Últimamente me preguntan mucho por qué he elegido vivir esta aventura de cocinar sobre ruedas. ¿Por qué a veces hacemos lo que hacemos? ¿Por qué elegimos ese camino y no otro? (con la de caminos que hay para escoger). Siempre tenemos algún motivo, sólo que, a veces somos conscientes de nuestras motivaciones, y otras...¡no tenemos ni idea!, vamos, que siempre hay algún motivo, pero no siempre los conocemos (o no siempre queremos conocerlos)
La aventura de la food truck es de ésas ideas de las que sí sé el porqué, y la respuesta es muy sencilla: porque me gustaba mucho desde hacía mucho tiempo, y no era un apetecer caprichoso que dura lo que un suspiro, venía de muy atrás, y tiene que ver con mi modo de ser y con mis experiencias (algunas, buscadas; otras, inesperadas).
Quien me conozca sabrá que cocinar y contar / hablar / enseñar / compartir cocina son dos de mis grandes pasiones y, realmente, puedo decir que las dos son una única pasión: hacer y contar lo que se hace para mí son casi la misma cosa. Qué mejor modo de compartir lo que se hace que estar a pie de calle, casi sobran las palabras... pero para las que no sobran, estás ahí, en directo con todo lo que pasa, así que también puedes poner y escuchar muchas palabras. Y otra de mis grandes pasiones es viajar, casi una necesidad para mí, saber qué hacen otras personas de otras tierras, cómo lo hacen, y cómo lo cuentan.
Aunque cuando era adolescente trabajaba ya de aprendiz de camarero (en esta época no había una maquinita que ahora nos parece tan normal pero que es un gran invento: el lavavajillas, así que lo de fregar y repasar todos los vasos, platos y cubiertos es uno de esos recuerdos que no se olvidan), pero...las vacaciones sí estaban ya inventadas y, en mi caso, aprovechaba para viajar por Europa y, aparte de otras maravillosas imágenes, volvía con una rondándome la cabeza: la de la comida en la calle, era algo tan básico y atractivo, tan inmediato que durante muchos años lo tuve ahí, como pensamiento.
Soñaba con algo en la calle y...ahora tengo un camión ¡grande! y cada día mejor preparado, es decir, su instalación está ya casi finalizada, no es fácil ni barato tener las cosas bien hechas, cuesta dinero, y también tiempo, pero quizá lo más complicado tiene que ver con temas legales, la legislación española es confusa y un poco loca si hablamos de este tema, cada comunidad tiene un proyecto distinto (eso si lo tiene!), y cada pueblo una licencia diferente, o sea, vuélvete loco. Si es camión (y no remolque o carrito) la cosa se complica un poco más, porque las ITV (y con razón) son más estrictas, pero es importante tener todo en regla, así que ese es un aspecto que hay que cuidar.
A este sueño llegué a base de comer, compartir momentos, y viajar. Es bueno estar siempre abierto a sueños, gracias a no borrarlos, he conseguido uno de los míos (además de éste, tengo otros en mi vida profesional, algunos los estoy viviendo ya, como el de realizar asesorías gastronómicas, o los talleres de cocina, otros están empezando, y otros están esperando, espero vivirlos todos), porque como os contaba más arriba, la idea de comer en la calle, con un concepto más amplio que el de las churrerías en las ferias (qué buenos los churros cuando son buenos!) me llamó la atención ya cuando era adolescente.
Mi primer contacto con este estilo de cocina fue cuando tenía unos 15 años, en Amsterdam, al lado de la estación de tren: unas patatas con salsa tártara, buenísimas. Y, el segundo, en la Place d’Anvers en París, un camión pequeño, blanco, allí comí una rica baguette (¡qué menos, estando en Francia!); en Alemania probé mis primeras salchichas Frankfurt, en Timmendorf, al lado de un mercado al aire libre, cerca de la playa, fue en el mes de octubre ¡qué frío, pero qué buen perrito caliente!
Os podría contar muchos más ejemplos, pero casi sin darme cuenta, iba almacenando esas experiencias en el disco duro (neuronal) (en esos años tampoco había ordenadores personales) y, entre viaje y viaje, mis contactos se fueron multiplicando y llevando a callejear por tierras singulares en las que puedes disfrutar de muy sabrosas recetas, muchas veces con ingredientes que jamás has visto, como en China, donde gracias a lo mucho que les gusta (como en casi toda Asia) comer en la calle, puedes apreciar los estilos de cocina, las preferencias de los que allí viven, por ejemplo...¡qué cantidad y variedad de sopas en China! Les encantan las comidas líquidas con tropezones. En sus calles también probé unas brochetas de pajaritos fritos que me recordaron un poco a los tordos que hay en Mallorca, y sus infinitas variedades de Dim Sum; o como en México y sus fantásticos tacos y quesadillas; o el cochinillo colombiano, tantos sabores increíbles mientras paseas por las calles de las ciudades y pueblos y te paras un momento en ese puesto, carromato, carrito o remolque y sigues andando mientras los disfrutas.
Así que, ¡cómo no sentirme atraído por una oferta gastronómica tan viva, tan fresca, directa y cercana! Por si pensabais que sí...no, no me he olvidado, ¡cómo podría olvidarme de citar a los Reyes del Mambo Furgonetero!, o sea, las food truck de Estados Unidos, porque si alguien ha sabido darle un giro actual a la comida callejera, han sido los norteamericanos. Allí la legislación es un gran estímulo porque sí es estricta y todo está regulado...pero precisamente eso facilita mucho las cosas, allí las food truck son un valor añadido para la ciudad, sus ciudadanos y sus visitantes, y si funcionan tanto y tan bien es, además de esa clara legislación, porque los americanos llevan la sangre emprendedora en las venas, toda una tradición bien gestionada, bien cuidada y bien valorada.
En mi caso, estoy muy contento de haber iniciado esta etapa, siendo muy consciente de que, además de ser mi propia experiencia, estaba abriendo el camino para que otros profesionales se animaran a dar este paso. Tengo el orgullo de decir que vienen hasta el camión para contármelo: “Mira Koldo, ahora yo también he abierto este puesto de perritos, de hamburguesas”, me traen fotos, me invitan a ir. Esa es la idea, abrir caminos, compartir iniciativas. Cuantos más seamos, mejor nos irá porque mejorarán las lagunas de las leyes, y podremos ofrecer un mayor y mejor abanico de opciones.
El próximo día seguiré contando más aventuras callejeras Mientras, ahí va una receta callejera que podéis probar en mi camión:
Perrito andaluz
Salchichas tipo Frankfurt
Habitas tiernas
Cebollita glaseada
Verduras asadas hechas puré
Mayonesa
Ketchup
Mostaza
Pan de perrito
Poned al baño María las salchichas Cuando estén templadas, abrid el panecillo y tostad ligeramente las dos caras de la miga. Escurrid la salchicha, añadid chorrito de ketchup y de mostaza. Encima, el puré de verduras mezclado con la mayonesa, las habitas tiernas salteadas y, si os apetece, unas patatas paja.
Koldo Royo
Cocinero Asesor gastronómico y Talleres de cocina
@KoldoRoyo
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |