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Jauja ( I I I )


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Tatiana Suarez Losada
La cocina me apasiona desde pequeña y desde entonces no he dejado de aprender



La Navidad llegó a Jauja y todos los rincones, calles y plazas se llenaron de luz, colorido e ilusión. Las ventanas y las puertas de las casas se embellecieron con coronas y guirnaldas, creando un clima cálido y acogedor y el corazón de los habitantes se saturó de buenos sentimientos y de alegría. Esto se hizo más patente en los niños, verdaderos protagonistas de la Navidad. Como estaban de vacaciones, correteaban por las calles libres y gozosos, entre risas y juegos, deteniéndose en los escaparates de las tiendas donde los juguetes de sus sueños les prometían mil aventuras emocionantes y largas horas de diversión. Poco a poco, iban concretándose sus preferencias y las plasmaban cada día en la carta a los Reyes Magos, que se convertía en una interminable relación de peticiones insaciables.


Fin de semana
Era día de Nochebuena y desde primera hora Jauja era toda actividad y bullicio, sus habitantes hacían compras y más compras, ultimaban detalles y preparaban el menú para la cena.

Carlota era conocida por sus magníficos guisos y más concretamente por sus postres, por los que sentía auténtica pasión. Los niños la adoraban, porque siempre preparaba alguna sorpresa para ellos, ya fueran bizcochos, pastas o helados, y eran felices cuando les invitaba a su casa y se reunían en su cocina, donde saboreaban los dulces entre aromas de canela, vainilla y chocolate. Y ese día no iba a ser menos, así que se dispuso a elaborar algo especial para ellos, una entrañable merienda que para ella sería casi su cena, ya que vivía sola y siempre se acostaba temprano. Su verdadera familia eran los habitantes de Jauja y, en especial, los niños.

Preparó unas deliciosas natillas, saturadas de motitas de vainilla, y las puso a enfriar en su jardín, bajo un árbol del cacao cuyas habas estaban en plena sazón. Quizá se extrañe el lector leyendo estas últimas líneas y no encuentre explicación a su contenido, pero no debemos olvidar que la magia era algo habitual en Jauja y sus fenómenos se producían casi a diario.
Mientras la dulce crema se enfriaba en el jardín, Carlota hizo mazapán para formar figuritas, algo que entusiasmaba a los niños. Habitualmente les daba forma de estrella, de abeto o de angelito, pero esta vez, al sentir la masa entre sus manos, tuvo una súbita inspiración y creó un belén y a todos sus personajes. Uno tras otro fueron surgiendo de sus manos primorosas: la familia, el buey y la vaca, los pastores... a cada uno le daba un toque diferente, unas veces con cacao en polvo, otras con guindas o con pasas. Contempló emocionada la estampa y pensó en los niños y en lo felices que serían al ver el belén, y no digamos al poder saborear las deliciosas figuras.
Tan emocionada estaba, que olvidó las natillas y al mirar al reloj comprobó que se había hecho tarde para llamar a los niños, de modo que decidió esperar al día siguiente, día de Navidad, hacer una cena ligera y acostarse, no sin antes remover las natillas por última vez, dejándolas en el jardín para que estuvieran bien frías.
A lo largo de la noche oyó silbar al viento y sintió mucho frío, pero era algo normal en una noche de invierno, así que se acurrucó en su cama y siguió soñando con la Navidad.

Nuestra amiga Carlota se despertó temprano y lo primero que hizo fue abrir las ventanas de su casa. Se llevó una agradable sorpresa al ver que todo estaba cubierto por una blanquísima nieve que proporcionaba una luz y un encanto especial a aquel día de Navidad. Después de paladear una reconfortante taza de café, salió al jardín dispuesta a recoger las natillas, ¡desde luego que iban a estar frías! Al llegar bajo el árbol del cacao, no podía creer lo que veían sus ojos: las natillas se habían transformado en un cremoso helado de chocolate, delicioso y único, y comprendió lo que había sucedido durante la noche: el fuerte viento había triturado las habas de cacao y las había hecho caer sobre la crema, la había batido y removido, mientras el frío y la nieve contribuían al milagro. Tomó el recipiente con manos trémulas, entró rápidamente en su casa y llamó a gritos a los niños, que acudieron raudos y veloces y disfrutaron de un insólito desayuno de Navidad.

Después del desayuno, Carlota les invitó a dar un paseo en tren. Era un viejo tren que únicamente se ponía en funcionamiento en Navidad como distracción y entretenimiento para los niños. Iba muy despacito, así que permitía contemplar el paisaje y gozar de su belleza tranquilamente. El campo estaba precioso con sus tonos parduzcos y sus aromas a bosque. Desde las ventanas, Carlota y los niños disfrutaban imaginando que todo lo que se ofrecía a sus ojos eran cosas de comer o ingredientes culinarios. Así, los troncos de los árboles se les antojaban de chocolate, las crujientes hojas secas de guirlache, los copos de nieve, azúcar glass espolvoreado sobre un inmenso pastel, las bayas que aún permanecían en las ramas, frutas confitadas, las ovejas de los campos, de mazapán, en fin, una lista interminable de tentadoras sugerencias que encendió, aún más si cabe, la imaginación de nuestros protagonistas.

Una vez finalizado el paseo, al bajar del tren comprobaron con sorpresa y alegría que éste se había convertido en un tren de chocolate y turrón, con sus vagones, su locomotora y sus ruedas, todo, todo era de comer.
Corrieron a sus casas, ansiosos por contar a sus padres lo que había sucedido y entre todos decidieron reservar el mágico tren para el domingo, así terminarían la semana de la manera más dulce posible gracias a este regalo de Navidad que la naturaleza y la magia habían creado para los niños de Jauja, para Carlota y para todos los que fueran capaces de albergar una chispa de ilusión infantil en su corazón.
A la hora de redactar estas líneas, en mi corazón sigue encendida la chispa de ilusión y de esperanza en poder volver a tener entre mis manos aquel cuento mágico en forma de tren, sé que algún día volverá a mí. ¡Feliz Navidad!


Helado mágico de Navidad
Natillas, chocolate rallado o cacao amargo en polvo, 200 c.c. de nata líquida para montar (36% de materia grasa), un poco de azúcar.

1) Hacer las natillas de la manera acostumbrada. Deshacer el chocolate o el cacao en un poco de leche o nata caliente y mezclarlo con las natillas. Dejar enfriar y reservar en el frigorífico.

2) Montar la nata con un poco de azúcar, debiendo quedar semi-montada, e incorporarla a la mezcla de chocolate bien fría. Poner en una heladera durante 20-25 minutos, o hasta que adquiera la consistencia adecuada.
Si no se tiene heladera, poner la mezcla en un recipiente rígido con tapa y meter al congelador durante 1 hora. Al cabo de este tiempo, batir la mezcla con un batidor de varillas o con un tenedor, para romper los cristales que habrán empezado a formarse, y meter de nuevo al congelador.
Mientras se realiza esta operación, no estaría mal imaginarse que se es el viento, la nieve y el frío, seguro que el helado queda aún mejor...
Repetir la operación tres veces en total, hasta que el helado adquiera una consistencia cremosa.

3) Una vez hecho el helado, y si no va a consumirse inmediatamente, guardarlo en el congelador. Sacar del congelador al frigorífico media hora antes de servir.

Servir en forma de bolas, en cuencos pequeños, acompañados de tejas, galletas o pastillas de chocolate blanco o negro.


Belén de mazapán
Para hacer el mazapán, son necesarias almendras molidas, azúcar glass y claras de huevo.

Respecto a las cantidades, para œ Kg. de mazapán aproximadamente hacen falta 200 g. de almendras molidas, 200 g. de azúcar glass y 1-2 claras de huevo (dependiendo del tamaño de los huevos).

Poner las almendras y el azúcar en un cuenco amplio y mezclarlas con las manos. Añadir una clara de huevo, sin batir, y mezclar con un tenedor. Si la masa queda algo seca, añadir un poco más de clara a medio batir (es más fácil de dosificar) hasta conseguir una masa que no se pegue a las manos.

El mazapán puede utilizarse inmediatamente o guardarse en el frigorífico, envuelto en film trasparente. De esta manera aguanta hasta quince días. También se conserva perfectamente en el congelador.

Para hacer figuritas con formas navideñas, estirar el mazapán con un rodillo, entre dos hojas de film transparente o dos hojas de Silpat, hasta que tenga 2 œ cm. de grosor. Seguidamente cortar con un cortapastas las formas deseadas.

Pueden dejarse tal cual o pintarse con yema de huevo y dorar en el horno con el grill encendido, vigilando constantemente porque se queman enseguida.

Para hacer los personajes del belén, separar una parte de la masa y mezclarla con un poco de cacao amargo en polvo, con lo que se consigue mazapán de chocolate. Servirá para hacer el buey o la vaca, la ropa de los pastores, etc.

Formar las figuras de los personajes con las manos, como si fuera plastilina. Según la habilidad de cada uno, saldrá más o menos ?artístico?, pero lo importante es disfrutar haciéndolo y divertirse.

Utilizar pasas de Corinto, perlas de chocolate o guindas para hacer los ojos, los botones y otros rasgos.


Tren de chocolate y turrón
Tabletas de turrón de chocolate, turrón duro y blando, polvorones, frutas confitadas, bombones, palitos de regaliz y otros dulces para decorar, azúcar glas para espolvorear.

Preparar una bandeja amplia, cubierta con una bonita blonda dorada, plateada o con motivos navideños.

Formar un tren con las tabletas de turrón, alternando los colores y las texturas. Para que los vagones queden más altos, se pueden superponer las tabletas.

Para separar los vagones, utilizar palitos cortos y gruesos de regaliz.
Para hacer la locomotora, cortar una tableta de turrón por la mitad y ponerla sobre el primer vagón, a modo de cabina. Se puede formar una pequeña figura de mazapán, que será el conductor del tren.

Para hacer la chimenea, utilizar un palito de regaliz.

Para hacer las ruedas, utilizar polvorones.

Colocar las frutas confitadas, los bombones y otros dulces sobre las tabletas-vagones, a modo de mercancías.

Por último, espolvorear el conjunto con azúcar glass.


* Nota de redacción:
Estimados amigos. Aunque con retraso, no queríamos dejar de publicar este texto que, por causas ajenas a nuestra voluntad, nos resultó imposible incluir en la edición correspondiente, y cerrar así el ciclo de Jauja. Nuestras disculpas a los lectores y a Tatiana Suárez.



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