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Evolución de la Cocina Tradicional en Uruguay



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En Uruguay, que no escapa las líneas mundiales de la globalización, las personas se ven cada vez más urgidas por su trabajo y otras obligaciones. Aunque la ciudad capital, Montevideo, siga teniendo ese aire tranquilo y amistoso, donde la gente aún tiene TIEMPO, esto va desapareciendo,
dando paso a embotellamientos de tránsito, largas horas en el trabajo lejos de la familia, problemas de dinero, complicaciones con los hijos...



A esta situación general no escapa la gastronomía hogareña, ésa que no gana titulares ni concursos pero que, como se está comprobando médicamente en la actualidad, tiene gran influencia en la salud, calidad y expectativa de vida de los individuos.
No hay tiempo en general para cocinar, la mesa no es un motivo de reunión del núcleo familiar, ni un momento para disfrutar. La preparación de los alimentos es una carga pesada, molesta y muchas mujeres, tradicional bastión
del buen comer, no SABEN preparar el plato más sencillo.
Entra entonces en escena, una proliferación de lugares de comida, restaurantes, comidas rápidas, rotiserías que crecen a la luz de la situación anterior. Las antiguas opciones hogareñas, salen reeditadas con toda delicadeza por los mejores chefs del medio que intentan dar un toque internacional a sus platos y con menor costo y refinamiento, por los emprendedores que abren un pequeño
lugar en un barrio de clase media.



Uruguay es el país de la carne vacuna, al igual o más que Argentina. A diferencia de la mayoría de los países de Latinoamérica no son frecuentes los porotos (guisantes) ni, como en el norteño Brasil, cocinar platos con frutas de estación. Los platos caseros más tradicionales contienen carne y papas (patatas): tira de asado o colita de cuadril mechada al horno con papas, empanadas, y el ya casi dejado de lado puchero (guiso de carne y verduras) con el que se servía como complemento el caldo de cocción de lo anterior. Como postre tradicional, el arroz con leche o las tortas fritas (en base a harina, azúcar y grasa vacuna).
Todo esto ha cedido paso a la pizza con muzarella y aceitunas (gusto preferido), torta de jamón y queso o espinacas ("pascualina") que se ordenan por teléfono o se compran en el bar de la esquina. Y si esta noche vamos a cenar a algún lado, probablemente pidamos pollo con alguna salsa curry o mostaza y pasta a la "putanesca" o con mariscos si es un restaurant,o si es una parrillada pidamos achuras y asado de tira con, por supuesto, una papa o boniato asado, para acompañamiento.
Las tradiciones de cada pueblo se van abriendo a las tradiciones de otros, y dentro de las más entrañables está lo que compartimos en torno a la mesa; esto encuentro es ampliamente positivo desde todo punto de vista, no sólo el gastronómico.
La vida agitada va cundiendo, como decíamos al principio por todas partes del mundo y esto es lo que conspira contra nuestra calidad de vida y el gusto de la gente por la cocina. No importa cuántas recetas veamos por televisión o libros compremos, no servirán de nada si no los llevamos
a la práctica con gusto y cariño por lo que hacemos, que es el principal ingrediente de todo plato que servimos.



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