Podríamos decir que Rafael Montal es uno de los propietarios de una tienda de productos alimenticios: "Montal Alimentación" (Zaragoza). Y pensaríamos que se limita (que no sería poco) a vendernos las materias primas imprescindibles para subsistir. Sucede que, de hacerlo así, estaríamos diciendo una mentira (que mentira no es sólo expresar falsedad, sino también velar parte de la información). Por eso, sería mucho más exacto decir que Rafael Montal (tal como hizo su familia durante casi un siglo) se ocupa de acercarnos delicias que alimentan el cuerpo y contarnos de dónde llegaron (las delicias), con lo cual, las necesidades que a veces sentimos de recuperar tradiciones y raíces, también se ven satisfechas.
Uno aprende con lo que la vida le trae, y Montal aprendió que siempre es mejor mostrar visualmente el género que extenderse en conceptos abstractos, por lo que pensó que la historia (sea la del pan, sean la de los dulces conventuales) se entiende mejor si se apoya en imágenes y tangibilidades varias. Y decidió organizar exposiciones como otro decide escalar el Annapurna. Es decir, trabajando mucho (horas de lecturas, estudios, contactos, paciencias y cariños para con el tema a tratar).
Cuatro años han transcurrido desde que su corazón fuera robado por alguna semilla de cacao(y elegida por él como tema para su desarrollo). Y así, el 20 de abril de 1.999, "El chocolate, las semillas de oro" pudo ser traducida en una exposición a dos bandas: mientras en la Sala Bayeu (Edifico Pignatelli, Gobierno de Aragón) se ofrecía su historia, utensilios para su elaboración y deleite, evolución, e incluso obras de pintores y grabadores en las que aparece tan precioso alimento, en la tienda de Rafael Montal se ofrecían una serie de conferencias alrededor del mismo tema.
Y nos cuenta Rafael Montal algo que ya intuíamos pero que requería ser nombrado para que pudiéramos reconocerlo y, de este modo, tranquilizarnos: que el chocolate o, más bien, el cacao, le da su permiso al hombre para disfrutar de él únicamente cuando éste transformaba el miedo a la selva -a lo oscuro, a lo no domesticado- por el deseo de descubrir y conquistar. Es decir, lo mismo que sucede con muchos de los placeres sublimes. Quizás eso y no otra cosa es lo que sentimos cuando bebemos o masticamos chocolate.
Y sigue diciendo que, a la cultura maya (y al dios Kukulkán, que les enseñó a preparar la bebida realizada con semillas de cacao) es a quien se le debe la existencia del chocolate. Claro que, como todo lo bueno, se hizo esperar su difusión, conocimiento y transformación en la maravillosa dulce bebida que hoy conocemos. En su cuarto viaje (año 1.502), Colón y sus hombres fueron recibidos por los indígenas de Guanaja, y obsequiados con una bebida cuyo amargo sabor no les resultó en absoluto agradable. Fue necesario un segundo encuentro con el cacao para que,27 años después, se creyera en la repercusión económica que esas semillas podrían tener. Esta vez Hernán Cortés fue el catador de honor, convencidos en esta ocasión los epañoles de las virtudes curativas que la bebida podía ofrecer.
Y de este modo, Rafael Montal, nos sigue relatando en su obra las peripecias de esas almendras rojizas: sus orígenes, su llegada a Europa, los procesos de la elaboración del chocolate, sus componentes básicos, la chocolatera y los complementos en el servicio del chocolate, las tradicionales chocolaterías, su relación con el cine, la pintura y la literatura, las industrias chocolateras... No, Rafael Montal no se ha olvidado de ningún aspecto de los relacionados con la "bebida de los dioses" en este libro que viene a ser una recopilación y complemento de la exposición que ya ha recorrido Zaragoza y Jaca (ya existe el proyecto de realizarla en otras ciudades) y cuyos fondos proceden del Museo de América, Museo del Prado, Museo Nacional de Antropología, Biblioteca Nacional, Museo Naval, Museo de la Cerámica de Alcora y de las colecciones de Rafael Montal y Francisco Brascó.
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr