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José Luis Jiménez nos cuenta como se reunía la sociedad, celebritis alrededor de las mesas

Relatos Sabrosos, una Visión Muy Particular de la Historia Gastronómica (Cap.27)



JL Jiménez
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Fiestas y su disfrute gastronómico

CARMEN AMAYA (4). AMÉRICA, DE SUR A NORTE

 

Charles Chaplin, Greta Garbo. Orson Welles, Toscanini, Stokovski, El General McArthur o el Presidente Roosevelt le dedican los mejores elogios

“Dos reinas (Isabel II y Carmen Amaya) frente a frente”, titula The Times

Vuelve a España en 1947. Seduce a Europa y regresa a América

 Así recordaba Carmen su llegada a América: “En Buenos Aires estuvimos un año a teatro lleno en el Maravillas. Luego Chile, Perú, La Habana, México y Estados Unidos donde estuve cinco años, y fue la apoteosis. Fueron los años en que compré la torre de Hollywood, que era divina”

  Debuta en el Teatro Maravillas (Buenos Aires), en diciembre de 1936. En 1939 rueda en Cuba un muy interesante Embrujo del Fandango. Su salto a Norteamérica lo hace de la mejor forma posible; de la mano del empresario Solomon Hurok.

  El 17 de enero de 1941 debuta en el Beachcomber, con capacidad para mil personas. La van a ver actuar “La Argentinita” y su hermana Pilar López. Ésta lo recordaba así: “Para mí, Carmen Amaya fue y será única. Tanto a mi hermana como a mí, la impresión que nos causó fue extraordinaria. Era una manera de bailar ejemplar y totalmente inédita”. En 1998 presidirá en Madrid un homenaje en su memoria.

  El 10 de marzo de ese mismo año, la revista Life le dedica un amplio reportaje.

  El 12 de enero de 1942 es el momento de su espaldarazo definitivo. Debutaba en el escenario más prestigioso de Nueva York, el del Carnegie Hall. Bailó, entre otras piezas, Córdoba de Albeniz, Sacromonte de Turina y El Amor Brujo de Falla.

  A partir de ese momento es como un torrente personal y profesional. Greta Garbo dijo: “Es nada menos que una bailarina…Carmen Amaya es el arte”. Charles Chaplin entra en su camerino y le estrecha las manos emocionado. Recorre todos los Estados Unidos, siempre con un éxito impresionante.

  El 27 y 28 de agosto de 1943 actúa en el Hollywood Bowl , ante 17.500 espectadores, acompañada por la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles. Es una gran estrella, y como tal es requerida por distintas personalidades. El general McArthur la nombra “Capitana Honorifica de la Marina Estadounidense”. Y el alcalde neoyorkino “Capitana Honorífica de la policía de Nueva York”.

  El Presidente Roosevelt, entusiasmado, la invita a actuar en La Casa Blanca, y le regala una chaqueta bolera con incrustaciones de oro y brillantes,  Interviene en varias películas: Knickerbocker Holiday. See My Lawyer o Follow the Boys (Sueños de Gloria), con George Raft, Jeanette MacDonald, Orson Welles y Marlene Dietrich.

  Vuelve a España en 1947. “Mi padre murió cuando estaba bailando en Uruguay. Volví a España en cuanto me avisaron de su gravedad, y no me arrancaban de él ni a cañonazos”, recordaba Carmen.

  Comienza una gira por Europa. Debuta en el Price Theatre de Londres. Asiste la reina Isabel II. Las fotografían juntas. Al día siguiente The Times titula “Dos reinas frente a frente”.

  Su debut en París fue en el Teatro de los Campos Elíseos, que se extiende mucho tiempo. París siempre fue una ciudad en la que  fue muy reconocida. Allí la vio por primera vez Antonio Gades. “ Carmen Amaya es un capítulo aparte de la historia de la danza. Cuando empezaba solo conocía su nombre. Nunca la había visto bailar, ni siquiera en las películas. La vi por primera vez en Paris, cuando yo bailaba con el ballet de Pilar López, mi maestra. Me rompió todos los esquemas. Me había encontrado con algo  que rompía todas las reglas y principios de la danza. Se te escapaba, era una fuerza, un sentimiento. Me daba cuenta de que ese fuego, ese halo, esa energía, eran algo imposible de aprender.

  Aquella primera vez que la vi no pude aplaudir, estaba paralizado. Al acabar la actuación fui con Pilar López a saludarla. Entré llorando a su camerino y salí llorando. No pude articular palabra. La abracé y me abrazó “,

  Coincide en un restaurante parisino con el Barón Rothschild, que le invita a su mesa. La Capitana le invita a la suya. Finalmente “juntan mesas”.  

  Carmen sigue gira triunfal por otros puntos de Francia y de Europa. Pero América la reclama. Y vuelve para recorrerla de nuevo, como primerísima figura, de norte a sur del Continente.

 

  No os perdáis el siguiente Relato, Carmen Amaya (5). La última gira americana



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