Particularmente cuando salgo a cenar o a comer fuera, me gusta no pensar. Sentarme y dejar que la función comience. Que cada uno de los actores haga su papel a la perfección, que la obra sea especial y memorable. Me molesta bastante que el engranaje no esté aceitado, que la mesa demore cuarenta minutos y la comida bastante más.
Algunos dirán que soy un poco maniática, pero creo que a nadie le gusta pagar por algo que no es lo ofertado. Generalmente la expectativa es directamente proporcional a la columna derecha del menú. Mientras más cifras tiene la cuenta, más ganas tenemos de sentirnos como reyes. Eso es así aquí y en la China.
Sin embargo, ¿qué es ?eso? que nos deja una sonrisa en la cara, después de pagar la cuenta? ¿Es la comida? ¿Es el servicio? ¿O una maravillosa combinación de ambos?
Pues muchos de nosotros diremos que la tercera opción, claramente. De acuerdo, pero si esto fuera tan fácil no fracasarían un gran porcentaje de los establecimientos gastronómicos.
Vamos a ver, si uno sabe de antemano que pagará poco, mucho no se preocupa. Quiere comer, tiene hambre; que sea rápido y en lo posible rico. Si se cumple, es correcto. Recuerdo vago pero feliz.
Pero si el plan es darse un homenaje, celebrar, y está dispuesto a gastar un dinerillo, la cosa se pone más complicada. El listón está más alto, buscamos una experiencia, quizás nuestro parámetro sea alguna cena memorable. Y el pobre restaurante se tiene que hacer cargo de todos estos intangibles. Frente a este tipo de situaciones creo que un buen servicio hace maravillas. Un camarero despierto, con conocimiento de la carta y una sonrisa brillante, puede hacer magia. En situaciones como estas, la acotación precisa y la cordialidad del servicio halagan al comensal. Si a esto le agregamos una cocina correcta, la suma es fácil. Éxito. Recuerdo vívido, entrañable y con futuro.
Mientras escribo reflexiono acerca de los lugares a los que uno vuelve, por el motivo que sea. Y pienso que quizás sea más importante el hecho de comer. Saciar la necesidad. Si el servicio es malo y la comida buena, probablemente volvamos. Si la comida es mala y el servicio bueno, iremos a tomar una copa.
En el peor de los escenarios, si la comida es pésima y el servicio da pena, creo que nos tendrían que pagar por estar ahí.
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr