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Afrodisíacos Son O No Son


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Yilán Gil Guzmán
De Cuba. Chef profesional, Docente y futura Antropóloga, especialista en Cocinas étnicas.



Siempre ante este tema, ya sea en una conversación o en alguna clase, recuerdo con mucho cariño las palabras de mi abuela materna, quien como buena ?jefa de núcleo, o mejor dicho, responsable o cabeza de un grupo en la sociedad cubana revolucionaria, supo marcar el momento en la vida de cada uno de los integrantes de su familia. Sus consejos eran sagrados: bañarse cada tanto con miel y leche, siempre estar perfumada, vestirse de amarillo, así los resultados estarían garantizados a la hora de conquistar a los hombres. Les decía a todas las mujeres que estaban a punto de involucrarse en los caminos del amor.

Mi madre al borde de los 25, edad tope para que no te tilden de solterona en la sociedad cubana de aquellos tiempos, siguió al pie de la letra los acertados consejos maternos, pero para que el efecto fuera más inmediato le dió por empavesarse de pies a cabeza con miel de abeja al mejor estilo de la hermosa mulatona Cecilia Valdés, personaje principal de la novela Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, escrita por Cirirlo Villaverde, un escritor del Siglo XIX.

Dicha ricura de personaje y referencia de cuanta mujer hermosa camine por esa Isla, gustaba de prácticas poco habituales; untarse con miel el cuerpo para luego irse a parrandear por las calles de La Habana Vieja, así con el sol del Caribe lograr un tono de piel más intenso y brillante y provocativas escenas de amor que hasta el mismísimo Leonardo Gamboa, hijo de un español bien parado, quedó rendido a sus pies a pesar de la raza de la que provenía. Por supuesto, como toda leyenda literaria, mi madre quedó decepcionada cuando vio que luego de super pintarse y quedar amelcochada, lejos de conseguir hombres no se le acercaban ni las moscas, pero en cambio, la tremenda insolación que agarró, pues la usó para nada más y nada menos, que irse a las playas de Habana del Este a tomar sol, todavía hoy es motivo de burla en cuanta reunión familiar ella hace presencia. Y nada, que el llamarse Cecilia no era garantía de éxitos... al menos, con esas fórmulas.

Aún cuando muchos nos riamos ante la deleitosa idea, de que un alimento pueda desencadenar increíbles irradiaciones, ¿cuánto de realidad hay encerrado en tal creencia?

Psicólogos, bioquímicos, literatos, antropólogos y hasta gastrónomos, en esta sociedad global en que todo se vende si es moda, discuten sobre la relación de estos alimentos y la pasión amorosa.

Quizás la espuma del mar tenga la sensualidad, por la que las publicidades recrean una tina y una modelo bañándose con tal jabón u otro. Seguramente si en la sociedad griega hubiera existido la televisión, no habría existido Afrodita.

En la mitología griega la diosa Afrodita, cuyo nombre deviene de la palabra ahpros, que significa espuma, nacería cuando Cronos, el Tiempo, castró a su padre Urano, el Fuego y echó sus testículos al mar. De la espuma que en el mar produjeran sus genitales, nacería la diosa.

Desde entonces Afrodita representa para las culturas occidentales, la sensualidad y el placer amoroso. Seducción y amor. De allí devendrá que toda aquella sustancia capaz de provocar deseo sexual, recibirá el nombre de afrodisíaco.

Incluso ya desde antes de los tiempos griegos, existieron creencias que forjarían diferentes costumbres. Se atribuía ya entonces a determinados alimentos, el inestimable poder capaz de ayudar a avivar el fuego de la pasión. En algunos casos su fama se debió a características ante el tacto o el sabor, a su forma o aroma, a propiedades químicas esenciales que contendría o, simplemente fueron creciendo cual fábula mitológica con el correr de los siglos.

Mucho más aquí en el tiempo, los antropólogos se preguntaron si el hombre es un ser racional o un ser simbólico, contraponiendo lo racional a lo simbólico. Actualmente desde un pensamiento transdisciplinario, algunos deshicieron la aparente dicotomía.
Es que en un principio no hubo historia, sino historias. Relatos inspirados en diferentes y diversos acontecimientos, los que configurarían el relato mitológico expresado desde los sueños fundacionales de cada época, condicionando desde costumbres domésticas, hasta los intereses expansionistas que dieran lugar a guerras. Mucho después apareció el logos. La razón analítica que develaría desde sus orígenes los misterios en base a métodos precisos, aunque generalmente los estudiosos perdieron el valor del mito. Así el mito y la razón terminaron separándose, resultando incluso inconciliables formas de conocimiento, aunque no dejan de superponerse en la visión fenomenológica de la mente y que nadie nunca logrará sustraerse al mito, ya como sociedad o individuo.

Para Freud, el mito al plasmarse en las capas más hondas de la conciencia colectiva, constituye la parte más significativa de una ?realidad?. Para quienes lo viven no constituye ficción, sino una historia verídica, a diferencia del cuento, al que sí se le considera una ficción, una fábula. El mito no sólo expresaría entonces una verdad, sino que prefiguraría el fundamento de toda verdad al responder preguntas primordiales, las que se ha formulado desde siempre toda sociedad: saber de dónde viene y hacia dónde va.

Así, desde los pueblos primitivos que le atribuyeron a cada cosa desconocida un beneficio o malignidad y que constituyeron la etapa fundacional de los mitos de la antigüedad, a la sociedad global actual, el humano vive inmerso en un universo mitológico. Ningún pueblo quedó y queda fuera del universo mitológico sin excepciones. Como diría el escritor cubano Barnet, Miguel en su Biografía de un cimarrón;... Hay que tener una fe, creer en algo. Si no estamos jodidos.

Existen diversas formas de interpretar lo divino o mítico. Cada pueblo o región tiene su propia visión cósmica del universo y su interpretación, acorde a las enseñanzas transmitidas de generación en generación. Desde el origen del término afrodisíaco, este ha quedado asociado con la fecundidad y la procreación de la especie, ligado al principio de la generación y el misterio de la vida. Resumiendo, desde el origen hasta la actualidad, lo sensual y lo afrodisíaco impregnan nuestras vidas y posiblemente, hasta nuestra memoria genética.

La ciencia se ha detenido a corroborar que cuando alguien se siente atraído físicamente por otra persona, el organismo produce una sustancia denominada feniletilamina, la cual presuntamente sería generadora del "amor" y la que a su vez produce serotonina, que estimula los neurotransmisores a las terminales de las células nerviosas. Es el sistema nervioso simpático el que tiene una intervención fundamental en la regulación de una gran variedad de funciones, entre ellas la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea, el tono de la vía aérea bronquial, el metabolismo de los hidratos de carbono y grasas, la actividad del hombre, el afecto y su apetito. También es conocido que la estimulación del sistema nervioso simpático por acción de la actividad física, modifica nuestro humor y nuestro stress. Los sentidos están por tanto estrechamente ligados a todo el mundo sensual del hombre y así los aromas, lo visual, lo táctil, lo auditivo y lo gustativo, son parte indisoluble de la mise en scène del cortejo sensual.

El hombre en su complejidad responde a estos estímulos, los que desencadenan estados subjetivos que excitarán las zonas más sensibles de la comunicación erótica y sexual, las zonas erógenas. Tanto nuestro cuerpo como nuestra psiquis serían receptivas a los estímulos de los afrodisíacos, dependiendo de nuestra formación cultural, lo que incluye reglas sociales, morales y religiosas que pueden jugar en contra en el momento decisivo y por lo cual a cada individuo lo que pueda resultarle placentero, a otro puede no serlo. Generalmente los posibles afrodisíacos, debieran tener mucho más que ver con el momento y la situación adecuada del cortejo. Veamos como ejemplo, un plato principal y un postre, de los que se ofrecen en uno de los restaurantes de cocina afrodisíaca de Buenos Aires, ?Te mataré Ramírez?. A simple vista y en rápida lectura pueden incitar a la risa, pero imagine un poco más y dígame. ¿Qué le provoca? ¿Qué imagina?



¿Qué pretende usted de mi?

Turgente pechuga Sarli, rellena de queso fontina y atrapada en hilos de papa y recostada en coulis de campari. Acompañada de tiramisú de calabaza, mascarpone y rúcula con exótico confit de champignones y cebollines.

Anuncia placeres tu mirada misteriosa

Erecta y tumescente banana caramelizada en azúcar negra, envuelta en crujiente masa phila, con salsa de dulce de leche y helado de crema.


El erotismo en las cocinas del Mundo
Seguramente las culturas que más desarrollaron en su cosmovisión la sensualidad y por ello más hablan de los afrodisíacos, son las orientales.
En la India las ideas fundamentales del Tantra, como culto religioso y camino que utiliza el sexo para alcanzar la divinidad; incorporan a través de la unión del hombre con la naturaleza, a los alimentos inmersos en su mundo cotidiano. Lo mismo sucede en China en la filosofía del TAO (taoísmo); que presuntamente resume el conocimiento del sabio Lao Tse y que llegara a través de Confucio hasta nuestros días. Así mismo, en la medicina tradicional china se usaban remedios a base de hierbas, como la raíz de ginseng para potenciar la longevidad y el vigor sexual.

