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José Luis Jiménez nos cuenta como se reunía la sociedad, celebritis alrededor de las mesas

Relatos Sabrosos, una Visión Muy Particular de la Historia Gastronómica (Cap.24)



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Fiestas y su disfrute gastronómico

 CARMEN AMAYA (1): DEL SOMORROSTRO A LA CASA BLANCA

 

Omega y Alfa. (Fin y principio)

Gades cerró los tablaos de Barcelona

Roosvelt la invitó a actuar en La Casa Blanca

 

                                                                         

Nació en el Mediterráneo acunada por las olas que marcaron el ritmo de su baile

  “De noche me acerco a las olas / ceñía mis tobillos de diamantes / Allí era el reino del vaivén, del ritmo / de lo eterno acunado. El mar tampoco / como si fuera de mi raza, se encadenaba al tiempo” (José Hierro)

  Y junto a ellas terminó: “Barcelona dando gritos, mandó doblar sus campanas / y se quedó sin aliento el compás de la sardana / se murió Carmen Amaya…y España entera lloró” (Rafael de León)

  Eran poco más de las nueve de la mañana del 19 de noviembre de 1963. Bagur se  vistió con manto de luto. ¿Porqué se la llevaron de allí?, ¿por comodidad de un pájaro de mal agüero?. Su marido no quiso poner su nombre en la tumba en Santander.

<<El 19 de noviembre de 1963 habíamos organizado un partido de fútbol entre camareros y artistas. En medio del partido me dijeron “Antonio, ha muerto Carmen Amaya”. Cancelé inmediatamente mi actuación de esa noche. Me fui por todos los tablaos de Barcelona. Cuando llegué al de la antigua vedette Bella Dorita estaba la gente dando palmas y me puse a gritar delante de todo el mundo: “¡No tenéis vergüenza, que está Carmen Amaya de cuerpo presente y haya un tablao flamenco abierto!”. Con el escultor Xavier Corberó  y el pintor Viola, en el coche de un amigo fuimos por la noche a Bagur, donde había muerto. En aquella casa desnuda estaban Pilar López y Rosario. La escena era impresionante. Subí unas escaleras y allí estaba, en el suelo, al lado de un somier. La velamos toda la noche. Al día siguiente fui uno de los que tuvieron la tristeza de llevar la caja>> (Antonio Gades)

 

  Su infancia transcurre en una chabola, barraca lo llamaba  Carmen,  del barrio del Somorrostro (Barcelona). Desde muy tierna infancia empezó a trabajar.

  “Siempre iba con papá. Cuando no estaba la policía, ni había ronda de noche, me dejaban bailar en el Villa Rosa, figúrate, con cinco o seis años. Todo el mundo me daba dinero en cantidad. Cuando papá y yo llegábamos a casa, nos esperaban con ansia fuera la hora que fuese. Traíamos pan recién hecho, barras grandes, y allí mismo lo abríamos y lo refregábamos con tomate, y le  metíamos jamón”

  “Papá se iba entre semana para poner la olla; se iba a vender ropas, trajes, y mamá se iba a la plaza con su carrito de puntillas, también a vender. Yo tenía siete u ocho años, era la mayor”

  En la playa iba descalza, de aquí para allá, corriendo como un gamo. Siempre. Por eso tengo abiertos los pies, aparte de bailar, y por eso tengo la fuerza que tengo en las piernas. Todo de la arena”

  Se convirtió en un mito. El Presidente Roosvelt la invitó a actuar en La Casa Blanca.

  Una vez finalizado el rodaje de Los Tarantos, se instaló en su casa de Bagur: “Can Pinc”. No había puertas ni ventanas, si chimenea. Su amiga Ernestina la recordaba casi siempre sentada junto a la chimenea, vestida con un mono azul o una bata a cuadros.

  Habitualmente le preguntaba si preparaban algo de comida, por si alguien llegaba de forma improvisada a la casa. Ernestina y su marido le acompañaban en su coche a las visitas a la clínica. Un día les comentó “voy a acabar mis días en Bagur”.

  El verano del 63 emprendió una breve gira por la Costa Brava. Que fue más corta de lo previsto, ya que hubo de ser suspendida al inicio de la misma debido al empeoramiento de su enfermedad. Pero si hizo una última actuación, ésta si sería la última: una gala para recaudar fondos para la iluminación del castillo de Bagur. Era el 24 de agosto de 1963. No pudo ofrecer el espectáculo completo. Aportamos la reproducción del programa y Fotografía de la actuación.

  Carmen decía en unas declaraciones. “Lo primero que yo aprendí fue la zambra. Cantaba y bailaba. Y la primera zambra que bailé decía:

  “En un campo de moras

   Bajó el sultán un día

   Por ver si alguna mora

   A él gracia le hacía

   De una morita cautiva

   El sultán se enamoró

   Y la tiene prisionera

   Para gozar de su amor

   Le dice a sus padres

   que sufren y lloran

   que no pasen pena

   por su linda mora.

   Alá, Alá, date prisa mora

   que viene el sultán”

 

            No os perdáis el siguiente Relato:

           Carmen Amaya (2) “Va por usted, señor Rey”

                                                  



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Pedro Manuel Collado Cruz

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