Como bien es sabido el País Vasco es, desde hace años, la sede de la buena gastronomía según la opinión de grandes críticos, de los medios y del paladar de todo aquel que pasa por aquí. La gastronomía no solo es el comer sino que es una manera de expresarse, una forma de reunión y sobre todo de disfrutar.
Así se transmite en las famosas sociedades gastronómicas, o txokos, como se le denomina en vasco. Se trata de unas sociedades privadas creadas a principios del siglo XIX, siguiendo el ejemplo de los centros de reunión británicos. Una de las peculiaridades de estos lugares, es que son sedes en las que se crean socios. Estos socios son exclusivamente del sexo masculino dado que todavía la tradición se encuentra muy vigente en estos lugares tan recónditos.
Antiguamente, los socios (normalmente amigos o familiares) se reunían los fines de semana en la sociedad para cocinar, comer, charlar, beber, cantar y en definitiva pasar un buen momento junto a los suyos. Quedaba permanentemente prohibida la entrada de las mujeres al recinto, cosa que actualmente se está modificando, pudiendo entrar éstas como invitadas al recinto pero bajo ningún concepto como cocineras.
En algunos recintos, esta "ley" tan criticada por muchos como machista y retrógada está siendo modificada, pudiendo convertirse las mujeres en socias e incluso pudiendo entrar los sábados, tradicionalmente día prohibido de entrada de la mujer para el disfrute exclusivo de los hombres.
A pesar de estas normas tan peculiares, las sociedades ofrecen muchísimas cosas positivas aparte de la reunión y disfrute de la cocina. Es una muy buena manera de hacer frente a la crisis en estos tiempos que corren ya que cada uno compra su comida y la cocina allí mismo en las cocinas de cada sociedad. De este modo, se come al gusto de todos y por un módico precio a dividir entre todos. Al final de cada comida, se pueden consumir copas a precio de coste 2,75 o 3 euros a lo sumo.
Para el mantenimiento de la sociedad, cada socio debe abonar una cantidad económica al año y así poder participar en la mejora de la misma. Entre las instalaciones y decoración del lugar destacan unas mesas de madera alargadas, una orla con la cara de cada socio y su antigüedad en la sociedad, banderas donostiarras y euskaldunas y una buena cocina que se asemeja a una profesional.