En oriente conceptos como el Ying y el Yang, están presentes en toda su cosmovisión e inclusive fuertemente en la comida. Según su concepción, basada en los principios de los opuestos, las fuerzas activas y pasivas se encuentran en todo lo creado garantizando su equilibrio, así también debe lograrse una vida armoniosa con la naturaleza y en el plano sexual a través de la unión entre el hombre y la mujer. La unión amorosa entre los amantes, era visualizada como camino para el desarrollo de la conciencia, llegando incluso a que con cuantas más mujeres un hombre mantuviera relaciones sexuales, mayor sería el beneficio que este acto le daría y mejor aún, si este mismo hombre en una sola noche se acostaba con diez mujeres distintas.
Los árabes destacaron el valor de perfumes, fragancias y cosméticos como multiplicadores del placer sexual. También de algunos alimentos como la cebolla a la que se le ha adjudicado poderes desde la antigüedad. Existe una hermosa leyenda árabe del libro, ?El jardín perfumado? (S. XVI), cuenta que el jeque Sheik al-Nefzawi permaneció con el miembro erecto durante 30 días sin interrupción porque comió cebollas y bebió su jugo al machacarlas mezclado con miel. Igualmente advertía del uso moderado y no por más de 3 días seguidos pues, un hombre normal podría llegar a no perder jamás la erección. En este mismo libro se sugería tomar el miembro de un asno, hervirlo con cebolla y gran cantidad de trigo. Con esta mezcla se debía alimentar los pollos que luego comiera la persona necesitada de incrementar su potencia sexual. También se podía macerar el miembro del asno, en aceite y frotarse el miembro propio con este aceite, como beber el resto. Según el mismo libro, estos tratamientos eran eficientes y super probados.

En el continente africano para avivar el fuego de la pasión, se utiliza el extracto de la corteza de un árbol camerunés de nombre Yohimbete, el mismo se también se encuentra en algunos países de América del Sur. La corteza de este árbol, la Yohimbina, está presente en casi todos los productos que potenciarían la virilidad. Una vez triturada, se mezcla con diversa clase de alimentos para la realización de productos variados; desde bombones hasta bebidas, pasando por cremas y píldoras. Se sabe que se trata de un vasodilatador, el que hace afluir abundante sangre y por ende, estimularía la potencia sexual permitiendo prolongadas erecciones.
Entre los sajones las plantas con apariencia fálica como zanahorias y espárragos, gozaron de gran reputación. También se consideraron como afrodisíacas, sustancias tales como el alcohol por su propiedad desinhibidora. La Verbena de Sant Joan es un caso tipo de ello. Esta celebración que se realiza en la noche más corta del año o ?solsticio de verano?, del latín solstitium, sol estático, es una de las fiestas paganas más extendidas en toda Europa. Según los etnógrafos y otros estudiosos, una tradición que proviene de los Celtas.

La tradición de adorar al sol, encendiendo hogueras para quemar plantas y saltar por encima del fuego mientras estas ardían, se remonta a miles de años. En esos tiempos se usaban plantas que poseen efectos estimulantes, los que mezclados con ciertas dosis de alcohol, proporcionaban un estado muy alegre, adecuado al rito pagano. Luego de las danzas alrededor del fuego, la tradición continuaba en los bosques con orgías sexuales, estimulados por el rito en sí y por el humo que inhalaban de las plantas al quemarse. También producto de la desinhibición producida por el vino y aguardiente, los que bebían en cantidades adecuadas.

En realidad lo que se buscaba con esto, era festejar la tranquilidad de las cosechas, algo así como un ritual de la agricultura y de paso, embarazar a las mujeres de la comunidad para que el parto se realizara tres meses antes de la época de la cosecha, así todos los brazos estaban dispuestos y los partos se producían con la primavera cuando los recién nacidos tenían más probabilidades de sobrevivir. En la época de la Edad Media, estos festejos fueron considerados pecaminosos como lo fuera el carnaval.

Los siglos XVII y XVIII fueron en Francia de un gran auge tanto del amor como de la cocina. Fueron conocidos, como los siglos del placer. En ellos comienzan a cobrar importancia los sentidos y la escenografía. Los platos serán presentados con una clara alusión a los placeres carnales, ya por su sabor, su morfología, por su olor o su textura. Supieron aprovechar de todo y, en este sentido le deben rendir honores tanto a Colón por los productos que aportó al descubrir las rutas al Nuevo Mundo, como a la itálica Catalina de Médicis, que introdujo productos florentinos desconocidos en Francia, entre ellos se destaca el "zafferano", nombre italiano del azafrán, con el que ya por en Florencia se elaboraban golosinas deliciosas consideradas excitantes. Introdujo las trufas y también reintrodujo el olvidado alcaucil, que volviera a ponerse de moda.

Algunos personajes de la época marcaron esta tendencia.

Rabelais recomendaba algunos productos que incrementaban la lujuria, tales como las cebollas y ajos; habas, guisantes, garbanzos; nueces y otros frutos maderosos, mariscos y demás variados frutos de mar; berro; condimentos como el estragón, etc.
Para el francés Marqués de Sade, degenerado sexual en potencia y a tal punto que de sus habilidades generó hasta un término, el summun era obtenido con la ingesta del polvo de la cantárida o mosca rusa, (Cantharis vesicatoria), escarabajo muy venenoso del Sur de Europa y que en dosis prolongadas causa lesiones en ciertos órganos, accidentes cardiovasculares y hasta la muerte, de ahí que está prohibida en varios países. Como su consumo produciría erecciones más allá incluso de la propia voluntad y en las mujeres abundante lubricación e irritación urogenital la que sólo se aliviaría en la cópula, este dislocado Marqués que no tenía que beberse nada, lo promovía, total a él quién le quitaba lo bailado.

También el médico y enigmático Michel de Nostradamus, sugería recetas donde estuvieran presentes el azúcar o la miel para aquellas mujeres con ?frialdad? de matriz e infértiles. También proponía igual medicina para los hombres que no cumplían con su deber en los aposentos.

El famoso cocinero Nicolás de Bonnefons, concederá importancia a las hierbas frescas, las especias y al chocolate molido con azúcar, la que consumía Richelieu. Clara imagen de que una taza de chocolate siempre dispone al alma, la tenemos en el film biográfico Vatel.

La península itálica fue conocida por ser la región más rica en preparaciones gastronómicas excitantes, hubo en su saber popular gran cantidad de pintorescos filtros de amor. Mezclas extrañas capaces de seducir a una joven, volver loco de amor a todo hombre o producir el aumento de la anatomía del miembro de un hombre. La cocina italiana desarrolló en alto grado el refinamiento y la perfección, dado que sus cocineros fueron reales innovadores los que simplificaron la rústica cocina medieval y la transformarían en una de las mejores del mundo. Fue en el Siglo XVI cuando el chef Platina difundiera gran cantidad de recetas afrodisíacas, luego llevadas a Francia por Catalina de Médicis, entre las cuales figuró "El pastel de crestas, higadillos y testículos de gallo" y la ginestrata.
Nicolás de Maquiavelo también se preocuparía por las cualidades de ciertos platillos. En una de sus obras "La Mandrágora" atribuye a ésta planta, entre otras propiedades la de estimular la fecundidad. En la época estuvo muy en boga por sus presuntas cualidades excitantes de la sexualidad, a igual que tortitas de flores de saúco.
En el Siglo XVII se destaca el chef Stefani, autor de los "Zambalione", considerada una bebida reconfortante tras las noches de amor intenso.
En el siglo XVIII el chef Leonardi, llegó a cocinero de Catalina II de Rusia, a quien deleita con recetas de gran sentido erótico como Codornices con trufas, o Filetes de salmón a las finas hierbas y el guiso de spugnoli (setas). Siguiendo la misma línea, Vincenazo Corrado, incluye las criadillas de cabrito, las hierbas, frutillas y caviar. Se cuenta que el caviar fue responsable de que el emperador de Rusia Pedro el Grande, tuviera heredero luego de una noche de incansable y ardoroso amor con la honorable Catalina II.

España tampoco se quedó atrás. Aunque a diferencia de otras regiones, la cocina con fines eróticos, fue invocada generalmente por esposas de consortes decadentes y de pocas expectativas para otorgarles descendencia, por lo que estas se movilizaban en busca de hechiceros o magos, tan usuales entonces como hoy, aunque entonces eran generalmente judíos o moros, quienes les elaboraban pociones o brebajes con virtudes mágicas. Es lógico que las pobres mujeres recurrieran a estos, cuando un médico en el año 1551 aconsejaba cenar a los hombres para incrementar su fertilidad, algo poco como, ?...así como tres o cuatro yemas de huevo, con dátiles y piñones echados seis horas en agua caliente?. Señores, todos sabemos que el buen apetito siempre ha sido una peculiaridad en los residentes de la Madre Patria.
Los aborígenes de América no se quedaban atrás. Estos le otorgaron propiedades afrodisíacas a muchos productos más por sus formas que por otra cosa. Los testículos eran su obsesión, así la palabra ?aguacate? significa testículos en idioma náhuatl.
Incluida en la lista de productos afrodisíacos de la América India, están además la papa, el nopal, el chocolate, frutas como el maracuyá y otros tantos. La Maca Andina, llamada el Ging seng americano originario de Perú, tuvo una gran importancia durante el período incaico, pues no solo servía de alimento, sino también de ofrenda a los dioses a quienes daban además maíz, maca y papas. Sobre la maca y la sorpresa que tuvieron los españoles al descubrir las propiedades atribuidas a su raíz, comenta una crónica de época: "Su temperamento es muy caliente y por mantenerse los naturales con esta raíz, no solo no van a menos como en las demás provincias, sino que se multiplican cada día más para lo cual dicen tener virtud por esta raíz". ?...Son muy gustosas, ardientes y afrodisíacas. Capaz de excitar al Venus, por los que muchos creen que prestan fecundidad a hombres y mujeres?.

En las Islas del Caribe la cosa es distinta. Hay versiones que dicen algo del consumo de la jicotea, el cobo, los huevos de caguama, el jengibre y hasta del guarapo, jugo extraído de la prensada en frío de la caña de azúcar. Pero la verdad verdadera, gira más entorno a lo místico que a la comida.
Ochum es el claro ejemplo. Una de las orishas del sincretismo afrocubano, es válida para cuantas cuestiones de amoríos se quieran resolver. Dueña de la belleza, del amor, la feminidad y el río, estandarte de la coquetería, la gracia y la sexualidad de toda mujer. Su imagen condice con una mulata bella, simpática, buena bailadora y siempre alegre, con una personalidad capaz de provocar riñas entre los hombres y los otros Orishas. Cubierta de colores amarillos, coralinos y verdes, aconseja baños de miel, cascarilla, un polvillo que se obtiene del cascarón seco del huevo, leche y muchas hojas de flores blancas para provocar una desesperación brutal en el hombre. Si a esto le sumamos un cóctel de ostiones y un mojito, será explosiva la escena. Mucha música y el calor sofocante que insita al restregueo de los cuerpos semi desnudos por el clima. ¿Qué más pedir caballero?


Concluyendo entonces
La ciencia sólo reconoce como afrodisíacos algunos productos químicos, pero no garantiza ningún tipo de seducción, esa parte y es más que obvio, corre por cuenta de quien tenga la intención de llegar a algo. Silvio Rodríguez es claro cuando dice que sólo el amor engendra la maravilla; sólo el amor convierte en milagro el barro... Por lo tanto, las hierbas, los pescados, los mariscos, las carnes y las frutas, serán eróticas en tanto y en cuanto se tomen con esa intención. No hay mayor seducción que la autosugestión, el convencimiento de que esto sirve para una cosa y listo. Pregúntele sino a Isabel Allende, que después de haberse dado la vuelta al Mundo en busca de afrodisíacos, terminó descubriendo que el más poderoso era el amor, y eso lo descubrió, ya bastante crecidita.
Para nadie es una novedad, que el descubrimiento de guisos y preparados, que ayudaran a la potenciación de la libido, desde siempre supuso alcanzar una de las más altas cotas de sensualidad, ya fuera para un hombre o una mujer. La diferencia entre una época y la otra, es que antiguamente la fórmula del éxito era guardada con celo, sin embargo, en la actualidad somos capaces de consumir tratados que hablen del tema, tomar cursos especializados e incluso, irnos a probar algún que otro plato en un restaurante que aborde la temática. A mi entender esta obsesión promovida por el marketing, ha ido vaciando del misticismo y encanto que en su momento poseía.

Es necesario para todo profesional gastronómico, conocer acerca de las diversas tradiciones que giran en torno a la cocina y los secretos sobre su origen. El conocimiento de saber cómo funcionan tradiciones o el relato mítico alrededor del platillo, nos otorga una mayor capacidad para el logro de lo que se desea transmitir, mediante una creación culinaria. Algo que está implícito en la ética profesional. Con esto no quiero decir que debemos estar ajenos del juego y de las tendencias sociales, sino, que debemos estar conscientes para no caer en la vulgaridad y superstición, con la que tan solo time a los comensales.
Pero bueno, para seguir con la tradición les dejo una receta. Si de repente suben los calores y se arma el clima, no se preocupen, la vida es corta y tenemos que disfrutarla. ¿No les parece?

Un saludo sabrosón, Yilán.



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