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La aventura de utilizar actualmente el avión puede arrancar en el aeropuerto o ya desde la Red y engloba todos los temas como venta de billetes, facturación, controles de seguridad, trato del personal en las puertas de embarque, llegadas y salidas, la publicidad invasiva dentro del avión, etc., por no hablar del mínimo e incómodo espacio entre los asientos. En fin, todo un conjunto de ingredientes con los que podemos hacer una gran receta de ironía.
Al comprar un billete a través de Internet, como ya sabemos, tú mismo estás haciendo la gestión y pasando tu tiempo delante de tu -en momentos odiado- ordenador, entonces te encuentras con muchas cosas, pero pondré tres ejemplos. En el momento de pagar te cobran la gestión…, ¿de qué? ¡si soy yo quien me lo gestiono!, pues 20 euros, una pasada. Luego, puesto que estás en Internet, sólo puedes pagar con tarjeta y aprovechan para meterte los cargos más altos de la historia: desde 6 euros a 14 euros. En la opción que pone “cargo cero” nunca funciona, no tienes posibilidades, de modo que ni se te ocurra perder tiempo en ir a llamar y protestar pues cuando vuelvas, el viaje quizá haya subido de precio. Por lo cual, ¡hala, cómete ésa! Y si quieres sacar la tarjeta de embarque, o sea checkin online, en muchos casos no puedes: “que si el billete es compartido”, “que si vas con una compañía y vuelves con otra”… Por tanto, lo que era comodidad, ahorro de tiempo, ventaja de precios, etc., ya no existe y además tienes que hacer la misma cola que si hubieras comprado el billete en una agencia o en el aeropuerto.
En el momento en que cruzas la puerta de acceso al otro mundo; es decir, donde todo es muy caro, la vida continúa a base de colas… Éstas empiezan en el mismo momento de pasar por el detector de metales o… ¡lo que quieras! Para empezar tengo mis dudas de si las personas que ponen ahí tienen la capacidad de leer todas las tarjetas de embarque que les enseñan unas 2.000 personas cada dos horas mientras charlan cada ratito con su compañero acerca de qué tal le fue el día. Los mismos trabajadores que cuando apenas hay pasajeros no se molestan en quitar las cintas y barreras de largas colas, y ahí la dejan, por lo cual tú tienes que hacer 14 zigzag para llegar al control. Y ten cuidado en este punto, no te lo quieras saltar, porque se cae el cielo. Para los que controlan el equipaje sentados y los vigilantes del arco algunas cosas son válidas para pasar y otras no, depende del aeropuerto en el que te encuentres. En uno hacen descalzar a las mujeres, ya lleven tacón alto o no, aunque sea una entre mil hombres, en vez de usar la máquina para examinar calzados.
Y ya de los líquidos no hablemos. Por una milésima parte no puedes pasar una botella, pero dentro sí puedes comprar otra en cualquiera de las tiendas a un doscientos por ciento más cara. Si quieres consumir en los bares, tendrás que hacer cola y, “por seguridad”, consumir en vasos de plástico o cartón. Pero sí puedes comprar una botella de vino, licor, perfume, etc., en las tiendas del aeropuerto. Negocio puro y duro.
En la puerta de embarque, en algunos casos (depende de la compañía con la que vayas a volar) te pones en manos del chico o chica que esté y del día que tenga. Van a medir tu equipaje con una caja de cartón y te exigen que no pase unos milímetros. Vale, son sus normas. Pero el problema es cómo hablan al pasaje. Si quieres ser familiar no puedes ser maleducado/a, que algunos lo son, además de no ser tan baratos ni puntuales, todo sea dicho. La compañía tiene los derechos y el usuario ¡a callar!
