La capital vive un momento muy dulce: tras presentar su candidatura del Paseo del Prado y el Buen Retiro en el 2019, esta ciudad castiza y cosmopolita adereza, desde el 25 de julio de 2021, la lista Patrimonio Mundial de la UNESCO. La cuesta de Moyano, por la que suspiran los amantes de los libros; las colecciones inigualables del trío museístico más notable del mundo; la Casa de América o los 21 bienes de interés cultural (entre ellos la Plaza de Cibeles o la Puerta de Alcalá), salpican el entorno ilustrado del Paisaje de las Artes y las Ciencias.
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Cuesta de Moyano-Álvaro López del Cerro ©MadridDestino
Una nueva excusa (por si no hubiera suficientes) para descubrir los sabores de la ciudad más poblada de España. La que paradójicamente te hace sentir grande, aunque vengas de provincias; libre y anónimo y, a la vez, acogido y nunca extraño. Tanto si se ha nacido en Madrid, como si se va de paso por unos días, unos años o toda una vida, la ciudad deja un regustillo auténtico y difícil de olvidar. Una villa con mucho jugo que disfrutan los buscadores de cultura, de modernidad, de fútbol, de espectáculos musicales, de costumbres pintorescas, de trazados únicos, de compras o de bocados inolvidables. Incluso los apasionados de los fenómenos paranormales y de las curiosidades más ocultas (sin ir más lejos, los soldados de Napoleón instalaron en el actual Museo del Prado su cuartel de caballería y usaron el plomo de los tejados para fabricar balas) tienen su rincón en la metrópoli que nunca duerme. Los hemos descubierto en el Libro de Viajes que la editorial Tintablanca dedica a la ciudad más chulapa. La que te espera con un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor, con una tapa en el edificio en el que vivió Cervantes y con un cocido madrileño cerca del Retiro, el de Taberna&Media (www.tabernaymedia.com), que te hará sentir (aunque compartimos su receta) como en casa.
Más de mil páginas para defender este enclave cultural, verde y regio
Cuando se disfruta del camino acogedor y señorial que, desde el siglo XVI, transcurre entre la Plaza de Cibeles y la del Emperador Carlos V (la que conocemos como la Glorieta de Atocha), el Paseo del Prado nos susurra que también recorremos el primer paseo arbolado urbano de Europa. Una travesía ilustrada que, desde su origen, invitaba al ocio y al disfrute de cualquier caminante, con independencia de su clase social y posibilidades económicas. Desde entonces, este enclave verde rebosante de cultura, ciencia y vanguardia que abanderaron Felipe II o Carlos III, se entremezcla con el abrazo acogedor que te envuelve en Madrid. No importa la estación (aunque la sensación de la primavera en Madrid no se olvida). Incluso en verano, las calles semidesiertas y el aire seco entre las ramas, tienen su encanto.
Desde el 25 de julio, las 190 hectáreas que conforman el Paseo del Prado, el Retiro y el barrio de los Jerónimos cuentan con el beneplácito de la UNESCO, que al incluirlo en su lista Patrimonio de la Humanidad reconoce su Valor Universal Excepcional. Más de 1.500 páginas resumieron sus bondades. No es el primero para la comunidad, que contaba dentro de la codiciada lista con el Monasterio de El Escorial, el casco histórico de Alcalá de Henares, el paisaje cultural de Aranjuez y el Hayedo de Montejo, pero sí para la villa de Madrid. Sin duda, un antes y un después para la ciudad y, cómo no, para este escenario que, en el siglo XVI, Felipe II acondicionó como lugar de esparcimiento y embelleció con árboles y fuentes. Posteriormente, la importante intervención urbanística llevada a cabo durante el periodo ilustrado de Carlos III, convirtió Madrid en modelo para muchas ciudades españolas y latinoamericanas.
Fuente de Apolo - Álvaro López ©MadridDestino
La zona atesora una concentración excepcional de instituciones, tanto en número como en heterogeneidad. El Palacio de Cibeles, el Banco de España, la Casa de América, el Museo Thyssen-Bornemisza, los hoteles Palace y Ritz, la Bolsa, el Museo del Prado, la Iglesia de los Jerónimos, el Real Jardín Botánico o el Real Observatorio Astronómico, conviven armoniosamente con monumentos tan emblemáticos como la Puerta de Alcalá, las fuentes de Cibeles, Apolo y Neptuno, o el monumento a Alfonso XII en el estanque de El Retiro. Más de 21 bienes de interés cultural que se entremezclan con el recuerdo genial de artistas como Goya, Velázquez, el Greco o El Bosco.
Las curiosidades que salpimentan Madrid, entre las páginas de un libro
En los años 50, la mítica coctelería Chicote fue testigo de los excesos de la actriz Ava Gardner y del escritor Ernest Hemingway, corresponsal durante la Guerra Civil. Tenían tal apego el uno por el otro, que Ava llamaba daddy (papi) al autor de Por quién doblan las campanas, y Hemingway llevó años colgada al cuello una piedra del riñón que Ava expulsó tras un cólico nefrítico. Ella fue la reina de corazones, pero también la del ruido y la polémica. Sus fiestas eran tan escandalosas que su vecino de la calle Doctor Arce, el general Perón, la denunció; el Ritz la vetó y Manuel Fraga le reclamó 10.000 dólares en impuestos. La actriz se marchó a Londres en 1969. "Estoy muy cansada". Y no volvió. No es la única curiosidad que esconde Madrid, donde un funcionario del Museo Reina Sofía pidió que se hiciera un exorcismo al edificio. No hay que olvidar que el lugar donde hoy contemplamos el Guernica de Picasso y tantas piezas maestras fue antes hospital general, centro de beneficencia para los más necesitados y abrigo para víctimas de pestes y epidemias.
Libro de Viajes Tintablanca Madrid
La editorial Tintablanca recupera el arte de los libros de viaje y cuadernos que, desde el siglo XIX, ha acompañado a los viajeros apasionados: aquellos que, siguiendo la máxima romana de descubrir el mundo antes de abandonarlo, sienten, vibran y escuchan la esencia de cada ciudad, de cada espacio de su travesía. Es la tónica que siguen los autores de los libros que conforman la colección: todos ellos han vivido, han recorrido y han sentido la emoción de las distintas ciudades del mundo sobre las que han escrito. Roma, Berlín, Nueva York, Barcelona, Londres, Baeza o París, entre otras, han quedado inmortalizadas en la colección que, cómo no, también rinde su tributo a Madrid. Al leer sus páginas, la tentación de descubrir los secretos de la ciudad que han musicalizado Sabina, Pereza, Ismael Serrano o Maldita Nerea es intensa.
Museo Nacional del Prado-Hiberus ©MadridDestino
Los trazos coloristas de la artista Ximena Maier nos trasladan, junto al escritor de Tintablanca Madrid, Carlos Aganzo, a un viaje repleto de curiosidades. No en vano el periodista y poeta alimentó sus primeros recuerdos entre la estatua de Velázquez, el Museo del Prado y los paseos con su abuela, con las verjas del Jardín Botánico como telón de fondo. Cogido de su mano, con esa curiosidad insaciable que aún mantiene, se enamoró del Madrid más obvio y descubrió el más desconocido.
Entre su ruta de imprescindibles no falta la milla de oro de la pintura (el Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, ahora con numerosos satélites alrededor, como el Caixaforum), ubicado en el Madrid de Carlos III “con toda su ilustración intacta”. Un recorrido que continúa por San Bernardo y el barrio de Malasaña, donde la cultura y la contracultura de Madrid “se abrazan en una amalgama única”. O la zona del Manzanares, San Antonio de la Florida, los Puentes de Segovia y de Toledo que, “según se ande de fuelle”, invitan a adivinar los orígenes de Madrid.
Una tapita en el edificio en el que vivió Cervantes
Una ciudad que acoge con los brazos abiertos a los recién llegados (de hecho lo habitual es que al ratito de vivir en Madrid más de una familia te abra las puertas de su casa para invitarte a comer) tiene que tener, por fuerza, su influencia en el crisol culinario. Para contrarrestar el sabor de las mieles que invade el Madrid de la UNESCO, he aquí algunas sugerencias saladas que no pueden faltar en una ruta tradicional gastronómica por Madrid.
Lope de Vega y Cervantes se midieron en vida… y en la muerte. El destino quiso que los restos de Cervantes reposen en el convento de las Trinitarias de la calle Cantarranas, que hoy se denomina Lope de Vega. Y la casa-museo del Fénix de los Ingenios se encuentra en la calle Cervantes. Paradojas de la vida aparte, los paladares exquisitos, o con necesidades históricas, tienen una cita en Casa Alberto, precisamente en el bajo del edificio donde vivió el autor de Don Quijote de la Mancha. Allí, entre caña y caña, los soldados o soldaditos de Pavía (bacalao rebozado) aún se adornan con su banda militar de pimiento rojo. Un bocado sabroso que se sigue tomando como si el tiempo se hubiera detenido en el siglo XVI.
Tampoco podemos olvidar un clásico de los clásicos: el bocadillo de calamares. La Campana o La Ideal son todo un símbolo gastronómico en el Madrid de la Plaza Mayor, testigo del esplendor de los Austrias. Un momento sabroso al alcance de todos los bolsillos.
Mención especial merece el cocido madrileño, que encontramos para todos los gustos. El puchero de La Bola, realmente único, o los de enjundia que ofrecen en La Daniela, la Gran Tasca, La Carola o Malacatín, tienen su historia. También los hay “de alto standing”, como el cocido pictórico de Palacio Cibeles.
El cocido de Taberna&Media
La receta de un cocido con mucho arte y tradición, junto al Retiro
Nos trasladamos de nuevo al Paisaje de las Artes y las Ciencias, concretamente a la Calle Lope de Rueda 30, cerca del Retiro, una joya verde que por méritos propios se enmarca dentro de este entorno de Valor Universal Excepcional. Allí encontramos uno de los restaurantes más queridos de la capital, donde la cocina de autor con toque personal convive, dentro de una atmósfera muy hogareña, con platos tradicionales.
Originario de un pueblo de Madrid, José Luis Martínez aún recuerda el aroma del cocido de su infancia, hecho al amor de la lumbre en un puchero. Una sensación que él, un apasionado de los fogones y los productos de primera calidad (morcilla de Burgos incluida), se afana por transmitir a sus comensales en Taberna&Media, entre los que se encuentran familias, enamorados, compañeros de trabajo e incluso viajeros muy exigentes que surcan las rutas del cocido. Y al parecer lo logra, porque más de uno, tras disfrutar de un cocido tradicional (y contundente, porque a veces es difícil terminar el segundo “vuelco”), ha pedido llevarse uno extra para casa. Maridado con un buen vino de la zona y la torrija de la casa, ¡quién no se apunta a celebrar que Madrid, Patrimonio Mundial de la UNESCO, está para comérsela!
La receta del cocido de Taberna&Media
Para 4 personas
350 gramos de garbanzos
125 gramos tocino ibérico
350 gramos de morcillo de ternera
Media gallina
4 huesos de jamón
4 huesos de caña
150 gramos de chorizo cantimpalo
2 morcillas de cebolla
Ponemos todo a cocer durante 4 horas y, cuando falta media hora, le añadimos 300 gramos de patata y dos zanahorias. La morcilla se cuece aparte en caldo, durante 10 minutos, y se reserva.
Ponemos a cocer, también aparte, 200 gramos de repollo durante 15 minutos. Lo escurrimos y lo rehogamos con ajo picado y pimentón.
Relleno
1 huevo batido
Una pizca de ajo y perejil picado
2 cucharadas de pan rallado
Se mezcla, se le da forma y se fríen. Una vez frita, se cuece durante 3 minutos en caldo de cocido.
Sopa
Separamos caldo y cocemos los fideos a última hora. Aproximadamente 40 gramos por persona.
Presentación
Ponemos por un lado la sopa. Seguimos con los garbanzos y las verduras. Y, para terminar, las carnes.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |