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Sí, todavía están, pero no es lo mismo..., ¿qué se me perdió en el camino?, ¿qué busco en cada viaje de ida o de regreso?, algo que no esta, que ya fue..., tal vez la felicidad de la inocencia perdida despertando a los sentidos...
Y, uno es joven, quiere cosas nuevas, pretende cambiar y revolucionar al mundo con un manojo de ideales, y termina siendo atrapado en las redes del confort, del consumismo, del pretendido status, de la frustración del idealismo...; como en esa historia de Quino, en que Mafalda y uno de sus amiguitos, ve a dos señores subiendo a un poderoso automóvil y, diciendo: “¿te acordas cuando queríamos cambiar al mundo?, ja, ja,ja”, Mafalda se mira con el otro chico y salen corriendo hacia la plaza donde están los demás y, les dicen: “chicos, chicos, tenemos que apurarnos a cambiar al mundo, porque si no lo hacemos ahora, después nos cambia a nosotros”.
Y, en nuestro deseo de superhombres, de dioses terrenales, vencimos a la naturaleza para torcerla a nuestro antojo; hay frutillas durante todo el año, ya no debemos esperar el despertarnos una mañana y sentirnos sorprendidos por ese regalo de la vida...., las hay enormes, tan grandes como podíamos imaginar en un sueño o pesadilla, pero no es lo mismo, no tienen aquel sabor..., y, de tan cotidianas ya resultan cansantes..., ¿será que el hecho de la rutina no creativa destruye un poco...?
Y, nos volvemos insatisfechos, buscamos la perfección no solo en las frutillas, sino en todo cuanto se nos cruza por el camino, y, de tan perfectos estamos carentes de sensaciones profundas, de gusto a tierra y sol, de sentimientos... , y, estamos tan apurados por encontrar lo nuevo, aquello que nos despertara todos los sentidos –con los cánones que nos impusieron, o dejamos imponer-, que fuimos perdiendo la capacidad de gozar de lo simple, del sabor de una fruta madurada libremente bajo los rayos del sol, de la sensualidad casi voluptuosa de morder alguna verdura crujiente, con sabor a vida.
¿Será que ya estaré viejo?, de chico solía disfrutar tomando leche, que recién ordeñada traían del tambo –a la vuelta de casa-, hoy ya no existen, desaparecieron, los mataron, y, no nos queda otro remedio que terminar en ese liquido sin sabor a nada que venden en los supermercados, o, volver al campo..., pero no puedo, ¿y el departamento, y las tarjetas de crédito, y los gastos de mi seudo-confort, quien me los paga?, y, terminamos encerrados en nuestra propia jaula de rejas transparentes...
Recuerdo, cuando luego de ser liberado -hace muchos años atrás-, de una injusta prisión en una celda –por la Dictadura Militar en Argentina-, escribí esto: “Me soltaron para volverme a encerrar entre cuatro paredes que esta vez yo no podía ver, acá, me cabe preguntar: ¿quién es mas libre, el que se encuentra encerrado entre cuatro paredes y no tiene culpas, o el que se encuentra encerrado en el mundo y ha perdido la fe?”
Escrito y publicado hace muchos años en:
http://www.enplenitud.com/volver-a-las-fuentes.html
Hoy, 02 de diciembre del 2011 obligado, o no, a hacer un balance de mi vida, ufff, cuanto debería haber en el “haber” y cuanto más en el “debe”, en fin, que más da si simpre hay algo para cerrar redondo el balance, jajajaja, durante 5 años me llevé a diciembre o marzo “contabilidad” porque yo quería ser “artista plástico” y no un contador.... y aca, hoy, a mis 56 y medio años reconozco que la vida siempre es bella y que hay que aprender a vivir y dejar vivir disfrutando cada momento, cada instante, cada lugar, cada persona... y si algo sale mal, si algo falló, bueno, aprender de cada error y seguir adelante.
TE QUIERO mucho (nunca te olvides de decirlo a todos)
Norberto Petryk
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Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |