Hace poco os contábamos la historia de los huevos de Pascua y de cómo éstos habían sobrevivido hasta nuestros día. Hoy, vamos a hablar de su hermano, el conejo de Pascua.
Se dice que gran parte de las costumbres y fiestas cristianas derivan de raíces paganas. En este caso, la llegada de la primavera, dando un respiro a todos tras el frío invierno, es recibida con celebraciones en la mayoría de las culturas. La costumbre pagana consideraba a esta nueva época del año como el renacer de la tierra, el momento en que la vida vuelve a despertar de su letargo.
Para los cristianos, la Pascua es una de las épocas y fiestas más importantes, ya que se celebra la resurrección de Jesús tras su crucifixión. Por ello, la religión mayoritaria en nuestro país se une a aquellas antiguas costumbres paganas de otorgar a estas fechas el sentido del "renacer". Cada rama del cristianismo celebra estas fiestas a su manera, pero no deja de ser interesante el ver cómo costumbres como los huevos o el conejo de Pascua se han extendido por buena parte de nuestro planeta.
Más allá de los paralelismos entre paganos y cristianos y el sentido del "renacer" que atribuyen a la Pascua, está la historia de la liebre. Este animal ha sido considerado desde tiempos antiguos, y por varias culturas, como un símbolo de fecundidad, seguramente debido a su capacidad de procreación. Curiosamente, el final del invierno marca también el inicio de la época de cría de estos animales. Esta simbología de la fertilidad fue asumida y absorbida, también, por los cristianos.
Pero los conejos de pascua que vemos hoy día en tiendas y casas poco tienen que ver con un animal peludo y saltarín. ¿Cómo se llegó, entonces, a esa figurita de chocolate hueca? Al parecer, la costumbre de convertir las liebres en conejos de chocolate se originó en el siglo XIX, de la mano de pasteleros alemanes. No se sabe muy bien por qué decidieron hacerlo y, aunque su creación no esté del todo clara, los conejos comenzaron a extenderse por Centroeuropa durante las primeras décadas del siglo. En un inicio, éstos se hacían de variadas masas dulces, aunque finalmente sería el chocolate quien se impondría en la elaboración de las figuras.
Más tarde, y como pasaría también con los huevos de Pascua, la costumbre se propagó a Estados Unidos por la influencia de los colonos alemanes que allí se instalaron. Hasta allí llevaron también la tradición que acompaña a estos dulces en el centro de Europa: se cuenta que el conejo llega, durante la Pascua, cargado con cestas de coloridos huevos, caramelos y dulces para los niños, quienes deben buscarlos por el jardín hasta dar con el lugar donde el conejo los ha escondido para ellos.
Al parecer, en un inicio estos conejos dulces eran macizos. En la actualidad, y como todos sabemos por la decepción que supone, los conejos de Pascua están huecos. El principal motivo que se relaciona con este hecho son las décadas difíciles de principios del siglo XX, que dejaron a Europa y Estados Unidos hundidos en problemas de abastecimiento de muchos productos. Para ahorrar costes, durante esos años se impuso un "recorte" en el uso de chocolate, que no era un producto de primera necesidad. Y uno de esos recortes consistió en vaciar los conejos y huevos de Pascua.
Hoy en día, se dice que la costumbre de hacerlos macizos no se ha recuperado porque el chocolate hueco es más fácil de comer y su sabor es mejor. Pero también es cierto que, aunque a nosotros ninguna Guerra Mundial nos ha dejado con necesidades de racionamiento, para el fabricante sigue siendo más barato mantener la costumbre de hacerlos huecos.