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Comer en la Expo



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Antes de viajar a Zaragoza ya nos habíamos informado de las opciones gastronómicas que tendríamos dentro de la Expo, porque, como sabemos, todo evento que se precie visitar debe pensar en saciar el máximo número de estómagos y además dejarlos bien satisfechos. Y, en este caso, el abanico de posibilidades era de lo más amplio. Comer de pie o sentado, comida rápida o arreglada, a precios caros o baratos, con reserva o sin reserva... Para todos los gustos. Estupendo!

Una vez allí, nada, excepto el tiempo, podía detener nuestra curiosidad por descubrir qué se "cocía" dentro del majestuoso recinto de la Expo de Zaragoza. Así que, acreditación al cuello y bolígrafo en mano, pateamos aquella "mini ciudad" con el olfato de un hambriento. Esperamos a las 9 de la noche cuando caían el sol y la serenidad sobre la Expo y la mayoría de pabellones cerraba las puertas para descubrír que tras las inmensas colas de gente que se formaban a lo largo del día había interesantes ofertas gastronómicas. Así que, a falta de unas vacaciones más largas, dimos una vuelta por las cocinas internacionales. Estas son nuestras recomendaciones.



El de Uruguay es uno de los pabellones participantes que ofrecía servicio de restauración y, como se puede apreciar en la imagen, uno de los más amplios con capacidad para 300 personas. Era uno de los más solicitados con sugerencias del día del tipo: "Selección de frutas frescas de estación combinadas con vino Sauvignon Blan, en jarra o por copa". El sitio idóneo para comer carnes uruguayas asadas a la parrilla.



El restaurante del pabellón de Francia nos recibió merecidamente tal y como esperábamos con dos menús degustación a elegir (de 30? y otro de 45?) y una carta de la que pudimos saborear una estupenda Tarrina de foie gras con chutney de melón, su Salmón a la plancha con crema de puerros y un Gratinado de especias con frutas de temporada.



Muy cerca del francés, se encontraba el rincón alemán (Wasserbar) repleto de gente, por lo que decidimos elegir otro camino, no sin antes fijarnos en su carta. Nos quedamos con las ganas de probar un Codillo de cerdo a la plancha con salsa, puré de patatas y lombarda y una tabla de especialidades alemanas con: salchicha alemana, salchicha ahumada, chuleta de Cassel, chucrut, puré de patatas, salsa de cerveza negra y cebollas finas tostadas al fuego. Mmmmmm...!



¿Y qué podíamos esperar de Japón? Su pabellón reflejó la exquisita personalidad de este país tanto en su exposición, solicitadísima por los visitantes de la Expo, como por su restaurante. Noodles, sashimi, sushi, tempuras... El éxito en la Expo se lo aseguró este país día y noche.



Y mucho más que aceptable nos pareció el restaurante de Portugal. Sus vinos y la cocina tradicional que ofrecía nos contentaron con su relación calidad-precio. Cualquiera de sus bacalaos pueden trasladaros a tierras lusas en un abrir y cerrar de boca.



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Albert Adrià

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