Al calor o escalofrío del debate que recientemente se ha producido entre los tres partidos en el gobierno de la corporación municipal madrileña (tras la propuesta formulada por Vox para borrar y sustituir una mural feminista en la valla de un polideportivo del distrito de Ciudad Lineal), la figura de Lyudmila Pavlichencko,
La francotiradora soviética que abatió a 309 militares nazis (record mundial imbatido de la historia) y de otros países de Eje ha vuelto a salir a la palestra. En el lío y turbaulta se dijeron cosas que la UNESCO no permite reproducir para no dar alas al analfabetismo funcional, pero finalmente la propuesta no prosperó al cambiar el grupo de Ciudadanos y en última instancia el sentido de su voto.
No obstante, la controversia al menos ha servido para hacer regresar a la actualidad de nuestros días a un singularísimo personaje. En medio mundo sus hazañas siguen vivas y junto a la historia y peripecia de su viaje a Estados Unidos en 1942, durante lo más crudo del esfuerzo bélico soviético, pero convendría refrescarlas con la lectura de su autobiografía, La francotiradora de Stalin, publicada en 2019, y la película La batalla por Sebastopol de Sergey Mokristskiyy en la que se narra un episodio culinario francamente interesante. Eleanor Roosevelt, Primera Dama de Estados Unidos durante cuatro legislaturas y su gran amiga durante veinte años, tras enseñar a Lyudmila a elaborar su gran especialidad, la Tarta Pecan o Pecan Pie, fue instruida por la soviética en la elaboración de la sopa Borsch.
Tras la crisis que siguió al desastre bursatil de 1929, la familia Roosevelt diseño un estricto plan de austeridad para las comidas en la Casa Blanca, pero el matrimonio nunca renunció a la Tarta Pecan que dicen Eleanor bordaba. Su receta para 4 comensales incluía 3 huevos, ½ Kg. de azúcar moreno, 1 taza de maíz oscuro, 1 cucharada de vainilla, 4 cucharadas de mantequilla 1 ½ taza de nueces pecan y 1 pizca de sal.
Así, la Primera Dama USA, inició a la ucraniana en el arte del postre típicamente estadounidense y una vez conocidos sus arcanos la francotiradora se aprestó a adiestrar a la señora Roosevelt en la fórmula del Borsch, una sopa agria común a las coquinarias de Europa del Esta y Asia de Norte que puede ser de col, verde, por la acedera, o blanca a base de centeno, pero cuyo máximo exponente es la roja de remolacha que constituye la enseña en los fogones de Ucrania y Bielorrusia. Parece que todas ellas son ramas o derivan de un tronco común escabechado y eslavo.
El Borsch que le enseñó Lyudmila a Elenor es una compleja y vivificante olla de remolacha, zanahoria, patata, apio, cebolla, diente de ajo, comino en grano, hoja de laurel, caldo de verdura o carne, tomate, col lombarda, vinagre de vino tinto, azúcar moreno, pimienta negra molida, eneldo fresco, crema agria, aceite y sal.
Cuando la cocción concluye, queda una sopa de un rojo vivísimo que las muchachas ucranianas usaban para colorearse las mejillas y las estadunidenses para dar brillo a sus labios adolescentes.
Finalmente, además de todo concurre/todo concuerda, como dijo George Bernard Saw, no hay amor más firme y duradero que el amor a la comida.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |