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El Pla de Estany



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Enric Hercé



Es esta una pequeña comarca de muy reciente creación, que responde al interés colectivo de la ciudad de Banyoles y municipios adyacentes por independizarse de la comarca del Girones, a la que pertenecía. La importancia demográfica y de mercado, y sus propias características físicas, son lo suficientemente importantes como para justificar la creación de esta dinámica comarca. El lago de Banyoles, el más grande del estado español, del que ni siquiera se conoce la profundidad exacta y que ocupa un espacio de más de un millón de metros cuadrados, es sin duda alguna el centro neurálgico, turístico y comercial de la comarca. Sobre él se disputaron las pruebas deportivas que convirtieron Banyoles en sede olímpica de Barcelona 92, acontecimiento que dio un nuevo impulso a esta bonita ciudad que es poseedora de una gran riqueza arqueológica y monumental. Algunos cruceros recorren el lago plácidamente y son el medio ideal para observar con calma el frondoso y casi mágico paisaje de las orillas en donde nadan patos y cisnes. El lago está también circunvalado por un delicioso carril que se puede recorrer a pie o en bici. En cualquier caso, es esta una experiencia visual inolvidable. Junto al embarcadero, se encuentran unas jaulas acuáticas en las que nadan enormes ejemplares de carpas que son alimentadas por los mismos turistas y que llaman mucho la atención de niños y mayores.

El viajero deberá visitar la iglesia parroquial de Santa María dels Turers, el edifico de la Pía Almoina, y la plaza mayor bajo cuyos arcos podrá palpar el ambiente ciudadano propio de una ciudad de carácter marcadamente cultural y comercial. Que decir del tristemente famoso museo Darder, residencia temporal del famoso negro de Banyoles que tanta polémica ha levantado, y que es sin duda alguna, una buena muestra de como eran los museos de principio de siglo en Europa. En este mismo museo, el viajero con ansias culturales, podrá encontrar distintos vestigios arqueológicos pertenecientes a los numerosos hallazgos que se han dado en la comarca y que dan cuenta de que ha sido desde tiempos inmemorables una comarca muy transitada. La pieza tal vez más destacada sea la mandíbula de casi 100.000 años de antigüedad, uno de los restos orgánicos más antiguos de España.



Cerca del lago, otro yacimiento paleolítico, el Parc de les Coves de Serinyà, donde el viajero podrá visualizar como vivían los hombres del Nheandertal en unas cuevas espectaculares, o el Parc de la Draga, donde se han hallado restos físicos del utillaje usado para labores agrícolas hace la friolera de 5000 años. Por no faltar no falta ni una villa romana. En la carretera de Vilauba, están los restos de la villa de Pujarnol, un establecimiento visigótico y romano que estuvo ocupado durante 800 años y que ya en sus tiempos tenía como principal actividad la elaboración de aceite de oliva.

Siguiendo un recorrido cultural, hay que pasar y visitar detenidamente la iglesia de Santa María, en Porqueres, un emblemático ejemplo del románico de la comarca. En el mismo municipio, existe un paraje de gran curiosidad formado a consecuencias de los grandes terremotos de la era terciaria en donde las rocas calcáreas, en medio de una exuberante vegetación forman largos pasillos. Algunos castillos, como los de Ravós de Terri, Palol de Revartit, y Falgons, y numerosos edificios de arquitectura gótica se reparten por esta rica comarca para gozo de viajeros curiosos, aunque seguramente, la mejor muestra de arquitectura rural son las numerosas masías, casas señoriales y pequeños núcleos urbanos que se encuentran esparcidas por el paisaje. En la parte montañosa de la comarca, presidida por el flanco de la sierra de Rocacorba, se localizan algunos pequeños valles de permanente verde intenso, donde la vida agrícola y ganadera transcurre con gran parsimonia, y es en esos lugares, donde el viajero hallará el verdadero encanto de esta comarca.



El aspecto gastronómico del viaje, está sobradamente cubierto gracias a los numerosos pequeños restaurantes repartidos por toda la comarca, en donde se podrá degustar una cocina generalmente basada en los más tradicionales recetarios de la cocina catalana rural. Las carnes son excelentes, como no podía ser de otra manera dada la gran calidad de la ganadería de la zona, amparada por distintas marcas de calidad, y lo mismo hay que decir de los embutidos, las verduras y cuando toca, las setas y la caza, siendo el jabalí la pieza más cocinada dada su abundancia en los bosques de la comarca. En la misma ciudad de Banyoles, destaca la oferta del restaurante del hotel Mirallac (972 57 10 45), basada en la cocina tradicional de la comarca o la cocina más actual y modernista de la Fonda La Paz, (972 57 04 32). Miel, castañas, pollo, patos, y pastas típicas de la zona, completan la despensa de esta comarca que vive la cultura culinaria con una intensidad derivada de su gran riqueza natural, verdadero tesoro de esta comarca en la que el tiempo, parece discurrir a menos velocidad.



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