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La Granada



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Originaria de la región que abarca desde Irán hasta el norte de los Himalayas en la India, la granada fue cultivada y naturalizada en toda la región del Mediterráneo desde la Antigüedad. 

Sabemos que se cultivaba hace al menos 5000 años en Asia occidental y en el Norte de África, y los bajorrelieves esculpidos nos hablan de su presencia en Egipto. Allí, elaboraban con ella un vino suave en vida, y se la llevaban consigo a la tumba en el momento de la muerte, literalmente: se han encontrado restos de momias y tumbas egipcias con granadas en su interior. Los babilonios creían que masticar sus granos antes de la batalla les otorgaba un poder invencible, y los griegos le atribuían innumerables capacidades curativas.

Hipócrates recomendaba su jugo contra la fiebre y como fortificante contra la enfermedad. Y estaba en lo cierto: la granada es considerada como una de las "superfrutas" por su composición altamente beneficiosa para nuestra salud. Contiene, entre otras cosas, antioxidantes, potasio, calcio, magnesio, hierro, manganeso, cobre, zinc, y vitaminas C, B y E.

Curiosamente, su consumo en España no es uno de los más elevados, aún siendo nuestro país el encargado de producir el 95% de todas las granadas e Europa.

El granado llegó a nuestra Península de la mano de los musulmanes, y con él llegó una fruta con unas propiedades nutricionales excepcionales, entre las que se encuentran la capacidad de frenar los procesos de envejecimiento y de reducir el riesgo de enfermedades degenerativas y cardiovasculares, debido a su alto contenido en antioxidantes. Es también un alimento antivírico, muy eficaz en procesos de faringitis, otitis y sinusitis; por ello, se recomienda añadirlo a la dieta de mayores y pequeños. Además, tiene propiedades astringentes y antiinflamatorias, por lo que está indicada en casos de gastroenteritis, colitis, cólicos intestinales, flatulencia y estómagos enfermos en general.

En la cocina, debemos saber que a la hora de escoger nuestras granadas las mejores siempre serán las de mayor tamaño y peso. Además, conviene también que estén libres de cortes o magulladuras.

La vida de una granada a temperatura ambiente ronda los 15 días, y dentro de la nevera puede llegar a aguantar en buenas condiciones incluso hasta un mes entero.

Una buena forma de hacer que los más pequeños la coman es ponerla en un bol de leche endulzada, como si de un plato de cereales se tratase. Del mismo modo, quedará especialmente bien como un ingrediente más de nuestras ensaladas. Y, cómo no, podemos utilizarla a modo de guarnición para carnes y pescados, sobre todo para aquellos en salsa o a la parrilla.

Por último, no podemos dejar de recordar que su zumo es sorprendentemente sabroso. Con él, se elabora la famosa granadina, imprescindible en muchos de nuestros cócteles favoritos.



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