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Quien Quiere las Come Y Quien No, las Deja



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Eva Martín Escobar

Las lentejas son probablemente la legumbre más antigua cultivada por el hombre. Los primeros datos que nos llegan de su consumo la sitúan en la cuenca del Éufrates, hace unos 10.000 años. Al ser una comida muy popular en Egipto, Roma no tardó en incorporarla a su menú, convirtiéndolas en uno de los alimentos principales de sus centurias. 

En Egipto era un tipo de comida consumida por la realeza, según nos cuentan los jeroglíficos de la época de Ramses III (1200 a.C) donde se ve un sirviente cocinándolas; y, al mismo tiempo, se alimentaba con ellas a los esclavos que construían la pirámide de Keops. 

En Grecia y Roma, sin embargo, era considerada un alimento destinado a las clases más bajas, o a aquellos que querían dar muestras de humildad, como filósofos y religiosos.

Durante la Edad Media, con una buena parte de la población muriendo de hambre a lo largo y ancho de Europa, la lenteja vuelve a los platos dejando atrás su mala fama. Más tarde, durante el siglo XVII, volvería a ser rechazada y relegada a la alimentación del ganado. 

No fue hasta la Revolución Francesa cuando esta legumbre conseguiría recuperar su lugar en las mesas de los humanos para no abandonarlo ya jamás. ¿La razón? De nuevo, el hambre y las penurias que la Revolución trajo consigo.

Como vemos, estas pequeñas legumbres han estado muy presentes en la historia de la humanidad. Y lo siguen estando, especialmente en el área mediterránea, donde han sido siempre clave por su riqueza nutritiva.

A día de hoy, las lentejas son un plato que cuenta con tantos adeptos como detractores. Su consumo es generalizado en la mayor parte del mundo, de un modo u otro. Normalmente, se utilizan para preparar potajes o guisos, sobre todo en países como España, Italia o Portugal.

Lo más típico en una casa en la que hay niños es ver la pelea semanal de los padres porque las criaturas se traguen las odiadas lentejas. Curiosamente, con la edad muchos de esos niños dejan de aborrecer el plato y se pasan al lado de los adeptos. Aquellos otros que se mantienen en la resistencia no saben, quizá, el completo alimento que se están perdiendo y los beneficios que puede aportarles.

Junto con su archiconocido aporte de hierro, que es fuente importante de vitalidad y energía, las lentejas aportan a nuestro organismo otros elementos esenciales en una dieta sana, como proteínas y potasio. Cada 100 gramos de esta legumbre posee 7 gramos de proteínas, 19.5 de hidratos de carbono, 3 de fibra y 0.3 gramos de grasas.

Algunos aseguran que las lentejas son un plato pesado que hace difícil la digestión, pero esta afirmación se encuentra muy lejos de la realidad. Por su contenido en fibra, la lenteja es, como la mayoría de las legumbres, de fácil digestión. El problema llega cuando se las atiborra de chorizo y tocino en el puchero. Unas lentejas cocinadas simplemente con verduras serán, sin embargo, un plato nutritivo, sano y ligero de digerir.

Además, son ricas en vitaminas del grupo B, como el Calcio, el Fósforo o el Potasio, entre otros. Junto con estas propiedades, cada vez son más los expertos que la recomiendan para reducir la tasa de colesterol en sangre, ayudando así a prevenir las enfermedades de corazón.  

Por último, su alto contenido de proteínas vegetales hace que se conviertan en un alimento a tener muy en cuenta para los vegetarianos y todos aquellos que quieran reducir su consumo de proteína animal. Tanto es así, que si se mezclan en un mismo plato con cereales (por ejemplo, con arroz) se puede prescindir de un segundo plato de carne, pescado o huevos.

En España, las lentejas consumidas pertenecen a la especie Lens esculenta. Las principales variedades de origen español son la rubia castellana, la rubia de la Armuña (con Denominación de Origen), la pardina y la verdina. 

Además de sus ventajas nutricionales, traen consigo otras cualidades a su favor, como lo fácil de su conservación, la versatilidad que ofrece en la cocina (en guisos, pucheros, ensaladas, purés...), o lo sencillo que resulta cultivar los brotes en nuestra propia cocina. 

En resumen: un alimento muy nutritivo, barato y fácil de conseguir y manejar. Pero claro, no queremos obligar a nadie porque ya se sabe: las lentejas, quien quiere las come y quien no, las deja.



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