Relatos Sabrosos, una Visión Muy Particular de la Historia Gastronómica (Cap.31)

José Luis Garci no es sólo un gran director de cine, también escritor. A principio de la década de los sesenta comienza a escribir sus primeros artículos sobre cine en revistas como Signo, SP o Cinestudio. Al final de la misma, y animado por Mercero y González Sinde, empieza a escribir sus primeros guiones. Fue, junto a Mercero, cuando le llega la popularidad con La Cabina, galardonada con el premio Emmy. Y comienza a trabajar para el productor José Luis Dibildos. Es coguionista de sus propias películas

  Después de varios libros escribe, en 1996, Beber de Cine con la editora Nickel Odeón. Y veinte años después y diez ediciones en el mercado, es Notorius Ediciones quien toma el relevo. Y el director escribe una nueva presentación: Veinte años después

  Entre otras cosas dice: “Han pasado exactamente dos décadas desde que apareció, editado por Nickel Odeon, este libro que homenajea a la ginebra y al ron, al licor de cachaza y al bourbon. Hoy vivimos otros tiempos, incluso diría que otros sabores. Y, sobre todo ya no está aquí Alfredo (Landa) preparando brebajes (ni Manolo Martín Ferrand, autor igualmente de Martinis excepcionales, compañero de Mili. De Antena 3 Radio y de tantas aventuras); ni dos Fernandos irremplazables, Guillén y Fernán Gómez, grandes bebedores de whisky, sin hielo, a lo John Wayne”

  Prosigue: “Cuando salió mi humilde tratado alcohólico nada anónimo –con un prologo extraordinario, prodigioso, de Manolo Alcántara-, pedir combinados era relativamente chocante. Veinte años después, ya digo esas vitaminas para el alma con nombres tan aventureros, Daiquiri, Porto Flip, Gimlet, Bloody Mary….parece que son muy consumidos por una afición creciente a este lado de la barra”

  Y una anécdota curiosa: <<La mejor crítica que recibió Beber de cine, me la hizo, hace unos años, en la Rotonda del Palace, un señor de Pamplona. “Garci” me dijo, “has escrito un libro sagrado. Pertenece al género de La Casa de Lúculo  e Historia de una taberna”. Y digo yo, difícil encontrar mejor compañía que Camba y Cañabate.>>

  De ese prólogo extraemos: “A José Luis Garci le gusta todo, pero mucho. Es un vividor en la mayor acepción de la palabra. Se le ha ocurrido algo que, una vez más, no se le había ocurrido antes a nadie: rescatar del cine, que es una embriaguez en la penumbra, esas bebidas que iluminan nuestra corta residencia terrestre, un libro que sitúa cada cóctel en su sitio y en la mano que lo merece, un itinerario por ciudades, bares y personas estrictamente emocionante. José Luis escribe como habla y habla como bebe, con precisión y alegría…Hay que brindar por este libro varias veces”

  Tratar de hacer una descripción más atinada sería un sacrilegio. A lo largo de sus 160 páginas nos encontramos con algo importante para el lector, No solamente hace una descripción de los para él, y otros muchos, DIEZ CÓCTELES QUE CAMBIARON EL MUNDO. En cada capítulo hace una descripción vivida en distintos lugares y situaciones. Mezcla películas inolvidables que puedan tener relación con los mismos. Por sus páginas desfilan mitos del celuloide con esa pluma tan apasionada, y culta, que nos hace vivir, y beber, con ellos.

  Y no sólo eso. Nos cuenta sus secretos de preparación y las bebidas más adecuadas para cada cóctel. Pero va más allá, comparte con quien los disfrutaba. Sirva un solo ejemplo. En el capítulo dedicado a la Caipirinha (Fuego verde), en la página 50 escribe

  “Hace años, un atardecer de mayo, Alfredo Landa y yo, en el amplio bar del hotel (Hotel das Cataratas (de Iguazú), en territorio brasileño), nos tomamos cada uno diez o doce Caipirinhas hablando de nuestras cosas. Digo una docena y quizás me quedo corto. Alfredo asegura que llegamos a las quince. Hay testigos: Maite Imaz y Ana Rosa Quintana…”

  Para Garci el Hotel Palace madrileño siempre ha sido una referencia. Desde que siendo un rapaz, muchacho en asturiano, aunque también se emplea, o se ha empleado, en otras partes de España, y gracias a la mediación de su padre, que regentaba una peluquería en el hotel, le permitieron subir una botella de whisky a la habitación de Orson Welles, hasta horas y horas vividas años más tarde especialmente en la Rotonda del hotel.

  En el capítulo dedicado al  Gin Fizz  (Gran Hotel), en su página 95, escribe: “El último trimestre de 1994 acudía cada día al hotel Palace. Mi amigo Juan Miguel Lamet y yo nos citábamos por la mañana en la rotonda más bella que pueda soñar un hotel, pedíamos un descafeinado con agua y empezábamos a charlar por los codos de películas y directores amados. A la una del mediodía hacíamos una paradita. Admito que desde las doce y media yo miraba el reloj más de lo debido. Juan ordenaba un zumo de tomate, y yo mi GinFizz. En ningún bar de ninguna ciudad me han preparado mejores Gin Fizzes. Todos los días todos los cócteles fueron una obra maestra.

  Prosigue más tarde: “Ahí va mi voto para que el bar del Palace sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Puedes pedir el cóctel que quieras, a cualquier hora, que siempre obtendrás premio” .

  En el capítulo dedicado al Dry Martini hace referencia a Luis Buñuel, pag 73. “Dos grandes personalidades del cine español, Luis Buñuel y Alfredo Landa, han alcanzado justo reconocimiento y respeto por su manera de preparar la pócima. Buñuel, tal y como lo dejó contado en su magnífico libro de memorias, Mi último suspiro, don Luis metía en la nevera…”. Y sigue detallando todos los pasos

No os perdáis el siguiente Relato. La lampreada de Combarro  1994 (1). Pepe Domingo Castaño