Hay mujeres que duermen y mujeres que sueñan. Mujeres magas y mágicas mujeres. Mujeres que luchan y mujeres guerreras. Hay mujeres que lloran, mujeres que ríen y mujeres que pintan sus lágrimas para poder ver el arcoíris. Son abuelas, madres, hijas, hermanas, tías, sobrinas, primas y amigas. Todas trabajan, todas mujeres. Quitan mocos, limpian heridas, cocinan el amor y la sopa para alimentar el cuerpo y el alma.
Y por si esto fuera poco, son médicas, abogadas, lingüistas, profesoras, editoras, artistas, comerciantes, policías, políticas, jardineras, astronautas, científicas, empresarias, panaderas, cocineras, ganaderas, bodegueras, hortelanas, conductoras, aprendizas y maestras.
Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Se conmemora la lucha femenina por su participación en la sociedad y por su desarrollo íntegro como persona. Una fecha para recordar a todas las mujeres que han sido, desde el principio de los tiempos, aquellas que emprendieron el camino que ha llevado a la humanidad a ser lo que hoy en día es.
Ellas fueron las que, con su capacidad de observación, ingenio y respeto por la Madre Naturaleza, iniciaron el cambio de vida nómada a sedentaria, domesticando animales y plantas; las alquimistas del fuego que trabajaron unidas por la supervivencia del clan, dejando a los hombres la tarea de peleas y cazas, destrozando todo a su paso para conseguir la carne del día. Las que en la Revolución Francesa elevaron en femenino el concepto de igualdad, y en la Era Industrial se incorporaron al mundo laboral masculino a cambio de salarios inferiores, sin dejar de cumplir con las tareas del hogar y cuidar a su familia. Las anónimas heroínas que salvaron de morir de hambre a la mitad de los españoles tras la Guerra Civil, haciendo milagros con la cartilla de racionamiento y creando un recetario de pucheros, tortillas y fiambres sin carne ni huevos ni leches. O las que lucharon y gritaron en el movimiento obrero tras la 2ª Guerra Mundial, mano a mano sin ser vistas.
Hoy cabe recordar a todas aquellas que a la sombra del hombre, relegadas a ser auxiliares, se las apañaron para alcanzar sus sueños y mejorar el mundo que las rodeaba.
En el ámbito gastronómico y de la restauración, ha sucedido otro tanto. El papel de eternas secundarias, dedicadas a la cocina y el servicio en el plano doméstico y privado, eclipsadas por la interpretación culinaria masculina, pública y social, sigue siendo un hándicap. Mucha estrella ha tenido que caer del cielo para que sea más corriente encontrar en primera línea a féminas chef, escritoras y críticas gastronómicas, sumilleres o jefas de sala. Me siento orgullosa de que ASCAIB, como asociación integradora, tenga una Mesa de Mujeres permanente, donde con Maria Salinas a la cabeza, trabajan por nuestra visibilización las chefs Irene Gutierrez, Marta Rosselló, Caty Pieras, María Cano, Marta Estevez, Sara Valls Gil, Teresa Montesinos, Noemí del Barrio y Maty Amor Martí.
Y como mujer y persona, me siento orgullosa de todas ellas, las que estuvieron, las que están y las que seguirán.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |