Se me nublan los ojos al escribir estas líneas, seguramente serán de las más tristes que escribo en mi vida. ¿Cuántas veces he pensado en lo duro que debería ser cerrar un negocio? Todas las que he visto un restaurante o un bar cerrado. Mil y una historias se me pasaban por la mente y luego las que escuchaba de él. Si era un lugar veterano, muchísimas, y si era de alguien conocido todavía más. Cosas buenas y malas. A mí, fuera por lo que fuera, me daba pena y me dolía escuchar ciertas críticas, pues sabía lo que costaba mantener un restaurante y las ilusiones que conllevaba. Casi no lo creo ni yo pero ahora cierro el mío.
Con mi socia, que fue mi mujer durante años, he luchado por tener este restaurante abierto pasando por momentos muy felices y otros duros de verdad. (¡Veinte años dan para muchas más cosas de las que me podía imaginar!). Tuve la suerte de empezar el negocio en un momento muy bonito de mi vida, a los treinta años. Ahora tengo cincuenta, y en este tiempo han pasado por mi casa equipos magníficos. Como esas chicas que empezaron saliendo de Can Tapara, un centro de enseñanza muy especial, sin experiencia pero muchas ganas? ¡Uf!, qué lejos queda aquello, si estoy llorando al recorrer mi vida? Sí, sí, por esta sala ha pasado gente maravillosa, también ha habido algún petardo (por qué no decirlo), y en la cocina también he disfrutado de tener a esos chicos y chicas de los cuales hoy algunos son padres y madres, tienen sus negocios, son jefes o grandes cocineros, maitres o camareros. ¡Qué orgulloso estoy de todos! Podría dar nombres pero entonces me dejaría alguno y eso no estaría bien. Por no hablar de mis proveedores sin los cuales no habría sido lo que soy, gente que creyó en lo que hacía y me aguantaron. Gracias Mallorca, y gracias una vez más a mi socia, Mercedes Palmer, que como buena mallorquina administró estupendamente este negocio sin dejar nunca de pagar al casero ni a ningún proveedor y cuando digo esto lo hago con el orgullo de manifestar que hemos cumplido siempre.
También gracias a todos vosotros, nuestros clientes y amigos, que sin vosotros no podríamos haber llegado hasta donde lo hemos hecho. A todos, gracias. Seguro que no habremos gustado siempre a todo el mundo, pero sí hemos intentado trataros a todos por igual. Gracias por la confianza que pusisteis en nosotros durante estos años, gracias por arroparnos y darnos cariño, gracias por perdonarnos nuestros fallos?
Hoy podría hablar de muchas cosas, quejarme de la crisis, de los fundamentalistas islámicos o del frío que hace, pero no lo voy hacer, no voy a echar culpas ni a poner excusas. Sólo la verdad: ha llegado la hora de cerrar el Koldo Royo. Es el momento de empezar una nueva etapa en mi vida y volver a mirar las cosas. Si siempre vas conduciendo no puedes recrearte en el paisaje que te rodea y yo llevo 20 años conduciendo, por lo que creo que ahora me toca parar y dedicar un tiempo a observar. Necesito un pequeño cambio en mi vida y creo que es el momento de decir adiós al restaurante para andar un nuevo camino. Gracias a todos los que en este tiempo hicisteis posible que éste fuera el mejor paseo de nuestras vidas. Esperamos poder volver un día y pasear otra vez juntos de la mano.
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr