Cuando hace calor lo que nos pide el cuerpo es una bebida dulzona y refrescante. Coca-cola, té helado o en este caso si nos apetece un puntito de alcohol al paladar sin llegar a ser una bebida engorrosa, la solución ideal es el tinto de verano. Este combinado tan típico español, suele consumirse sobre todo a media tarde cuando el calor aprieta o a modo de digestivo tras la comida o cena. Es decir, un acompañamiento perfecto para hacer más llevadera la sobremesa.
Es una mezcla de vino tinto con gaseosa, generalmente en una proporción del 50% mezcla 50% alcohol. La mezcla suele estar compuesta por bebidas refrescantes isotónicas. No necesariamente gaseosa sino que en su defecto también puede ser kas de limón o fanta limón. También se le añade todo tipo de frutas, desde manzana, naranja y limón hasta melón, sandía, melocotón o hasta nectarinas. Es una bebida que se consume bien fría y con mucho hielo.
Hay variaciones de tintos de verano, en algunos casos a la mezcla de vino y gaseosa se le añade un chorrito de vermut o martini rojo que le aporta ese "punch" de sabor y de fuerza que le falta por haber rebajado el vino con refresco. Hay quienes añaden azúcar moreno y lo majan con las frutas previamente o quienes añaden un poquito de zumo de limón exprimido para darle un toque de acidez y contrarestar el dulce de la fruta.
La gran popularidad de esta bebida a nivel no solo nacional si no también internacional, ha hecho que varias compañías de refrescos comercialicen y distribuyan esta bebida ya preparada y envasada para que esté a disposición de todo el mundo en cualquier establecimiento. Sea como sea, esta sencilla bebida ha revolucionado no solo nuestros estómagos si no también el verano, convirtiéndose prácticamente en un icono.