La comida forma parte
importante de nuestro diario vivir, todos tenemos la necesidad de comer para
mantenernos con vida, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Qué tipos de comida hay?
La respuesta es muy amplia, tan amplia como los millones de personas que comemos.
Unos dirán que hay comida rápida, de restaurante “fine dinning”, de eventos,
saludable, orgánica, libre de gluten, entre otros. Pero yo, luego de mucho
pensar en esta pregunta, propongo una respuesta muy sencilla a tan complejo
interrogante.
Sólo existen dos tipos de
comida, la buena y la mala… Desde que el hombre empezó a comer y tiempo después
a cocinar, ha navegado por las dulces aguas del buen comer, pero al mismo
tiempo se ha topado con icebergs de mala comida.
Salvo que usted sea miembro de
una de las familias de la realeza mundial, es muy probable que haya estado
rodeado por ambos tipos de comida. Si analizamos, la buena comida es esa que
disfrutamos, que conocemos y que nos permite identificarnos con ella, pero
sobre todo (y aquí viene una característica muy importante de la buena comida)
podemos preguntarnos que contiene esa buena comida que tanto disfrutamos y
obtener una respuesta concreta.
Al disfrutar de una deliciosa
cena (no tiene que ser ostentosa), por ejemplo, unas ricas pastas con aceite de
oliva y queso parmesano, podemos saber de dónde vienen cada uno de esos
elementos que componen el plato, como se obtienen y cuáles son sus principales
características, mientras que al comer un plato de macarrones con queso de
caja, siempre quedará el interrogante de que es en realidad esa emulsión
naranja que viene en polvo el cual después de reconstituirse le llamamos
“queso”.
Vale la pena aclarar que el
precio no determina que una comida sea buena o mala, en definitiva, no debemos
buscar comer lo que es tendencia, ni lo costoso, ni lo novedoso, sino lo bueno.
Esto el gourmet lo sabe, pero
infortunadamente las grandes compañías en el sector de alimentos y las empresas
dedicadas al marketing también lo
saben, por lo que procuran ampliar su mercado creando sus propias versiones de
buenos platos.
Por lo que en una sociedad que
carece de tiempo, tiempo para cocinar, tiempo para comer y en realidad
disfrutar de una buena cena, crecen las opciones en el sector de la mala
comida. Los congeladores y las despensas de nuestros hogares se llenan de
comidas listas, solo hay que calentar y como no tenemos el tiempo suficiente,
con apenas unos segundos de microondas podemos calmar nuestra hambre.
No tiene nada de malo comer
“mala” comida de vez en cuando, es más, en algunos momentos de nuestra vida
llega ser hasta necesario. Recordando la época estudiantil, donde la solvencia
económica era más una teoría aprendida en las aulas de clase que una realidad
vivida, sumándose al afán y las múltiples responsabilidades académicas, la
comida mala nos hacia guiños y nosotros débiles y arrinconados nos acercábamos
a sus brazos.
El problema radica en
favorecer las opciones de mala comida y optar por ellas al punto de olvidarnos
de los sabores verdaderos, teniendo las posibilidades de comer bien y por tener
los sabores “plásticos” del mal comer profundamente grabados en nuestra memoria
gustativa optemos por ellos. Como ya sabemos, “el comer es una experiencia” y
“comemos lo que somos” por lo que al final la decisión se debe tomar a nivel
personal, teniendo en cuenta que al final de nuestras vidas lo que nos
llevaremos serán los momentos vividos y créanme que estos se disfrutan más
cuando se acompañan de una buena comida.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |