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Un Viaje Diferente



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Después de mucho tiempo sin realizarlo me decidí a pasar unas vacaciones de Navidad en mi tierra para recuperar ese necesario golpe de aire y mirarla desde la tranquilidad del turista. Recorrer sus calles y hacerme mi película sin prisas y sin ningún pensar ?tengo que hacer esto? o ?ir a?? para satisfacer a alguien en vez de a uno mismo.

En este viaje que vais a empezar conmigo ahora sólo tendréis una pega que la salvaré supliéndola desde mi punto de vista. Y os preguntaréis cuál es. Muy sencillo, yo en este viaje me he quedado en casa de mis padres, he dormido en ella y he comido y cenado también muchos días con su compañía, unos días en la cocina y otros en el comedor.
Sobre mi madre, tengo que deciros que a sus 72 años está hecha una chavala, muy clara de cerebro y con una gran lengua como buena madre; es decir, habla hasta por los codos? jaja, pero es mi madre y la quiero mucho. Antes me cocinaba más, pero bueno, me ha hecho unas vainas? y más cosas, que no quiero contar para no dar envidia de la sana.

Mi padre es una parte típica de la ciudad. Él, un luchador de la vieja escuela, de esos ?bareros? o taberneros que hicieron y contribuyeron a hacer grande esta hermosa ciudad. Un día tengo que empezar a escribir su historia antes de que su memoria se rompa. Y además es uno de los grandes hinchas de la Real Sociedad de fútbol. Sí, sí, fue su amante durante tantos años que yo la llegué a odiar de celos, jajaja. Bueno sigamos que nos ponemos tristes.

Como San Sebastián es una ciudad con mil colores tienes que ir dispuesto a mirar y ser mirado, a sentarte en sus cientos de bancos (tanto de grupo como individuales) que hay por toda la ciudad. Os confieso ahora tres de mis preferidos: uno individual que está detrás del Ayuntamiento, enfrente del antiguo Gobierno Militar. Fijaros bien, está al lado de otros que hay para tres personas, es cómodo y te deja mirar de frente el Club Náutico, y veréis la bahía y parte del puerto. Otro de los bancos está en la Plaza de Guipúzcoa, una de las más carismáticas de la ciudad, con ese estanque que no hay niño donostiarra que generación a generación no haya ido a dar de comer a sus cisnes y patos. Si os fijáis la plaza está rodeada de arcos para que uno pueda pasear un rato sin mojarse. Es muy interesante también que miréis encima de ellos y veréis todos los escudos de los pueblos de Guipúzcoa.



El tercer banco está muy arriba, en el monte Igueldo, concretamente es el que está en el mirador enfrente del Hotel. Desde allí se respira tranquilidad y podréis tener la mejor vista de la ciudad, casi divisar Fuenterrabia y llegar hasta Francia si hace buen tiempo. No dejéis de subir haga buen o mal tiempo, veréis siempre Donosti y merecerá la pena el viaje. Hasta aquí yo suelo subir en el funicular, una reliquia bien cuidada y una experiencia estupenda si además hemos venido andando por todo el Paseo de La Concha, desde el Ayuntamiento hasta el Peine de los vientos. Serán unos 30 minutos paseando a la donostiarra tintan-tintan? Que es como yo lo hago.

También he vuelto a visitar en estos días el Museo de San Telmo donde veréis una buena colección de pintores vascos y también una parte del museo está dedicado a las raíces del este pueblo y de detalles muy curiosos, desde cómo era un caserío hasta el vasco más alto, etc.

Ya que estaba por ahí me subí al Castillo de la Mota. Desde esta entrada se pueden ver los conocidos ?váteres de Napoleón?. Pero lo más importante es la vista que hay del Kursaal y del río Urumea que vais a ver subir despacio. Contemplando también veréis la parte vieja desde arriba. Es muy interesante, subir hasta lo más alto y ver el cara a cara con en Monte Igueldo. Deja un tiempo, pon música en tu móvil y si no haz como yo escucha el ruido propio del casillo y de la ciudad, y simplemente mira.

Al bajar os recomendaría quedaros ya por la parte vieja y disfrutar de ver todo el casco viejo y sus iglesias. La de Santa María tiene uno de los mejores órganos de Europa, o la de San Vicente y pasear por el puerto, donde también está la iglesia pequeñita del puerto y por qué no acercaros a ver el Aquarium. También dentro de la parte vieja podéis ver la Plaza de la Constitución, donde el 19 de enero se toca la primera tamborrada. Pero si levantáis la cabeza encima de los arcos veréis números pintados y es que también se utilizó como plaza de toros, y los balcones de ahora eran palcos.Luego os daré unos cuantos destinos donde comer y tomar unas tapitas, pero acabemos primero con el recorrido de mirar.

Saliendo de la Plaza Constitución llegaremos a La Brecha, hoy centro comercial pero que anteriormente fue una gran pescadería y mercado, y abajo están las baserritarras (caseras) que venden lo que han cultivado en el caserío. Saliendo de esta zona nos encontraremos ya con el puente del Kursaal y veremos los cubos de Moneo. A este lado del puente tenemos el maravilloso teatro Victoria Eugenia. Cerca de aquí y siguiendo esta misma acera (pero girando en dirección hacia el Ayuntamiento) se encuentran La Casa del Whisky y el Dickens, donde está Joaquín, uno de los mejores barman del mundo, campeón de numerosos concursos, y donde tomar los mejores gin-tonics. Sin duda un buen sitio para tomar un café o una copa por la noche.



Venga, nos adentramos ya en la parte vieja y paramos en algunos sitios para tomar pinchos y comer. En la calle 31 de Agosto podéis ir a Casa Alberto, empezando con un buen txacolí, un poquito de marisco, ostras y gambas a la plancha; puede ser éste uno de los sitios donde mejores merluzas rebozadas comer. Sigamos ahora a la calle San Jerónimo, al Gambara, por mil razones pero no os perdáis todo lo que se refiere a pinchos y setas. Si paseamos un poco más nos meteremos en la calle Aldama, en Iturrioz, donde tomar una ensalada de pimientos con ventresca de bonito. En la Plaza Constitución no podemos perdernos un clásico, no dejan fumar pero merece la pena entrar, es El Tamboril. En la calle Puerto nos podemos parar en casa Bernardo Jatetxea, bar magnífico de tapas donde tomar un buen bogavante. También entramos en el de Patxi, el restaurante Urola, un típico de los típicos en la calle Fermin Calvetón, y aquí podemos tomar alubias, un buen pil pil, pimientos rellenos? En definitiva, dejarse llevar en comida tradicional. Al lado tenemos el Betijai con una buena barra de pinchos y mariscos. Otro lugar excelente en pinchos es La Cuchara de San Telmo, en la calle 31 de Agosto nº 28, ahí podéis encontrar cocina clásica puesta al día en pequeñas raciones.

Hasta aquí la parte vieja, y aún os dejo unos cuantos sitios para descubrir por vuestro propio pie. En la segunda parte de mi artículo os hablaré de otras zonas de Donosti para finalizar este viaje tan atractivo. Me he dejado algo, pero es obvio?



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Albert Adrià

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