Lorena y Cristina son dos chicas, autenticas profesionales de la hostelería, que pese a su juventud ya poseen una dilatada experiencia en el mundo de la restauración y cuentan con bastantes reconocimientos por la gran labor que desarrollan en el ámbito profesional en el que se desenvuelven.
Se trata de un gastrobar con un encanto especial por su ubicación en un local (junto a la sede de la Policía Nacional) no excesivamente grande –ni falta que hace– pero muy confortable y acogedor, con una coqueta terraza, que hace que uno se sienta verdaderamente a gusto en el que podemos regocijarnos de un nuevo concepto de disfrutar del arte comestible.
Lorena se encarga de la Sala con ese arte, sencillez, naturalidad, profesionalidad y exquisita amabilidad que le caracteriza, mientras que Cristina, como excepcional cocinera y gran artista del arte culinario, dirige los fogones de este establecimiento torremolinense, de cuya cocina emana una serie de exquisiteces capaces de sorprender y satisfacer al gourmet más exigente. Tapas y platos vanguardistas de diseño con productos naturales de mercado diario pero teniendo muy en cuenta y sin olvidarse nunca de la esencia de los fogones tradicionales de antaño.
Queso de cabra con cebolla caramelizada; Pastel de pimientos rojos; Paté de higadito de ave al Pedro Ximenez; Salmorejo; Fideos tostados con langostinos y ali-oli de piquillo; Cuernos con salsa agripicante; Hummus con langostinos al ajillo; Berenjenas fritas a la miel de caña; Flamenquín de pollo, queso y setas; Presa ibérica con chutny de melocotón; Lagrimitas de pollo con salsa agridulce al limón; Morcilla de arroz con puré de pera; Huevos roto con Jamón; Anchoa y boquerón sobre hojaldre con alboronía, entre otras delicatessen sin olvidarnos de la cocina de lo dulce que en el
“Calendulas” alcanzan igualmente un nivel superlativo.
Oneto