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El cocinero madrileño triunfa en su último local, con su cocina exquisita y cuidada y ese estilo propio de modernidad bien entendida

Joaquín Felipe, Respeto Y Señorío en los Fogones de Atocha 107



Potaje viudo de alubias rojas de Tolosa con piparras
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Fresco del día
en afl

Con una cocina más madrileña que nunca y siempre fiel a sus estándares de calidad, Joaquín Felipe ha encontrado en un hotel de Madrid el local para darnos de comer a todos sin que tengamos que arruinarnos en el intento. Exquisitos productos, muchos de ellos de elaboración propia, en una  cocina mimada hasta el extremo y en un comedor deliciosamente impagable.

Joaquín Felipe es, desde hace mucho, un referente obligado en la cocina patria. Un tipo cuidadoso con sus productos y con la elaboración de platos de claras reminiscencias clásicas con esos ligeros toques modernos que llevan su propuesta un poco más allá de lo severamente tradicional sin faltarle por ello al respeto. Para mí, dato esencial a la hora de reconocer mi admiración por el madrileño, que nunca engaña en su alto nivel de cocina.

Su último local, Atocha 107 ( para que nadie pueda perderse, la dirección donde está ubicado) se integra dentro de unos de los hoteles más interesantes, elegantes y bellos de la ciudad capitalina:  el Atocha Hotel Madrid, Tapestry by Hilton. Hacen una buena pareja la cadena de hoteles y Joaquín Felipe. Funciona a la vista ( restaurante y hotel están llenos de detalles artísticos que le hacen sentirse a una muy a gusto) y al paladar. En definitiva , un local acogedor ( con un patio interior delicioso) y con una cocina abierta desde la 7h30' de la mañana hasta las 22h00' sin descanso. Ideal no sólo para gourmets exquisitos dispuestos a no tener que romperse el bolsillo por una buena manduca, si no también para aquellos cuyos horarios no les permitan ajustarse a los habituales de un restaurante.

Para desayunar, posiblemente los mejores croissants de la ciudad. Y otras viandas que no se quedan atrás. Para comer, ahora que ya han llegado los fríos, impagables sus platos de cuchara, desde el potaje viudo de alubias rojas de Tolosa con piparras o su sopa de cocido con huevo escalfado y fideos; sin olvidar sus "pichicallos", sus canelones del mar con atún rojo guisado y bechamel fina o su jarrete de ternera cocinado a baja temperatura. Impecable. Y con un gran respeto a sí mismo.

"He intentado hacer una cocina más de Madrid: los callos, la pepitoria...". Felipe se ha caracterizado siempre por el cuidado que presta a los detalles, desde el producto que compra hasta el servicio que atiende al comensal en un espacio en el que las mesas guardan una destacada distancia que se agracede porque dota de intimidad a las conversaciones de quienes apuestan por su carta. Todos los encurtidos son de elaboración propia y se nota.

"Te encuentras dentro de un hotel en el que puede comer desde un cliente que esté alojado en alguna de sus habitaciones hasta un habitante de Madrid, que puede encontrar una opción estupenda para  venir en familia, con nuestra oferta de pollos".

En definitiva, un local que vale la pena, lo mires por donde lo mires. Aprovechen cuando vayan para disfrutar del hotel en el que se encuentra enclavado, porque está decorado con un gusto exquisito


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