El día de la Hispanidad estuve en Roma cocinando en la embajada, y la verdad es que fue una chulada, jaja! Yo nunca había estado trabajando en la cocina de una embajada y llevando el peso del evento, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Me llamaron y ahí estuve cocinando para la fiesta del Pilar. Se esperaba recibir aproximadamente a unas mil personas. El encargo no era fácil y me desplacé desde Mallorca con unos compañeros: Marcela, Javier, Sebastián y Giovanni, además de mi novia, Juana, que al final también tuvo que remangarse y ponerse a cocinar.
Tiempo para ver Roma, como que no tuvimos mucho, pero nada más llegar ya ves lo especial que es: con su tráfico y taxistas locos, y de locos, donde cada uno conduce a lo más alocado, mires donde mires encuentras una obra de arte, sin dejar de ir atento a todo: ¡cuidado con las carteras!, con el servicio de los bares y restaurantes, etc. Por todo, Roma es especial. Por muchas veces que vayas no te cansaras de ver el Vaticano, fotografiar la Fontana de Trevi o sentirte gladiador por un minuto viendo el Coliseo. Ah, y no debes dejar de comer una pizza o un plato de anti pasto, si no sería como que no has estado.
Pero sigamos. Gracias a la colaboración de cervezas San Miguel, como de muchas comunidades autonómicas que aportaron sus productos más preciados, la asociación de mayoristas de pescados, La Carnala (gracias Tomás) y el esfuerzo de Alberto López se pudo hacer esta fiesta. Había que ajustar al máximo el dinero, pues no está el país para despilfarrar, y pese a ello, una de nuestras consignas fue hacer algo bien.
Gracias a todos: la mayordomo Carmen (asturiana de pro), al canciller (hombre que mira el euro casi hasta romperlo), todo el equipo humano de la cancillería, y al embajador, por la confianza que dispuso en mí. La verdad es que tuvimos que trabajar mucho, pero mereció la pena.
El día de la recepción fue muy especial?
Todo listo, sólo falta que vengan los invitados y el ?timing? se va cumpliendo a rajatabla. Tapas para mil personas. El equipo de sala, con más de 40 camareros, acaba de montar las mesas para la fiesta dentro de las carpas instaladas para la ocasión. Faltan 2 horas para que lleguen los invitados, la cocina parece un hervidero. Llegan 5 personas para ayudarnos, pues se necesitan manos para que siempre esté todo en su sitio y limpio. Además queremos hacer varias paellas entre pincho y tapa. Hemos calculado una media de 17 bocados por persona, entre salados y dulces. En ese momento entra un señor con voz fuerte en la cocina pidiendo ayuda, salimos varios y? ¡dios!... Lo que vemos nos pone los pelos de gallina.
El cielo se ha puesto negro y notamos cómo un viento muy fuerte empieza a pegar, es como un pequeño ciclón que ha tomado la dirección de la embajada. Las mesas empiezan a menearse, las copas a saltar, intentamos que las carpas no se muevan pero es difícil? En ese momento entra otra gran racha de viento y las carpas empiezan a hincharse como gigantescos paracaídas. Salimos corriendo y en ese mismo momento el viento no sé qué velocidad toma pero vuelan las carpas haciendo un desastre. Y pasó.
Todo estaba destrozado y una gran confusión rondaba el ambiente. La mujer del embajador lo primero que hizo fue buscar cómo estaba el personal y si había heridos. No, sólo un montón de sustos y un golpeado. Increíble pero cierto.
La cocina entre tanto está en plena ebullición, pues no sabemos que va a pasar. Parece que se nos viene el cansancio de golpe se me escapa alguna lágrima de pena: ¿cómo podía pasar eso? Y la pregunta para el embajador que llega: ¿qué va a pasar, se suspende? Gran dilema. Hay que mirar si hay seguridad para todos y si se han acabado las rachas de viento. Parece que sí, y falta una hora para la llegada de los invitados. ¿Se desconvoca? Imposible. La residencia española está ubicada en una cima y en la ciudad casi no se ha notado el viento, salvo en alguna parte aislada. Necesitamos que vengan los bomberos para dar su confirmación de que estaremos seguros es la premisa del embajador, que en ese momento me recuerda a un almirante en su barco pensando a la vez qué hacer y qué decisiones estratégicas tomar. Me consulta que cómo estamos nosotros, yo le digo con una frase muy patriótica: ?Por España, la cocina está lista?.
Entonces se decide hacer la recepción dentro de la casa. Un caos se cierne sobre nosotros, cuando empiezan a llegar los invitados, la cocina empieza a preparar las tapitas y los camareros a dar bebidas. Se va consiguiendo que la gente entre, esté un ratito y se vaya yendo. La fiesta de España sale bien, los invitados disfrutaron de nuestra fiesta del Pilar y, salvo pequeñas cosas que sólo sabemos los de casa, todo sale muy bien.
Gracias a todos por vuestro esfuerzo y sonrisas en los difíciles momentos...
...Y GRACIAS a vosotros, los lectores de afuegolento.com, por estar ahí
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr