La cocina de una comunidad no son ni sus platos emblemáticos ni sus cocineros-estrella, sino algo mucho más sencillo y, sobre todo, mucho más básico: sus productos autóctonos. Si uno se pone el mandil para crear un plato con carne de cordero, ajo, berenjena y almendra (por citar cuatro ingredientes ?de casa?), estará haciendo cocina mallorquina, salga lo que salga, siempre que la técnica empleada no destruya el sabor y los nutrientes de dichos alimentos, lo que ya no sería cocina, sino ocultismo. Pero a lo que íbamos: que la cocina valenciana no es la paella. Los buenos profesionales saben que su labor empieza en el mercado, ojeando el producto, admirándolo, sopesándolo, imaginando sus posibilidades, comentando sus virtudes con el tendero o con un colega del gremio...
El cocinero que no acude al mercado al menos una vez por semana, mejor haría en ir cambiando de oficio: hay que empezar por abajo, esto es, por conocer la materia prima con que se trabaja, sean alcachofas, piedras, tejidos o palabras. Sin esa curiosidad y ese respeto por el género (la mercancía, que diría un gallego), olvídense, no hay nada que hacer. Hay que enredar en los mercados municipales y en las plazas de los pueblos para disfrutar con la aparición de los primeros nísperos o para aprovechar la fugacidad de la ?llampuga?. No olvidemos que, por regla general, lo mejor (lo más fresco, sabroso y natural) es lo que tenemos más cerca. Además, de no ser por la constancia de esa búsqueda, no entrarían a tiempo en cartas y menús los productos de temporada.
Cada vez más, vemos resurgir la figura del cocinero comprometido con su entorno, ligado conscientemente al lugar donde convive y trabaja, coincida o no con la geografía de su infancia. Y esa implicación personal se traduce, desde el punto de vista social, en un contacto más directo, más familiar, con los productores y, como consecuencia, en un mayor conocimiento del medio natural. Esta apuesta por la economía local suele ir acompañada de una especial sensibilidad por el deterioro medioambiental: un profesional de la restauración no puede eludir problemas como el de la sobrepesca en nuestras costas. ¿Acaso no es justamente esto lo que denominamos, tan alegremente, "cultura"?
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr