritu más o menos alterado, lo último que me apetece es ponerme a alisar el libro que no he colocado en su momento en el atril para libros de cocina porque el atril ya estaba ocupado por otro libro que no debería haber estado ahí pero la vida es muy dura).

O también porque es un libro que tiene receta/foto/receta/foto, así tenemos siempre un aspecto-guía o aspecto-base sobre el que podemos lanzar nuestra desbocada (ay!) imaginación cuando nos dé el puntito artístico y decidamos cambiar presentaciones, decoraciones e, incluso, ingredientes.

O quizá porque son recetas muy sencillas (creo que lo han hecho así por no dejar en mal papel al subtítulo del libro: ?Recetas sencillas para el fin de semana?), con textos claros, tamaño de letra adecuado y temática variada (80 recetas, más 13 preparaciones básicas, más algunos aceites y vinagres aromatizados).


¿Cómo surgió la idea de este libro?
¿Cómo surgió la idea de este libro?

Como cada cual habla cuando y de lo que le parece, mientras las maquilladoras de TVE1 trabajaban sombras y peinados sobre las faces y testas de Anne Igartiburu y Koldo Royo, en esos minutos previos al inicio de sus respectivos espacios televisivos (?Corazón de Otoño? y ?Cocina en Saber Vivir?), ellos elegían contarse chipirones y aceites aromatizados.

Y si les extraña -seguramente muchos hombres y muchas mujeres encontrarían otros temas menos cocineriles de los que hablar con ellos-, quizá sea porque no se han dado un paseo por las calles alguna ciudad del País Vasco.

Yo sí. Y, ejerciendo un cotilleísmo bastante poco recomendable pero indudablemente justificado por mi sorpresa, hacía sesiones de aprendizaje gastronómico haciendo gesto de mirar que no miro nada y concentrar mi sentido auditivo en cuanto quedaba cerca de dos personas. Si hablaban de sus cosas, no había receta nueva y cada uno a lo suyo, pero si el tema de su conversación eran ingredientes y preparaciones (y eso sucedía muy a menudo), les aseguro que se pueden acumular verdaderas joyas culinarias e, incluso llegué a conseguir un perfecto bacalao al horno propiciado por el encuentro de dos viejos amigos en el ínterin de un semáforo de peatones en rojo:

- ?Ahí va, Patxi?
- ?Epa, Genaro?
- ¿Cómo está Dorita??
- ?Bien?
- ?¿Te digo el bacalao??
- ?¡No me has de decir!?
- ?Apunta pues?

Está claro que la que más apuntaba era yo, porque ya no me permitía ir por ahí, ni siquiera en un semáforo de peatones en rojo, sin mi libretita y mi boli en ristre. En otras ocasiones, me he limitado a preguntar directamente al interlocutor tal o cual receta, nos conociéramos o no de algo, y también ha dado buen resultado.

Raúl Mir ?director de la Editorial Belacqua- hizo como yo en su día: vio a dos vascos (Anne y Koldo) hablando, se acercó, concentró su sentido auditivo y...bingo! hablaban de cocina!

Después se sentaron mucho rato todos para ver cómo querían que fuera ese recetario. El resultado de esas conversaciones y citas en la cocina es este libro.

¡Que lo disfruten!


¿Dónde se puede encontrar?
¡A La Mesa!

Recetas sencillas para el fin de semana
Autores: Anne Igartiburu y Koldo Royo

Editorial: Belacqua

ISBN: 84-95894-01-7

P.V.P: 2.800 ptas (16,83 E)




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