Empezábamos a bromear con los días de libranza, discutiendo para ver quien iba a tener la suerte de irse el primero, pero seguía siendo agosto nuestra previsión para comenzar a librar. Un día, David nos vio y decidió cerrar una jornada para que por fin pudiésemos descansar, ya que nos vio prácticamente arrastrándonos por el suelo.
El día después de librar se noto el cambio: todos estábamos afeitados, con el pelo corto, descansados... Aun con todo ello, no sabíamos cuando empezaríamos a tener días libres, y eso creaba tensiones. Además, estaban las estrictas normas de limpieza a las que no estábamos acostumbrados, pasando de media hora de limpieza a una hora y media para dejar todo impoluto, y había fallos internos y pequeñas discusiones entre compañeros. Todo era una peligrosa mezcla que iba a ir explotando poco a poco entre todos los "internos" que allí estábamos.
Empezaron a irse compañeros que vinieron del antiguo local. Para nosotros empezaba a romperse esa pequeña familia que se había mudado junta. Todo empezaba a cambiar: menos diversión con los clientes, entre nosotros... todo. Había cambiado ese Streetxo que tanto disfrutábamos, y se había convertido en un restaurante con 3 estrellas sin tenerlas, en donde lo principal era sobrevivir los servicios antes que disfrutar con nuestro trabajo.
Pasaron unos días entre servicios interminables que nos superaban, era demasiado para todos nosotros aunque lo sacábamos entre sudor y sangre (son los inconvenientes de trabajar 16 o 17 horas al día con cuchillos). La familia que se rompía, se acababa la diversión que nos pagaba el estar allí tantas horas, el cansancio... Todo ello me hizo decidir que era hora de volver al mundo real, seguir mi camino y salir finalmente del extraño y loco mundo Xo.