El que la fórmula de éxito de un producto alimentario perviva prácticamente incólume en un tiempo dilatado,
digamos más de un siglo, es uno de esos milagros que tienen una explicación terrena pero inevitablemente condicionada por la Teoría del Caos que Edward Lorenz formuló a principios de los cincuenta y que une indeterminismo y determinismo en un solo eje, porque, como es sabido no todo puede ser explicable debido a que pequeñísimas variaciones o circunstancias pudieron devenir en grandes diferencias respecto a posibles competidores. Evidentemente hablamos de Toblerone, una marca que une en un todo fractal las tres efes de Fórmula, Forma y Foederatio.
La Fórmula, es bien sabido, surgió tras un viaje a Italia de Theodor Tobler, chocolatero suizo y fundador de la marca, donde conoció y se enamoró del turrón, lo que de un lado ayudó a crear una mezcla de inmediata gran aceptación que superaba la ya muy manida de chocolate con leche, y de otro sirvió para dar nombre a la cosa en 1908 mediante la unión del inicio del apellido del amo y el final de turrone la voz italiana que designa al turrón.
La originalidad de la Forma enhiesta y triangular rompió igualmente moldes con los precedentes de tableta dividida en onzas, pero su significado aún da que hablar. En general, y es la versión formalmente extendida, evoca las altas montañas de los Alpes suizos y más concretamente el perfil del monte Cervino, espectacularmente piramidal. Sin embargo, uno de los hijos del fundador, parece que buen conocedor de las aficiones más nebulosas de Theodor, siempre sostuvo que de lo que se trata es de la síntesis gráfica de una pirámide humana de bailarinas semidesnudas del parisino Folies Bergère. Por último, los nietos, tras investigar la serratiana fe de sus mayores, llegaron a la conclusión de que se trata de triángulo masónico.
De lo que no cabe duda ni da para el menor debate es la tercera efe de Foederatio, unión en latín, que para el caso se expresa en la relación inequívoca entre volar y consumir Toblerone desde que en 1947 la firma plantó estand de pompa y circunstancia en el primer Duty free del mundo que se instaló en el aeropuerto de Dublín. Desde entonces, en los 122 países donde está establecida la marca su presencia es irrenunciable y básica en las lujosas tiendas aeroportuarias. Como resume Marianne Klimchuk, Presidenta del Departamento de Empaquetado del Fashion Institute of Technology de Nueva York: “… la marca representa viajes no solo por el lugar habitual donde se puede comprar, sino porque su diseño evoca esa asociación con un estilo tipográfico que es como una etiqueta de equipaje vintage. Tiene autenticidad y herencia cultural de europea”.
Todo apunta a que el chocolate con turrón y los cinco brotes que le han ido creciendo al tronco con los años, de chocolate negro, con leche, de chocolate blanco, con uvas pasas y nueves, con almendras crujiente y hasta con coco, tiene alas para mucho vuelo.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |