Texto: Quique Rodríguez | Fotos: Jesús Peña
Viajen conmigo y déjense llevar. Es 1894 y estamos en la Plaza Mayor de Madrid, el lugar no sólo convertido desde sus inicios en el principal mercado de la villa donde se venden alimentos y otros artículos sino el escenario de cientos de actos públicos de la época. Los paseantes caminan por el interior de su plaza bajo la atenta mirada de la estatua ecuestre de Felipe III. Caminamos por los soportales empedrados que arropan la plaza apreciando la belleza y majestuosidad de sus nueve puertas y encontramos un lugar que acaba de abrir la suya propia, le llaman Los Galayos, conocido según los más viejos por la antigua Casa Rojo. En su interior se puede disfrutar, sobre una tradicional barra tallada a mano a principios del siglo XVIII, de tapas, entre ellas, la de ensaladilla, "comentan que está muy buena".
La casa que mantiene el nombre de los picos de la Sierra de Gredos en Ávila, como así quiso su fundador don Miguel Grande, sirve almuerzos y cenas, también tapas como hizo su antecesor. Poco a poco este restaurante frecuentado por historiadores y lugar de inspiración a grandes escritores se convierte además en un importante centro de tertulias de Madrid. El tiempo va creando un lugar con historia donde sus salones son testigos de importantes encuentros, como la última reunión que mantuvieron el 29 de abril de 1936 la generación del 27, antes de la Guerra Civil, para celebrar un homenaje al poeta Luis Cernuda, (foto de un encuentro donde comparten mesa y mantel entre otros Federico García Lorca, Miguel Hernández, Pablo Neruda o Rafael Alberti).
Han pasado muchos años, más de cien, y como fiel testigo de la historia de Madrid ahí continúa actualmente conservando su nombre y su esencia esta centenaria casa. Cruzamos su puerta y sus paredes están impregnadas de recuerdos y llenas de historia. El negocio familiar funciona, y muy bien, todo es gracias a los hermanos Grande donde Alicia, Fernando y Miguel, este último actual gerente del local y con el que charlamos, dedican su día a día a sacar adelante este negocio familiar.
La bienvenida a esta casa siempre es cariñosa, sus clientes parecen habituales, eso es bueno. Parece que las cosas no han cambiado, la rica y apreciada ensaladilla continúa ofreciéndose, la barra tallada se encuentra impoluta y sus salones, bien conservados, mantienen toda su magia y belleza para recibir cada día a sus clientes. Muchos de estos no se preocupan en reservar mesa, esta casa, su casa, es “Grande”.
Sus pasillos y escaleras centenarias te sumergen en varios ambientes y salones, si giramos a nuestra izquierda una auténtica representación del ambiente castellano con su salón “Ávila”. Sus techos con vigas de madera, sus paredes con cuadros y cerámicas de "El Quijote" trasladan al comensal a cualquiera de los maravillosos pueblos que componen la geografía castellana.
Bajamos a “La Bodeguilla” donde nos sitúa en una parte de los antiguos túneles que formaban las cuevas de Luis Candelas y que recorrían la ciudad de Madrid desde el Palacio Real hasta la Puerta del Sol, simplemente espectacular.
En la planta de arriba el salón “Duque” te recibe con las maderas rústicas y los techos labrados que te arropan en un ambiente muy acogedor. Su amplia y bonita bodega forma otro bonito espacio, en ella se conserva buenos caldos en una amplia carta de vinos.
Tenemos el privilegio, que siempre lo es, de pisar su cocina. Ahí está entre fogones al pie del cañón, desde hace más de 20 años, su jefe de cocina José Batalla. Él y su equipo trabajan ofreciendo una cocina castellana de calidad con platos tradicionales en una combinación perfecta. Platos como unos sabrosos espárragos trigueros con salsa tártara, patatas morcillonas, los ricos torreznos, el foie casero o los chopitos con huevos rotos y pimiento son preámbulos a los buenos arroces, pescados y carnes, como el entrecot a la piedra o un espectacular cochinillo asado a baja temperatura, jugoso y crujiente, perfecto y elaborado con una buena receta de la familia Grande.
Es bonito que un sitio centenario como Los Galayos esté inmerso en la actualidad gastronómica como representante de la cocina castellana en Madrid. Por este motivo durante el pasado mes de enero, y por segunda vez, Los Galayos participó en la cumbre internacional de gastronomía Madrid Fusión ofreciendo más de 700 unidades de su tapa de Carpaccio de pulpo con aceite de trufa y aceite de pimiento con piñones asados. También con motivo de la actividad paralela a la cumbre, el ya conocido Gastrofestival, ofreció en el “degustatapas” una tapa de Langostinos villaroy con queso brie y mahonesa de piquillos y un menú especial con algunos de sus platos más representativos.
Si enero ya resultó atractivo, durante este mes de febrero esta casa celebra las jornadas gastronómicas sobre los cocidos, con ocho versiones distintas de platos de cuchara que ocupan un lugar importante en nuestro recetario como: el cocido madrileño, el cocido lebanigo, el cocido maragato, la olla podrida o el cocido gallego entre otros.
También desde este pasado sábado y hasta el 31 de marzo formaran parte de la I Ruta del Cocido Madrileño, donde aparte de ofrecer sus cartas y menús, al menos una vez por semana, todos los restaurantes participantes elaborarán el popular y castizo plato de la región.
Arturo Pérez Reverte en su dedicatoria a Los Galayos dice: “fue aquí donde ideé el Capitán Alatriste”. Hoy y gracias a los hermanos “Grande” en la calle Botoneras número cinco se encuentra el lugar que abrió sus puertas en 1894 y desde entonces y hasta la actualidad sigue siendo Los Galayos, esta casa, su casa, es “Grande”.
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