Es cierto que podemos prescindir del pan pero, ¿por qué hacerlo si nos gusta y, como el resto de alimentos, lo comemos con moderación? El problema no es este producto, si no aquello que lo acompaña. No es lo mismo consumir una tostada con tomate y aceite, que comer un bocadillo de cinta de lomo adobada con queso. Son estos otros productos los que nos hacen creer que el bocadillo engorda, cuando en realidad, puede ser una comida muy sana, nutritiva y rica.
Muy lejos de esta idea tan generalizada de que el pan engorda, diversos estudios han confirmado no solo que no es cierto, si no que puede ayudar a perder peso. Una de las investigaciones hechas en las Islas Canarias afirmó que las mujeres que se sometieron a la dieta hipocalórica con pan, obtuvieron más beneficios y sensación de saciedad tras los menús, así como menor número de abandonos del tratamiento, en comparación con aquellas que se sometieron a la misma dieta sin pan.
Además, este alimento podemos consumirlo de diferentes maneras: o bien hecho con harina blanca o bien, con diversos cereales. Debemos saber que los productos integrales favorecen la sensación de saciedad, además de ayudar al tracto intestinal. En este sentido, sería más saludable optar por un mayor enriquecimiento de cereales.
Así pues, visto que el pan no es tan malo como cuentan los mitos, podemos probar a hacer nuestro propio pan casero. Para el pan blanco, sólo necesitaremos harina de trigo, sal, aceite, levadura y agua. Para el pan integral, deberemos añadir, además, harina de centeno o harina integral, salvado de avena y, si nos gusta, una mezcla de semillas. Una vez combinados todos los elementos, con el horno en frío, metemos la bola de masa y dejamos que cueza aproximadamente 45 minutos a 200 grados. Una vez haya terminado el tiempo de horneado, lo dejamos enfriar y... ¡A disfrutar de nuestro propio pan hecho en casa!