Si quieres vivir una experiencia única en Mallorca acompaña a Koldito, nuestro gorro de cocina más viajero, para vivir la magia de los almendros en flor: casi de un día para otro, árboles aparentemente secos, sin vida, sin hojas ni frutos, aparecen envueltos en una fragante nube de pompones de flores blancas o rosadas. Ven, vívelo y, por supuesto, descubre el sabor inigualable de la almendra mallorquina
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Ser gorro de cocina es una aventura permanente. Puedo estar acompañando a mi cocinero en el momento de crear un nuevo plato, estar a punto de caerme en la piscina hirviente del caldo de verduras, centrifugarme en una lavadora (agradecería menos lejía la próxima vez, gracias), o fugarme sin “centrilavarme”. O sea, escaparme a secas y ser gorro independizado y salsero
Elegí a mi cocinero porque era inquieto y viajero. Durante unos años fue perfecto, viaje por aquí, viaje por allá. Pero, un día, me llegaron noticias directas (los pensamientos de nuestros elegidos y los gorros solemos tener muy buena comunicación, más que nada por cercanía) de que mi cocinero estaba pensando en quedarse a vivir en Mallorca
¡Cómo! ¿Una isla? ¿Y dónde quedaba nuestro trajín de maletas y nuevos lugares?
Estuve a punto de rebelarme y dejarlo compuesto y sin gorro. Pero todos tenemos nuestro corazoncito, y decidí darle un voto de confianza. Tanto confié que aquí me quedé, pero ya por decisión propia porque, por una parte, no he dejado de viajar a otras tierras remotas y, por otra, viajar cada día por Mallorca es un lujo que sigo agradeciendo a mi cocinero
A estas alturas, ya soy primo hermano de la sobrasada, de la ensaimada, de las greixoneras, del aceite de oliva y, desde luego, de la roba de llengües, que, intuyendo mi faceta fashion, me ha prometido hacerme un diseño especial para mí: “Koldito de Llengües Mallorquinas”
Pero vamos a lo que vamos: hoy es día de excursión para ir a ver mis queridos almendros en flor, que cumplen los requisitos de Todo Lo Bello: ser un fenómeno delicado, espontáneo, elegante, impactante, y efímero
Tan efímero que, en cuanto lo ves, sabes que debes atraparlo en la memoria de las vivencias más personales porque no estará ahí mucho tiempo. Estas cosas me entusiasman
En plenitud, la floración dura unos pocos días, y llega en un momento del año un tanto especial porque la flor del almendro ¡es todavía más impaciente que yo! No espera a nadie, ni siquiera a la primavera
Nunca sabré si son tantas sus ganas de regalar sus pompones floridos a quien quiera verlos sin importarle enfrentarse a posibles heladas tardías, o tan sólo es Capricho de Diva: llegar cuando nadie la espera y, por supuesto, ser la primera
No deberías perdértelo porque es realmente espectacular. Ni lo pienses, ponte el jersey y planea tu viaje para finales de enero o principios de febrero, pero no te excedas en el equipoaje: generalmente en esa época del año en Mallorca tenemos las “calmas de enero” que, como su nombre indica, corresponden a días frescos pero soleados, cálidos, de cielos azules y aire limpio y cristalino
¡Ah! Y recuerda que desde 2010, cada febrero se celebra la “Fira de la Flor d’Ametller” (Feria de la Flor de Almendro) en Ses Cases de Ca S’Hereu (una possessió/finca mallorquina del siglo XIII declarada Patrimonio Histórico), una feria en la que muestran muchísimos productos derivados del almendro
La receta
Somos hijos de nuestra historia (yo, de la historia de un telar), y las almendras, que forman parte de la despensa básica de la cocina tradicional de la isla, están por todas partes: aperitivos, entrantes, salsas y postres. Pídelas fritas con sal con un buen palo mallorquín (nuestro vermut insluar)
Me cuentan que la Almendra de Mallorca parece haber llegado, desde la remota Asia, de la mano de los inefables romanos. Pero no fueron los únicos ni los últimos en llegar, porque, dadas las características de los postres mallorquines que incluyen la almendra, también somos herederos de la tradición musulmana de elaborar pequeños bocados muy dulces, budines, y cocas basadas exclusivamente (o casi) en la almendra
Una de las formas mallorquinas de horno dulces, digamos modernas (modernez histórica de varios siglos) más extendidas y tradicionales es el gató mallorquín. Me cuenta su prima hermana la tortada menorquina que, aunque la elaboración como tal ya parecía existir en las islas, su exótico nombre mallorquín seguramente es una derivación del término "gâteau", que es como los franceses llaman a los bizcochos (y, efectivamente, lo pronuncian como "gató"
Yo, es ver un gató, y ponerme en modo fiesta porque el gató sabe a celebración compartida. Sus pocos ingredientes no eran de consumo cotidiano por no ser muy asequibles, pero sí muy capaces de explicar sin palabras que el día que había gató era un día muy especial. Un aniversario, un bautizo, una buena noticia. El gató sabe a buenas cosas compartidas
Lo haremos con almendra cruda molida, azúcar, huevos, limón y (a veces) canela. Húmedo y jugoso, cada mordisco nos regala un concentrado de almendra y campo mallorquín
Si ves recetas que, además de almendra, lleven harina o similares, entonces podrá ser un buen bizcocho de almendras, pero no será un gató mallorquín
Ingredientes para la receta de Gató de Almendra
6 huevos
225 g almendra cruda molida
225 g azúcar lustre
1/2 limón rallado
1 cucharadita de canela en polvo
Elaboración
Separar las yemas de las claras
Batir las claras en un bol grande, añadir el azúcar y seguir batiendo. Batir las yemas y mezclar con las claras emulsionadas en movimientos envolventes
Añadir la harina de almendra poco a poco
Cocer a 180 ºC. 30 minutos
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Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |