Tras innúmeras dudas, incertidumbres, dilemas, vacilaciones y recelos, el hereu et moi-même, ante la imposibilidad total de despedir 2020 en el Quattro Canti palerminato, hemos decidido celebrar el tránsito interanual con dos allegados metafísicos
el juicioso educador Miguel Ángel Aguilar y el grandísimo artística plástico Salvador Carabante, que moran ocasionalmente en Villanueva del Trabuco, Málaga, lugar afamado tanto por hacer frontera con Archidona del Cipote y con Benamejí de las enamoradas de Antonio Vargas Heredia flor de la raza calé, como por haber sido enclave donde se construyó una portentosa arma de asedio medieval conocida como trabuco, fundículo, trabuquete, almajaneque o lanzapiedras que fue decisivo en la toma de Loja allá por el año de gracia de 1486, y otrosí y finalmente, y ahí entramos directamente en lo nuestro, por ser patria de un bocado que es a la vez gloria bendita y próspero merimé.
Dentro de lo muy habitual y variopinto que resulta el inventario de recetas de bacalao seco y salao en el repertorio hispano, ya que cientos y cientos de fórmulas fueron floreciendo a través de los siglos y en regiones de tierra adentro al calor del hispano y decidido liderazgo de la Contrarreforma promovido por el Prudente, llama la atención esta perla gastronómica (un reliquiae místico que en paralelo con la fe católica solo sería comparable con el sanctum præputium), que atiende por papandúa o papandúas, bacalao seco y salado, gloriosa momia pisciforme, animosamente desmigada y vertida en una sartén con ajo y poco de agua. Una vez alcanzada la potencia calórica pertinente, se le añade, oh, asombro de los siglos gozosos, levadura. Y luego azafrán y harina hasta conseguir una reina de espesura gacha, puche o poleá, que de las tres maneras se llaman las condenás, para en un postrer esfuerzo machacar la cosa en un poco de aceite de oliva virgen extra hasta conseguir una emulsión que sea del agrado de los Dioses todos.
Villanueva del Trabuco también es sede de una culinaria perla peregrina, porque preparan una porra caliente, que es cosa notable y diametralmente opuesta a la fresca o fría tradicional antequerana y por extensión malagueña, prima hermana por demás del salmorejo cordobés.
De manera que deliberada y altaneramente alejados de cebiches, burratas, kimchis, fingers, guacamoles o cupkakes, vamos a despedir el año con vestigio y huella del recetario hispano, papandúas cocinadas por la ilustre guisandera Azu de Bedmar, en honra y prez de amigos y allegados, con esperanza puesta en año que se alumbra nutricio en la internacionalidad de Naciones Unidas para frutas y verduras y en el buey del año chino. Y que Lenin reparta suerte.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |