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París, Guerra entre Hoteles de Lujo



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Matteo Gaffoglio
Comunicador y experto en gastronomía

 

Después de Nueva York, donde los chinos se han apoderado de los más grandes hoteles de lujo, ahora es París que enfrenta el asalto de varias cadenas hoteleras extranjeras, las asiáticas, después de las de los magnates árabes. Por cierto, a los históricos grandes hoteles de la capital francesa estas invasiones no le hacen gracia, cuyos titulares deben rebatir a los asaltos sosteniendo gastos enormes para restaurar y modernizar con lujo sobre lujo sus ejercicios para estar a los niveles, si no superiores, de las nuevas cadenas.

 

La familia Kuok, malaya en Hong Kong (que ya posee nada menos que 68 Shangri-La hoteles derramados en toda la China), en el 2006 compró el viejo hotel particular que fue de Roland Bonaparte, geógrafo y botanista, bisnieto de Napoleón 1º, edificado en 1896 en la Avenue de Iena (Paris 16º), fue sede del Centro francés del comercio exterior. Han sido necesarios cuatro años de trabajos, a la vez titanescos y meticulosos, para construir el Shangri-La (palabra tibetana que está por ‘puerto de paz’). Es un majestuoso “Grand Hôtel super luxe”, equivalente a un 5 estrellas superior o 5 estrellas diamante, y con todo derecho del apelativo “Palace”. Tiene toda la voluntad de contar en el mercado, fuerte de una incomparable vista sobre la mítica tour Eiffel y de un emplazamiento histórico. Es el primer establecimiento de este grupo asiático en Europa (también Viena y Londres pronto tendrán uno) y segundo de los cuatro hoteles de lujo que se abrirán en París entre el 2011 y 2012, después del Royal Monceau en avenue Hoche que fue abierto el 18 octubre 2010. Los otros dos son de dos cadenas asiáticas: el “Mandarin Oriental” y el “Peninsula”, que respectivamente serán ubicados en rue Saint-Honoré y en avenue Kléber.

 

El patrón belga del Shangri-La, Alain Borgers, que ha hecho el esencial de su carrera en Asia, revindica el estatuto del ’friendly competitor’ (competidor amistoso) y rechaza toda idea de guerra entre hoteles, al punto de haber invitado a sus colegas patrones de los demás hoteles parisinos a visitar el hotel antes de la apertura, que tuvo lugar el viernes 17 del mes de diciembre 2010 (en cuanto a la fecha de apertura, que no es de agrado a los supersticiosos, los Kuok aseguran que la fecha ha sido elegida según las reglas del Feng Shui porque es fausta). La carta ganadora del Shangri-La, explicaba Alain Borges a la AFP, es la vista excepcional, el lugar y “ese sentido de la hospitalidad” made in Asia, “muy distinto de la noción del servicio más mecánico”.

 

Construido en la época ecléctica, como lo recuerda Richard Martinet, el arquitecto encargado de la renovación, esta bella demora de inspiración del siglo XVIII, presenta algunas improntas al estilo Impero y también algunas primicias de Art nouveau, como atesta la gran vidriera a motivo floral de Gruber que calienta la entrada del bar.

 

“El principal reto ha sido de lograr instalar un ‘palace a cinco estrellas’ en un hotel particular muy francés”, así resumió Claire Mabon, arquitecto de interior, colaboradora del decorador Pierre-Yves Rochon.

 

En los cuatro años de trabajos, la muda operada de este edificio de siete pisos es impresionante. Enteramente amueblado al estilo Impero, con tendencia Directoire (neoclásico) que es más sobrio, el interior, rico en columnas, madera de caoba y laca negra, respira el lujo y el clasicismo, se trata de tres salones históricos (billard, fumoir et antichambre) clasificados en el inventario de los Monumentos históricos con la gran escalera monumental en mármol. El hotel cuenta con tres restaurantes que serán terminados entre el año. Los empleados son 350 de diversas nacionalidades. La industria hotelera es una fuente inagotable de trabajo, pero el personal para trabajar en este tipo de hoteles, debe ser multilingüe y muy profesional.

 

La mitad de las actuales 81 habitaciones (serán añadidas otras 20 con las de un pequeño hotel contiguo en reestructuración), de las cuales 27 suites, benefician de la vista estupenda de la tour Eiffel y del río Seine. Para gozar de este único y envidiable panorama, la noche será facturada 995€, pero las habitaciones van desde los 750€ sin panorama, hasta 25.000€ para una estancia al 7º piso en 500 m2 comprensivo de terraza y cuatro habitaciones, sin olvidar (y no perder) la Suite imperial por su gran confort y suntuosidad. A la entrada del Shangri-La el huésped es acogido por dos enormes reproducciones de vasija Ming de porcelana de 450 Kg cada uno, un toque de decó asiático. Magníficamente restaurado, el hotel se presenta como una puerta abierta sobre Asia, segundo la formula de Adélaïde de Vivie, directora de la comunicación del Shangri-La parisino.

 

Fontaneros de gran lujo, albañiles, decoradores y tapiceros de renombres son buscados por los hoteleros parisinos que, por no ser de menos todos, o casi, se han lanzados en las grandes obras de renovación para enfrentar los nuevos grandes hoteles de cadenas extranjeras. “Hay una verdadera competición. Es una guerra comercial. Y es importante de no hacerse tomar una parte del mercado por esta nueva generación de hoteles esencialmente asiática”, reconoce François Delahey, patrón del Plaza Athénée y del Meurice. La puesta está clara. “A Nueva York, por ejemplo, la competición procuró también mucha rabia. Y el Carlyle como el Pierre por el momento han perdido frente los asiáticos Peninsula y Mandarin”, añade este experto de grandes hoteles.

 

Los responsables de los buenos viejos palaces parisinos cuentan entonces de defenderse a golpes de millones en inversiones. Los que siguen son algunos establecimientos puestos en obras. El Plaza Athénée se engrandece con tres inmuebles adyacentes para crear 25 habitaciones más, y cinco salones. El George-V se renueva, este palace lleva dos años de obras por bloques gastando 20 millones de euros para el cambio de moquetas, de electricidad y la decoración. El Prince de Galles ha cerrado el 15 de febrero por obras de amplitud; subraya la dirección: confort general, climatización, una nueva suite presidencial al 9º piso con ascensor y terraza panorámica. Objetivo: conseguir la 5ª estrella para añadirla a las 4 actuales.

 

El Meurice ha rehecho la planta baja, el decorado y el amueblado por Philippe Starck; ahora renueva los rellanos de los seis pisos, 2 millones de euros, y 4 millones para modernizar las cocinas. El Bristol se lanzó primero en las obras invirtiendo 15 millones, proponiendo un aumento de 25 habitaciones y un nuevo restaurante. Sólo el Ritz en la place Vendôme, queda tranquilo sin obras en vista, aunque les necesites, pero es bien visible el desinterés del dueño, Mohammed Al Fayed. Será por el triste recuerdo que lleva, que desde esa puerta giratoria del Ritz su hijo Dodi salió con Lady D por la ultima vez.

 

Pero hay también los que en vez de restaurar venden el establecimiento como el prestigioso palace centenario de la place de la Concorde: El Crillon de los fondos americanos Starwood Capital y administrado por la Suisse Kempinski, lo ha comprado un hijo del rey de Arabia saudita, el príncipe Mishal, por 250 millones pero deberá añadir al menos otros 100 millones por el restauro. El Lutetia ha sido vendido al grupo israelino Alrov.

 

En septiembre 2010 el entonces secretario de Estado al Turismo, Hervé Novelli, quiso poner un poco de orden en la calificación de los grandes hoteles de Paris, decidiendo de fijar unos criterios a la voz Palace (pron. pálas). En efecto, los ejercicios deben tener: gran amplitud del establecimiento, número y medidas de habitaciones, riqueza y estilo del mobiliario, suntuosos mármoles, columnas, rica y original tapicería, numero de empleados, ubicación, lugar histórico, piscina, spa; para verse conferir el marco oficial de Palace.

 

En cuanto a este tipo de grand hôtel, el autor de estas líneas, ya hace algunas décadas, pudo hacerse una gran e inolvidable experiencia en ese estupendo y lujoso Palace Hôtel de Lucerna, Suiza, donde transcurrió tres años de estudios y prácticas en hotelería (pero eran otros tiempos).

 

Los candidatos a este reconocimiento supremo debían depositar un dossier del ejercicio antes el 31 de diciembre. El Meurice, el Plaza Athénée, el Bristol y el Park Hyatt-Vendôme ya han sido aceptados. Mientras el Royal Monceau y el Shangri-La, necesitarán al menos veinte meses de existencia para hacer sus pruebas; y el Ritz y el Crillon, deberán dar mano a obras colosales para redorar su reputación y beneficiar del marco oficial.


  1 COMENTARIO




15/03/2016  |  15:20
Sigo siendo el más fiel admirador de este insigne periodista gastronómico y sus magníficos artículos. Le seguiré leyendo y aprendiendo.
100% de 1

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