Corría el año 1980 y pico cuando mis padres se trasladaron a vivir a una casa nueva. La cocina era grande, con lo cual cabían en ella gran cantidad de platos, vasos, mantelerías y comida.
Una maravilla.
En el año 2002 tuve mi propia cocina: Era un poquito más pequeña, en un estudio adecuado para los solteros que no necesitan mucho espacio para cocinar y viven en pequeños lugares... No sólo no se podían poner cuatro platos en fila sino que además era mucho más peligrosa...
Un día del mes de marzo, mientras calentaba agua en uno de los fogones de la cocina, aproveché para limpiar un tenedor abriendo el grifo de agua contiguo al fogón y pasándole el chorro por encima con un poco de Mistol, algo que haría cualquiera de similar cultura y en una condición parecida a la mía. En esas, ¡Mucho cuidado! Un calambre recorrió mi mano, ¡Ostras! Observé que la pica de agua, junto con los fogones, como si fueran una estructura perfecta, formaban parte del mismo mobiliario de acero. Es decir, que para retirar la pila, pongamos por caso, se habían de retirar a su vez, los dos fogones. Y, a la inversa, para quitar los fogones, se tenía que quitar la pila. Aquellas dos cosas iban juntas. No sé a quién se le podia haber ocurrido el invento de hacer inseparables estos dos elementos incompatibles. Ahí los fogones generaban un circuito de electricidad con el agua que no hacía la vida culinaria una cuestión de coser y cantar. Cualquier día te electrocutabas y era justo cuando ibas a comerte un delicioso pescado con salsa de ali-oli con miel. Te pasaba el día que estabas planeando un largo futuro repleto de amor por los amigos, la pareja, la familia y las comidas. No tendría ninguna gracia esa electrocución. Y me dijeron que era cuestión de no estar descalza al cocinar, ponerse unas zapatillas y a correr, como si fuese a una guerra y tuviera que prepararme para afrontarla. Pues yo opté por no abrir el grifo de agua cuando calentaba con electricidad y así fue todo más simple. ¡Por otro lado, claro, empecé a comer fuera de casa muy a menudo. ¡Conocí muchos restaurantes, mira por dónde! Nunca hay mal que por bien no venga.
De la salsa mencionada Por cierto, la salsa de alioli con miel para acompañar un pescado, es deliciosa. Es un pequeño descubrimiento efectuado en el barrio de Ca?n Caralleu de Barcelona, en un gimnasio que tiene un restaurante la mar de simpático donde el menú es asequible y sobre todo muy rico. Siguiendo el ejemplo de allí, compré merluza, y la preparé en la la cocina del peligro. Hice la salsa en un bol aparte sin abrir el grifo de agua y la mar de bien. ¡Recomendado!
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr