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Ahora Alemania Nos Brinda Pollos Y Cerdos con Dioxina



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Matteo Gaffoglio
Comunicador y experto en gastronomía

 

En el verano del 2010 en Italia llegó desde Alemania la mozarela azul, cuyo escándalo estalló en una hacienda productora de leche, la Milchwerk Jäger GMBH de la Alta Baviera (ver: Bruselas dice ‘stop’ a la mozarela azul alemana) ahora, en este principio del 2011, el “mal alemán” nos está llevando los pollos, los huevos, la leche y los cerdos contaminados con dioxina. Este escándalo de la dioxina, que es carne y uña con el de la mozarela, empezó con los pollos y por supuesto los huevos también, cuya importación en Italia es de 2,7 millones de kilos entre los de cáscara, frescos y conservados. Pues el escándalo se amplió a la leche y también a la carne de cerdo. Alemania es la principal abastecedora de leche y derivados a Italia con casi 41 millones de quintales al año en equivalente de leche, lácteos y quesos.

 

Por lo de los cerdos, exporta también una gran cantidad: desde enero a septiembre 2010 fueron 3,7 millones de kilos de cerdos vivos para descuartizar; con un aumento del 12 % respecto al año 2009, según confirmación de la Coldiretti. La carne de cerdo está sobre todo destinada a la producción de jamones, como decir, que hay la probabilidad que antes o después esta carne la encontraremos en los platos de nuestras mesas. En este sentido la Coldiretti aconseja, pero es casi una orden, que es “mejor elegir productos de origen controlado”. Es más, la Cia-Confederación italiana de agricultores ha subrayado la ausencia de problemas para las producciones ‘made in Italy’ que están seguras y garantizadas. Desde aquí, explica la Cia, urge la necesidad de una clara etiqueta de origen garantizada que permita situar enseguida la procedencia de los productos.

 

Un análisis conducido sobre unas muestras sacadas a unos cerdos de un criadero de la localidad del Verden, en la Land de la Baja Sajonia, los expertos han evidenciado valores de dioxina superiores del 50% a los límites consentidos. Según Peter Rojem, jefe veterinario de Verden, la hacienda agrícola empezó utilizar los piensos contaminados desde el 25 de noviembre y ha continuado por descuartizar a los cerdos hasta el 29 de diciembre, parándose para las festividades de fin de año, y cerrada pues en el principio de enero por orden de las autoridades.

 

¿Pero qué pasó con los piensos? La hacienda de Verden había comprado grasas de animales de la Harles und Jentzsch, la sociedad desde la cual ha salido el escándalo, y las ha utilizado para producir piensos (¿sin las debidas análisis?), que ha vendido a otros nueve criaderos de la zona que crían un total de ocho mil cerdos. La UE está evaluando la hipótesis de emanar normas para prevenir otros casos que puntan sobre la separación de la producción en las instalaciones de mezcladores de grasas, que son un centenar en todo el continente, abasteciendo materia prima a los productores de piensos, más que hacer mayores controles sobre los productos.

 

Mientras tanto, sobre la Harles und Jentszch penden posibles solicitudes de indemnizaciones por 100 millones de euros. Y no es todo: el ministro de la Justicia de la Baja Sajonia ha pedido penas graves que podrían llegar hasta a diez años de cárcel por fraude. Pero queda por esclarecer cómo la empresa haya podido obtener el certificado alemán QS (Qualität und Sicherheit, es decir calidad y seguridad), reconocido sólo a las empresas alimentarias que respetan rígidos criterios productivos. Es preciso también que se aclare cómo sobre los estantes de algunos supermercados de Hannover hayan podido llegar huevos procedentes de una de las 300 haciendas agrícolas de la Baja Sajonia, todavía oficialmente cerradas desde hace tiempo por el escándalo.

 

En toda Alemania los criaderos bloqueados han sido 560 contra los casi 5.000 en actividad. La Baja Sajonia es la región más afectada por el escándalo. En ningún otro Land el criadero de cerdos es así muy difundido: 8,3 millones de cerdos (una tercera parte del total alemán), con 8.600 criadores y una fuerte tendencia a la exportación en especial hacia la UE.

 

¿Fraude o errores humanos? ¡Ni uno, ni otro! En principio no se deben aceptar estas causas que, por las cuales, a partir del 1999 en Europa han saltado cuatro alarmas para las contaminaciones en la cadena alimenticia con dioxina. Por cierto, es muy deplorable e indignante que en la eficientísima gran nación que es Alemania, primera en Europa, tecnológicamente muy adelantada en todo respecto a los demás países de UE, sucedan escándalos de esta envergadura que, además del peligro para los animales que a oscuras comen piensos contaminados, no de menos (faltaría más) está en peligro también, y sobre todo, la salud de los humanos. 



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