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La Feria de Albacete Quiere Ser Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional



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Primeras figuras del toreo, el deporte y la música moderna, muestras culturales, artesanas y folclóricas, la mejor gastronomía y un renovado y tradicional carácter comercial se unen en una de las más antiguas ferias de España, que fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1967 y aspira a conseguir en breve la calificación internacional. El Ayuntamiento de la ciudad está iniciando los trámites para conseguirlo.

Hay quienes hablan de la Feria de Albacete remontándose a sus orígenes, hace casi 300 años en tiempos de Felipe V, o incluso antes, en el siglo XV, cuando empezó la primera actividad comercial en la ciudad, entonces un villorrio. Otros prefieren referirse a ella, como la fiesta de los mojitos, el jamón, el queso y el buen vino manchego, como el lugar que nunca duerme y que ofrece excelentes atracciones musicales. La Feria de Albacete es para algunos, ante todo una feria taurina, de las mejores de España, donde es posible ver a los grandes diestros y toros de las mejores ganaderías; los más intelectuales valoran en cambio su atractiva propuesta cultural, con buenas exposiciones, conciertos, muestras de artesanía y mucho más.

Sería difícil decidir cuál de estos criterios es el más acertado. En realidad, lo mejor de la Feria de Albacete, declarada de Interés Turístico Nacional y firme candidata a conseguir la calificación internacional, es que todo lo dicho es cierto, que en ella se dan cita la alegría y el espectáculo, la cultura y el deporte, la buena gastronomía y la marcha nocturna, la diversión asegurada para gentes de todas las edades.

Actos culturales, deportivos, sociales. Desde degustaciones culinarias a presentaciones de libros, campeonatos de ajedrez y torneos internacionales de tenis, rutas de tapas típicas, conciertos de bandas musicales, folclore de todo el mundo, concentraciones de diverso tipo, jornadas culturales, tardes taurinas, teatros, batallas de flores, exposiciones, recitales poéticos, concursos, bailes, conciertos, verbenas, mercadillos, certámenes, exhibiciones... Y por si faltara algo, también un trasfondo religioso ya que no en vano la Virgen de los Llanos, patrona de Albacete desde hace más de 50 años, preside la Feria y es la protagonista de la Cabalgata de Apertura, uno de los actos más populares y emotivos, en el que se entremezclan pasos de moros, manchegas vestidas con el atuendo regional, las peñas acompañados por bandas musicales y carrozas con adornos festivos, y que concluye con una espectacular suelta de palomas.


Una programación ambiciosa
Durante diez días, del 7 al 17 de septiembre, la capital manchega deja sus puertas abiertas de par en par a gentes de toda España y, cada vez más, de otros países. Su población se cuadruplica y hasta 500.000 personas llegan a abarrotar su recinto ferial. Lo que empezó siendo una importante feria de ganado y productos del campo se ha convertido hoy en una de las más destacadas manifestaciones festivas y culturales.

La carrera hacia 2010, cuando cumplirá sus primeros 300 años, se ha acelerado y la mayor velocidad se nota en más y mejores figuras en los conciertos y en las corridas, más espectaculares atracciones y montajes, más animación, más cultura, más fiesta... Enrique Ponce, José María Manzanares, Sebastián Castella o Joao Maura, entre otros, se lucirán en el albero, mientras Malú, Nacha Pop, Shaila Dúrcal, Ariel Rot y muchos más animarán las noches de la Feria en la Carpa de Los Ejidos y la Caseta de los Jardinillos. Rafael Álvarez el Brujo, Luis Merlo, Teté Delgado, Florentino Fernández y Josema Yuste serán algunos de los artistas que subirán a los escenarios, mientras que todas las artes plásticas, así como la literatura y la música tendrán también su presencia en diversas manifestaciones de la Feria.

Al caer la tarde, cuando las 200.000 bombillas (de bajo consumo, eso sí) iluminan el ferial y el sol del día deja paso a la fresca noche, la Feria revive y muestra su mejor cara. Miles de personas recorren La Sartén, visitando las casetas del "mango" y perdiéndose por los "redondeles" concéntricos que ahora están repletos de puestos de comidas, chucherías, artesanía, regalos y cuchillos, naturalmente. Es entonces cuando hay que cumplir con todos los ritos que exige la fiesta: correr el toro de fuego de Barrax cargado de cohetes, tomar el caldito reparador en el Pabellón Municipal, probar algunos de los muchos mojitos que se ofrecen en distintos puestos y animarse a comer gambas, jamón, queso manchego, caracoles, "forros", chorizos, "guarras", "suspiros", cascos de patatas, lomo de orza o, para los más animosos con mejor estómago, los contundentes gazpachos manchegos, atascaburras con patatas y bacalao, ajo de mataero, perdiz al escabeche y, de postre, los tradicionales "miguelitos" de la Roda.


Una larga historia
Aunque los orígenes ciertos de este feria se remontan al 6 de marzo de 1710, cuando el rey Felipe V firmó el Privilegio por el cual Albacete podía instalar una feria comercial, hay quienes opinan que, en realidad, hay que hablar de 1375, cuando Albacete se segrega de Chinchilla, o como mínimo al siglo XV, cuando se hace mención a las primeras ferias de ganado en la ciudad. En todo caso, el crecimiento destacado de la feria se da a partir de 1783 cuando se inicia la construcción del edificio ferial, conocido como "La Sartén", con planos del arquitecto albacetense Josef Ximenez, y único en su género, con la suficiente entidad arquitectónica como para ser considerado Monumento Nacional.

El edificio ferial, único en su género, es un ejemplo de arquitectura manchega destinada a la actividad comercial. "La Sartén" está formada por anillos concéntricos que albergan muchos y muy variados puestos de productos albaceteños y de otros lugares, y que en el centro tiene un quiosco tradicionalmente utilizado para las bandas de música. A lo largo del mango de La Sartén hay dos edificios flanqueados por un espeso arbolado a modo de avenida, y todo el cinturón de la propia sartén está asimismo jalonado por espacios verdes.

Con el nuevo edificio, comienza el resurgir económico de Albacete, ligado al establecimiento definitivo de su Feria, verdadero centro de peregrinación comercial hacia la ciudad de gentes de todas las comarcas vecinas y de otras regiones. Algunos de los feriantes iniciales pasaron a formar parte de la población fija de Albacete al establecerse aquí definitivamente. Año tras año, la Feria se ha ido enriqueciendo, siendo en la actualidad más rica en ofertas y mucho más participativa.


Visita de Albacete
La visita a la Feria de Albacete es una excelente oportunidad para conocer también a fondo una ciudad que hay que recorrer con calma y, aunque no ofrece muchos grandes monumentos, permite descubrir rincones, pasajes, plazas, parques y edificios de singular belleza. La Plaza del Altozano es un buen punto de partida para el recorrido. Desde allí se puede observar el viejo Ayuntamiento y el Monumento al Cuchillero, figura central en la región. Después vendrán las visitas a la Catedral de San Juan Bautista, el Museo Municipal de la Cuchillería, el Barrio de Carretas, el Museo Provincial de Albacete, la Diputación Provincial y, por último, la Plaza de los Toros que está considerada una de las más bonitas de toda España.

En el viaje a Albacete no hay que perderte el Pasaje de Lodares, la Posada de Rosario y la hermosa Ermita de San Pedro de Matilla en los alrededores de la ciudad, en la Finca de Los Llanos. Y por la noche, si se quiere variar del ambiente de la Feria, nada como dejarse caer en "la Zona", una serie de calles con muchos clubes y pubs, o "Los Titis" donde hay unas cuantas terrazas con mucha marcha.



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