Existen diversas opciones a la hora de elaborar un producto. Pero dependiendo de cuál de ella escojamos, los productos varían su sabor y sus propiedades. Puesto que la laboración afecta también al resultado del plato, debemos saber cuál es la más propicia.
Podemos consumir los productos en crudo, como muchas de las verduras, ensaladas o pescados en el sushi. De esta forma los productos no pierden ninguna de sus cualidades, pero hay que tener mucho cuidado con la limpieza e higiene de los mismos, ya que los productos que están sin cocinar pueden estar contaminados o sucios. En el caso de consumir frutas y verduras en crudo, es recomendable utilizar una lejía de uso alimenticio para eliminar las toxinas de los posibles plaguicidas.
El vapor es una de las formas más sencillas de cocinar los alimentos. Estos no pierden ninguna de sus propiedades ya que no están en contacto directo con el agua, haciendo que no pierdan color, sabor o beneficios alimenticios. Por otro lado, la cocción, al estar los productos sumergidos en líquido, hace que muchas de las propiedades y sales de los mismos se pierdan en el agua. En muchas ocasiones el agua utilizada en la cocción ha adquirido más sales y nutrientes de los que posee el producto después de cocerlos.
La plancha es otra forma de cocinar muy sencilla y saludable: con apenas unas gotas de aceite podemos cocinar carnes, pescados, verduras... haciendo que posean unos sabores ahumados y eliminando gran parte del riesgo de posibles toxinas. Además de ser fácil el cocinado, los alimentos son más seguros para su ingesta y no tienen por que perder muchas de sus cualidades, aunque eso dependerá del tiempo y la temperatura de cocinado.
La parrilla es similar a la plancha, aunque se suele cocinar en espacios abiertos, ya que se producen grandes cantidades de humo debido a que el producto en crudo se pone casi directamente sobre unas ascuas. De esta forma, en muchas ocasiones no hay si quiera necesidad de utilizar aceites o grasas.
El horno es otra de las formas de cocinar. Los productos se hacen, normalmente, a grandes temperaturas, por lo que muchas de las posibles toxinas desaparecen. Además permite que los productos se cocinen en sus jugos, quedando así platos jugosos y ricos.
Por último, el frito es la forma menos saludable de cocinar, ya que implica la utilización de grandes dosis de aceites o grasas, que se sumarían a las que ya poseen los propios alimentos. Sin embargo estas grasas son saturadas y nada beneficiosas para la salud.