Fotos M.Gaffoglio
Maqueta del Monasterio antes el incendio del 1763
En un lugar apartado, de no fácil acceso, y fértil por su proximidad a corrientes fluviales, se erigió el Monasterio de San Juan Bautista de Corias. De la primitiva fundación no queda si no la historia grabada en documentos, a través de los cuales se brinda la oportunidad de mantener una ventana abierta hacia el pasado y convertiendo en espectadores de aquellos días gloriosos de la abadía coriense. Los escasos vestigios medievales conservados en el Tabalarium Artis Asturiensis de Oviedo, unidos a las construcciones de épocas más recientes y documentación generada con el paso de los siglos, nos ayudan a trazar la línea cronológica, histórica y artística del mayor señorío del occidente asturiano.
El Parador CORIAS
Fue en la primera mitad del siglo XI cuando los condes Piñolo Jiménez y Aldonza Muñoz decidieron emprender la fundación de un cenobio en el enclave donde hoy encontramos la majestuosa obra neoclásica que llegó a nuestros días. Era el conde Piñolo uno de los personajes mas acaudalados de la época en territorio asturiano, cuyas heredades (villas, brañas, montes, iglesias, monasterios y castillos), se distribuían a lo largo y ancho de la tierra asturiana, desde oriente a occidente, llegando incluso a sobrepasar dicho limite adentrándose en zona leonesa. Ante tal dispersión de las propiedades, comenzaron los condes a permutar tierras con otros nobles de la época con el objetivo de reunir sus posesiones en torno a la parte occidental de Asturias, concentrando su patrimonio lo mas próximo posible al lugar donde deseaban fundar su monasterio.
Recepción
El terreno escogido para realizar la obra pertenecía al conde Rodrigo Díaz, que llegó a permutarlo por una hacienda, un perro sabueso y un azor. Además todo el territorio de Cangas se encontraba bajo el poder del realengo, y en una de sus circunscripciones se hallaba la villa de Corrias, por lo que los condes buscaron su concesión de la mano del rey Bermudo III, otorgada el 11 de mayo del 1031 en pago a favores personales realizados a la Corona. El conde Piñolo y su esposa habían tomado la decisión de fundar un monasterio al verse sin herederos a quien dejar su extenso patrimonio (los cuatro hijos murieron todos jóvenes). En una época impregnada de religiosidad, no pudieron más que donar sus posesiones a la iglesia, constituyendo una obra piadosa y forma de ganarse la salvación de sus almas. Aún así para garantizar la indivisibilidad de su patrimonio, decidieron fundar un monasterio y dejar como herederos a los santos patronos, al abad y a los monjes que en él fuesen a morar.
El Museo en el sótano
Las profundas transformaciones socio-económicas de los s. XII al XV marcan un período en el que el monasterio soporta diversos avatares, desde crisis internas hasta numerosos enfrentamientos y litigios con la nobleza y la iglesia ovetense. Declive que se acentúa con los abades comandatarios (s. XV - XVI). Durante el s. XVI se derribó la iglesia románica original y se construyó la actual. En 1763 tuvo lugar un terrible incendio del que sólo se salvó la iglesia, la sacristía y la biblioteca. Poco tiempo después se construyó el nuevo y monumental monasterio, que es el que puede verse hoy. En 1835 son expulsados los benedictinos por la Desamortización de Mendizábal. En 1860 se vuelve a instalar en el monasterio una comunidad de dominicos con el fin de formar misioneros, principalmente para las colonias de ultramar. A partir de 1957 fue instituto laboral y luego centro de formación profesional hasta 1982 ese año fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional.
El edificio actual es una obra neoclásica del s. XVIII. De ahí que presente los cánones clasicistas propios de la época, caracterizados por un funcionalismo de las formas y una decoración austera. La planta constituye un rectángulo de 7.732 metros cuadrados que engloba además la iglesia renacentista. Una crujía interior origina dos patios cuadrados, uno de ellos más noble, formado en su piso inferior por siete arcos de medio punto por cada lado. Este patio está ajardinado y conserva una “araucaria”, rara especie traída de Chile. Las fachadas tienen una cierta austeridad y linealidad, sólo la principal presenta un tratamiento más señorial y materiales nobles, y donde se utilizó mármol blanco procedente de Rengos. Entre las monótonas alineaciones de balcones y ventanas, destacan las dos portadas, que dan acceso al monasterio y a la iglesia respectivamente. Este edificio, de gran armonía, belleza y monumentalidad es una de las obras más importante del siglo XVIII en Asturias.
Las obras se ejecutaron entre los años 1774 y 1808, a cuyo término dieron como resultado un edificio neoclásico de dimensiones colosales y con un evidente predominio de la estructura sobre la decoración. Su aspecto sobrio y desornamentado lleva a hablar de un neoherrerianismo. Es el triunfo del funcionalismo formal preconizado desde la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, centro que revisaba cada una de las obras arquitectónicas que se ejecutaban en esta época, siendo el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez el encargado de dar la aprobación a los planos de Ferro Caavetro.
El edificio presenta una planta rectangular de gran amplitud, con un área cercana a los ocho mil metros cuadrados y que engloba en su interior dos patios: el claustro noble o procesional y un patio de servicios. Al exterior, las fachadas reciben diferente tratamiento, aunque todas muestran, como únicos motivos plásticos, ventanas y líneas horizontales de imposta, dando predominio a la línea recta.
Jefa de Cocina María José Patallo - Matteo Gaffoglio - Jefe de Comedor Manuel Corbacho
El Parador de Corias se encuentra en la bella localidad asturiana de Canga de Narcea en el impresionante monasterio declarado Monumento Histórico Artístico Nacional. Es conocido como El Escorial Asturiano, su sobrenombre da una idea de su elegancia y monumentalidad. Sus sótanos son un precioso museo en el que se podrá ver restos arqueológicos de la primera construcción, que data de principios de siglo XI. Desde las ventanas de las habitaciones, las vistas al paisaje montañoso y al río Narcea son espectaculares. Se tiene a disposición salones acondicionados para banquetes y para cualquier evento que se quiera celebrar. Se ofrece un referente turístico y gastronómico en una comarca de gran belleza natural, rodeada de bosques mágicos y paisajes rurales que se descubrirá de un color diferente en cada época del año.
Por cierto, la Red reconvirtiendo el monasterio en parador pudo valorizar el monasterio mismo con su museo, remontándolo a los días nuestros en cuanto museo; en contemporánea, el parador ha obtenido no solo por ser el numero uno de los tres de Asturias (Gijón y Canga de Onis) sino pasa por ser entre los mejores en toda España (no es en vano el titulo de Escorial). Actualmente el parador cuenta con 86 habitaciones repartidas en tres plantas con largos pasillos, cada habitación tiene el nombre de reyes y personajes ilustres, y a lado de las puertas hay un par de verdaderos zuecos de madera como deben ser (pero son decorativos, están pegados al suelo para que nadie se los lleve). Director del Parador es Carlos Martínez, Jefe de Recepción es Adolfo de Lis Fernández, Jefe de Comedor es Manuel Corbacho y de Cocina es María José Patallo, la cual con su brigada elabora menús excelentes, sin faltar los productos regionales y la gustosa y clásica Fabada Asturiana con su Compango de Canga, y sigue con la Morcilla, el Picadillo, el Sabadiego, etc.
La Dirección de uno de los más grandes Paradores de España, espera de recibir los huéspedes en un remanso de paz y tranquilidad en medio de un paisaje de cuento.