Los azafatos de aire ahora son además vendedores de lotería, relojes y demás excentricidades de la compañía. Aunque volaras de noche y quisieras echar una cabezadita no podrías. En lugar de apagar luces lo que se hace es encenderlas (si lees tienes incluso una más para ti) y que puedas ver bien todo lo que tienen para ofrecerte (pagando, claro). Y lejos de dar silencio a la cabina suben el volumen para que escuches la publicidad y anuncios que tengan para mostrarte.
Dicen que los aeropuertos son de Aena. No lo creo, son de las compañías. Se demuestra en el detalle de que, si fuesen de un ente privado, se avisaría por megafonía de los vuelos que llegan tarde y de los que se anulan. Eso que para el viajero es útil. Sería una forma de llamar la atención del usuario, pero claro, con el silencio esos miles de usuarios maltratados están aislados entre sí sin enterarse de que el de la puerta de al lado también está soportando irregularidades. A mí me gustaría que el megáfono volviera a las terminales, desde ahí podría contar más miserias de las compañías que nos sirven. Afortunados los que podéis cogéis tren, bus o coche para salir de vuestra ciudad o pueblo, los rehenes de las compañías tenemos que tragar.
Cambio de tema para alegrar el día y dar estas sabrosas y fáciles recetas con setas
Canelones de setas (o lasaña)
Ingredientes
Hojas de pasta de canelones
2 berenjenas grandes, limpias y partidas en 2 a lo largo
250 g de setas variadas frescas o congeladas
1 cebolla, pelada y picada
2 cucharadas de fécula de maíz
1/2 vaso de vino blanco
Salsa bechamel
Queso rallado mahonés
Tomate frito
Aceite
Sal
Elaboración
Hervimos la pasta en agua hirviendo en abundante agua con una pizca de sal durante 10 minutos, o hasta que esté a punto. Colamos y las ponemos encima de un paño limpio de cocina. Reservamos
Freímos las mitades enteras de las berenjenas en abundante aceite. Escurrimos y, cuando hayan enfriado, sacamos toda la pulpa de berenjena frita con una cuchara. Reservamos la pulpa
Limpiamos y cortamos a trozos pequeños las setas y las pasamos por una sartén durante unos 5 minutos a fuego fuerte. Reservamos las setas
En una sartén con un poco de aceite sofreímos la cebolla. Añadimos la pulpa de berenjena y damos unas vueltas. Después, añadimos las setas salteadas. Mojamos con el tomate frito y damos unas vueltas. Espolvoreamos con la fécula de maíz, regamos con el vino blanco y dejamos que dé un hervor para que reduzca y espese. Retiramos del fuego
Calentamos el gratinador del horno a 180º C
Ponemos en cada hoja de pasta de canelón un poco de relleno, enrollamos y los vamos colocando en una fuente de horno engrasada. Cubrimos los canelones con la salsa bechamel, repartimos el queso por encima, y un chorrito de aceite. Gratinamos en el horno hasta que esté dorado
También podéis, con la misma receta, montarlo como lasaña, como aparece en la foto:
Estofado de setas y buey
Ingredientes
750 g de carne de buey o similar en tacos
450 g de setas frescas
aceite de oliva
1 cabeza de ajo
1 cebolla picada
1 zanahoria picada
2 tomates maduros sin piel y sin pipas
tomillo
1 hoja de laurel
un poco de maicena
250 ml de vino tinto
agua
Elaboración
En una marmita ponemos el aceite y calentamos. Incorporar la carne y dorar. A continuación añadir la cebolla, la cabeza de ajo y la zanahoria. Dejar hacer.
Añadir las hierbas, luego la maicena y por último el vino. Dejar reducir y mojar con el agua. Añadir la sal, trabajar y cuando la carne esté blanda retirar, colar la salsa e incorporar las setas salteadas ligeramente. Juntar la carne y dejar reposar unas horas.
Por último, una recomendación
Hoy os enseño además este afilador que recibí el otro día.
Yo ya lo he probado en mi cocina y deja los cuchillos como nuevos.
Aquí os indico su página web cubiertos y cuchillos
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Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |