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Chinchón


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Marisa Beato



Cuando uno comienza el camino hacia este precioso pueblo, un montón de cigüeñas a ambos lados de la carretera y a la pata coja, dan la bienvenida desde sus altos nidos.

Una excursión muy agradable a esta localidad cercana a Madrid, que nos deleitará con la cocina Castellano-Manchega y también con un paseo por sus calles que nos dejará huella, pues es encantador.

La plaza de Chinchón es famosa por lo bonita, y lo es mucho. Ha sido utilizada en multitud de ocasiones como fondo en el cine y en ella se lleva a cabo un festival taurino con corridas goyescas muy pintorescas.

Son famosísimos y de gran calidad sus ajos morados, de los que traje una ristra y también compré unos garbanzos que un viejito vendía en un puesto en la calle. Muy simpático, este señor, al peguntarle ?¿a cuánto van??, me respondió ?a seis euros!?. Leche, ¡qué caros! ?Bueno, pues póngame medio?, le respondí mientras maldecía la timidez, o vete a saber qué, que me impidió dejarle allí plantado. Y el abuelito pesaba ya el medio kilo largo cuando me confesó que el kilo iba a uno con cincuenta, riendo. Le pago y, ni corto ni perezoso, sale corriendo calle arriba, con el paquete en la mano, lo que dan de sí sus, por lo menos, ochenta años. En esto yo doy vuelta a la mesa y, sentándome, ocupo su silla tras las legumbres. Me regaló una sonora y desdentada carcajada a la que yo correspondí del mismo modo con mis variados empastes.

Buena gente en Chinchón, espero que los garbanzos que este señor cultiva lo sean también.

En esta localidad los restaurantes, mesones castellanamente hablando, son locales antiguos que conservan las viejas vigas de madera, toneles, mesas y muebles castellanos, proporcionando un ambiente típico. En sus paredes, con enmarcado orgullo, muestran al comensal los ilustres visitantes que una vez pasaron por allí.

Hay algunos de estos mesones de mucho renombre, por lo popular, pero también mucho "clavo", que cobran mucho y calidad poca.

Se puede visitar un pequeño museo etnológico que muestra una casa antigua castellana y que me trajo recuerdos de cuando era niña y visitaba a mi tía Felisa en La Mancha. Aquel banco de madera con su respaldo y los bracitos...lo que hoy sería un sofá pero realmente incómodo. Y la pila de piedra, el baúl, el ropero...

Después de comer es obligado deleitarse con la puesta de sol, sobre todo en otoño, y ya camino de Madrid, los mochuelos, cada uno en su palo, con la cabeza entre los hombros nos dirán adiós.

Vamos ahora con tres recetas de la zona y ninguna es la del famoso anís de Chinchón !borrachines! Una sopa, una ensalada y un escabeche. las tres están en todas las cartas.


Sopa Castellana:
Ponemos aceite a calentar cubriendo el fondo de una cacerola, para añadir cuatro dientes de ajo fileteados y dejarlos que se doren. Añadiremos dos lonchas de jamón, mejor si del güeno, ( hay quien le pone chorizo) y ocho rebanadas de pan que freiremos lentamente. Cuando coloreen ponemos una cucharada rasa de pimentón y mojaremos con un litro de agua. Cuando el pan se esponje, probamos de sal y añadimos cuatro huevos, sin batir, y un par de minutos después apagamos el fuego y servimos.


Mojete:
Mezclamos dos buenos tomates maduros y cortados en cuartos, un trozo de atún en aceite desmigado, media cebolla picada pequeña, dos huevos duros, sal, aceite de oliva virgen, un chorrito de vinagre y unos cominos. Lo dejamos reposar unas horitas hasta la hora de comerla para que suelte jugo y después podemos degustarla, cogiendo trozos de pan blanco, mojando y recogiendo a la vez la ensalada. Con las manos, señores míos. Sencillo y tremendo.


Perdiz en escabeche:
Ponemos aceite en una sartén honda y freímos unas ramitas de perejil. Las retiramos y ponemos a dorar una perdiz por barba, o bigote en mi caso, desplumada y eviscerada.

Fuera perdiz y dentro una cebolla cortada en plumas y una cabeza de ajos con su camisita y su canesú, unas pimientas negras enteras, un par de ramitas de tomillo y una hoja de laurel.

Dejamos rehogar para volver a introducir las aves y rociar con un vaso de buen vinagre y un vaso y medio de agua. Salar.

El líquido ha de cubrir las perdices. Es mejor probar la cantidad de agua y vinagre para ajustar las proporciones a vuestro gusto.

Dejamos cocer hasta que estén tiernas.

Que disfruten, señores.
Besos


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