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Voces de Alarma para el Futuro Del Mar


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Matteo Gaffoglio
Comunicador y experto en gastronomía



El Salón de Slow Fish que tuvo lugar en Génova en la primera década de mayo se concluyó con voces, si no gritos, de alarma y de preocupaciones por parte de los visitantes, después de haber escuchado a varias intervenciones por expertos del sector pesquero y de la biodiversidad. Y es más, a dar una ayuda, el biólogo Boris Worm, siendo un componente del equipo internacional de biólogos y economistas, en su muy detallado y no menos preocupante artículo en la autorizada revista Science, en la cual publicó los resultados de su trabajo que lleva por título Impact of Biodiversity Loss on Ocean Ecosystem Service; en el cual subraya la situación del estado de salud de los mares y de los océanos. Este ilustre profesor del departamento de biología de la Dalhousie Universidad de Halifax ha estudiado junto a un equipo de investigadores científicos la correlación entre la biodiversidad y equilibrio de los ecosistemas marinos; según él, el mar corre peligro de colapso y para que los océanos no mueran es preciso limitar la pesca.

De buenas a primeras los resultados de Worm han suscitado bastantes perplejidades entre sus colegas científicos, hasta tacharlo de causar sensación científica y exceso de pesimismo. Pero en esto hay que darle razón: la prueba concreta innegable es la progresiva e incesante depauperación de la biodiversidad de todos los mares, ninguno excluido. Desde luego, y es también la opinión de los representantes de pescadores que se alternaron en varios discursos, algunas especias de peces hoy en día rinden el 90% de menos comparado al pasado, como decir, que están cerca del término de existencia. Si la presión del hombre no se reduce, por ejemplo, no pescar por unos años (?). Cosa imposible, porque la población mundial no hace que aumentar cada año, presagiando un agravamiento de la situación; sin olvidar esos enormes cetáceos de la gran cantidad de peces que devoran por cada comida (y ellos también tienen derecho a vivir); entonces, en el 2050 la desaparición de las especias pesqueras será total; acabando así por extinguirse. Pero, es preciso tener en cuenta, que el océano tiene un buen potencial de reactivación y, como también la regeneración que es capaz de hacer dentro de pocos años, a esos parques marinos donde los bancos de peces han sido demasiado explotados por la pesca.

Otro trabajo interesante ha sido lo de analizar 44 áreas protegidas en el mundo, es decir, los parques marinos y las reservas de pesca, que han registrado en estas aguas un aumento medio de la biodiversidad marina como un 23% después sólo 5-10 años desde la entrada en vigor del bando de pesca. Algunas especies que al parecer estaban agotadas, como peces que viven en profundidad, volvieron a poblar los mares, aunque con lentitud y dificultad. Mientras, donde la biodiversidad es más rica, es decir, donde todavía quedan especies marinas, el recupero es más veloz, a condición que no haya formas de estrés debido a exceso de pesca y contaminación.
En un mapa, Worm presenta la situación que se encuentra el planeta mar. Empezando por el nuestro Mediterráneo: contaminación costera; Mar del Norte: demasiada pesca y mucha contaminación; Costa Africana y Golfo de Guinea: demasiada pesca y pesca ilegal; Canadá y Bancos de Terranova: demasiada pesca; Sur América: demasiada pesca; Sur-Este Pacifico: pesca ilegal y contaminación; Mares alrededor de la Antártica: pesca ilegal.

El esfuerzo de la pesca es siempre más creciente y lo es a frente de recursos menguantes. Las flotas devienen siempre más aguerridas, tecnológicamente adelantadas, y surcan mares siempre más lejanos. Ahora, ya van bien en el más allá del 60º paralelo, hasta el Círculo Polar Antártica, donde calan las redes hasta a 1000, 1500 metros de profundidad. Así violan ambientes un tiempo intangibles y capturan animales raros, cuya crecida es lentísima. Pero la enfermedad del mar no es sólo la pesca excesiva y a menudo ilegal, sino que pesan los cambios climáticos, pesan las contaminaciones químicas-físicas, y pesan las actividades de acuiculturas. Emblemáticos son los criaderos chilenos de salmones, que en la zona patagónica han tenido un impresionante desarrollo: cada año se huyen más de un millón de ejemplares. Y estos, por haber sido criados entre generaciones de animales de cría, tienen un bagaje genético muy débil; de manera que cuando salen al mar abierto contagian a los animales salvajes con el triste resultado de debilitar la especie. Y lo mismo pasa con otras especies de peces, tal como lubinas, róbalo, doradas, langostinos, almejas, etc. Como se deduce, los problemas son muchos, y las causas, complejas, interaccionan entre ellos.

En fin, para asegurar un futuro con un mar vivo, es preciso que ya desde ahora que la biodiversidad marina vuelva allá donde ha desaparecido, y suspender la pesca en esos parques marinos demasiado explotados y enseguida proceder a repoblarlos. Sin olvidar, por supuesto, reducir la contaminación de las aguas proveyendo aumentar los controles sobre las descargas industriales, es necesario actuar contra los grandes cambios climáticos derivados por actividades humanas; como último punto, pero no en orden de prioridades, se deben instituir nuevos parques marinos y reservas de pesca. Desde luego, sobre este frente, se ha hecho demasiado poco, ya que la extensión de parques y reservas representan nada más que el 1% de la superficie total de las aguas del planeta. Al fin y al cabo proteger el mar es una óptima inversión que rinde sus frutos en un tiempo bastante breve. Además la biodiversidad en las aguas protegidas funge como elemento catalizador y conduce a un general aumento de beneficios económicos derivados desde el mar. Dentro de pocos años las aguas limítrofes a la reserva vuelven a un aumento medio de abundancia de peces estimado alrededor del 400%. Se debe hacer de manera que los recursos pesqueros puedan regenerarse y eviten el punto de agotamiento. Instituir nuevos parques y reservas pues llevan a un desarrollo en el sector turístico con evidentes beneficios económicos para la entera comunidad. Todavía en tiempo para remediar el daño, la biodiversidad marina todavía puede ser salvada actuando de prisa. Entonces, no queda más que esperar en el buen sentido común del hombre y en la potencia de la naturaleza.



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