Al abrigo de esta villa medieval de La Rioja Alta, que adereza la lista de Los Pueblos más Bonitos de España (y fue escenario de la serie Gran Reserva), se sitúa el proyecto Vivanco: un paraíso emocionante para el enoturismo cuyo museo es, según la UNESCO, el mejor del mundo en su categoría. No es el único aliciente para viajar hasta el corazón de La Rioja. Allí, entre un mar de viñedos, el vino se sirve en copa y protagoniza, con diferentes texturas, ¡sabrosas propuestas gastronómicas!
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No importan las estaciones. La sensación cuando uno se despide del asfalto, y comienza a abandonarse entre los caminos comarcales que serpentean entre vides, es siempre la misma: una paz inesperada, una mirada vibrante al infinito y un irrefrenable deseo de fundirse entre las cepas. La pequeña población de Briones, con tan solo 800 habitantes, conoce bien el sabor de la tranquilidad. Quizá el hecho de estar custodiada por la imponente Sierra de Cantabria y un tupido horizonte de viñedos que ahora, en otoño, nos invita a disfrutar entre sus colores cambiantes y cálidos, tenga mucho que ver. Si a la paleta cromática le añadimos el olor de unas chuletillas al sarmiento, previo plato de cuchara sencillo y exquisito (pongamos unas patatas a la riojana), está claro que solo podemos decir sí a esa copita de vino, a ese brindis tinto por futuros momentos parecidos.
A tan solo 8 km de Haro y a 36 km de la capital, Logroño (escenario para algunas películas cinematográficas), esta villa medieval nos descubre que, sin lugar a dudas, hay otra manera de vivir al ritmo de las estaciones. También de disfrutar… y mucho. Ahora, tiempo de recolección, es el momento propicio para dejarse acariciar por el aire fresco que huele al aroma inconfundible de la vendimia, para sentir el tacto de los racimos frescos entre las manos, para saborear el dulzor maduro de una uva tempranillo típica de la zona. Ahora, tiempo de vendimia, la actividad dentro y fuera de las bodegas es incesante: un nuevo vino está naciendo y, en el futuro, cada sorbo se sumará a los 8000 años de historia de esta bebida universal.
vista panorámica de briones. la rioja turismo
Briones, entre los 50 pueblos más bonitos de España
Para formar parte de Los Pueblos más Bonitos de España, cuya asociación destaca medio centenar de localidades maravillosas que salpican nuestro país, hay dos requisitos claros: tener una población menor de 15 000 habitantes y contar con un patrimonio arquitectónico, o natural, certificado. Briones lo cumple, todo, con creces. Situada estratégicamente a 500 metros sobre el nivel del mar, en una terraza sobre la margen derecha del río Ebro y un cerro de 80 metros de altitud, el casco antiguo amurallado es un reclamo para los viajeros.
Desde que amanece, hasta que anochece, la luz transforma el color, pero no el encanto, de sus edificios en sillería. Entre sus calles, salpicadas de elegantes palacios solariegos, destaca la torre barroca de Nuestra Señora de la Asunción, perteneciente al llamado "estilo riojano" y declarada, desde 1981, como Bien de Interés Cultural. No es la única joya que adereza esta villa que, por cierto, ha sido escenario de la serie Gran Reserva y que celebra, en junio, unas Jornadas Medievales únicas: un viaje al siglo XIV, gracias a las vestimentas fidedignas de los lugareños que se vuelcan en el acontecimiento y a la recreación perfecta de los diferentes gremios de aquel entonces.
Tampoco se puede abandonar Briones sin visitar el retablo barroco de la ermita de San Juan o del Santo Cristo de los Remedios, templo construido entre 1737 y 1748 sobre la antigua ermita de San Juan. Y, cómo no, sin recorrer su muralla que, como si de un cuadro se tratara, se asoma a unas vistas naturales soberbias. Al menos es lo que cuentan los viajeros que también recorren a pie, a caballo o en bicicleta el sendero de los antiguos poblados, el camino natural del Ebro que discurre entre riberas y veredas, el sendero del Davalillo y otras rutas naturales del entorno. Unas vistas que, para los afortunados que se suben a la cesta de un globo aerostático (donde no hay ni sombra de vértigo), es una impresión que merece vivirse, al menos, una vez en la vida.
vuelo en globo sobre los viñedos. globos arcoiris
Experimentar el vino en la Bodega y el Mejor Museo del Vino según la UNESCO
La niebla que envuelve las mañanas frescas aporta su carácter a los viñedos de la Finca El Cantillo y se refleja en matices sabrosos bajo el mimo del enólogo Rafael Vivanco. Esa atmósfera de cuento, queridos madrugadores, tiene su encanto. Casi tanto como los días despejados, donde un azul intenso envuelve este templo que la Familia Vivanco ha dedicado al vino y su cultura. Un ejemplo de creatividad enoturística a los pies de Briones que, al entrar, recuerda la figura de Pedro Vivanco, su fundador: un apasionado de esta bebida milenaria y su cultura que, a lo largo de su vida, alimentó con hechos su sueño, y su lema, “Devolver al vino lo que el vino nos ha dado”.
World’s Best Vineyards reconocía, en 2020, que los 9000 metros cuadrados que honran al vino acogían una de las 50 mejores bodegas y algunas de las experiencias enológicas más sorprendentes y atractivas del mundo. Un soplo de aire fresco en tiempos de COVID para el que Vivanco supo anticiparse: fue la primera bodega de la zona en obtener el Sello de Calidad (Safe Tourism Certified) que otorga el organismo competente ICTE (Instituto para la Calidad Turística Española). Una tranquilidad extra para todos los visitantes que, desde entonces, disfrutan de las diversas experiencias en torno al vino y su expresión artística. No se merecen menos los miles de apasionados y curiosos del vino que, procedentes de toda España y de los cinco continentes (más de 50 países desde su apertura en 2004), hacen de este lugar el enclave más visitado de La Rioja cada año.
3500 sacacorchos, una asombrosa colección de arte y un vino frente a la sierra
Vivanco creó un proyecto enoturístico vanguardista, reconocido a nivel mundial, en torno al vino, su elaboración, su perspectiva artística milenaria y su disfrute. Consiguió, con su cercanía y sus puertas siempre abiertas al público, desterrar la imagen lúgubre de las viejas bodegas. Una perspectiva visionaria que, aunque pasen los años, no deja de asombrar.
Aunque todas las estaciones tienen su atractivo, incluso las cepas desnudas del invierno, hay que reconocer que el otoño transcurre entre un baile de colores tan espectacular que siempre sabe a poco. Apreciar la tranquilad del viñedo que, en octubre y noviembre, es testigo del ajetreo de los vendimiadores (cada uno puede recolectar cerca de 1200 kilos de uva al día); disfrutar del color ocre, rojizo, burdeos o amarillo que se extiende vital hasta tropezar con la imponente sierra de Cantabria; sentir la brisa mientras descubrimos el mundo de la vid, al aire libre, gracias a la textura, el color, el sabor y el aroma de diversas uvas (como la rayada melonera, de cuerno, la teta de vaca o la chasselas Michel Tompa) del Jardín de Baco (una colección ampelográfica de 222 uvas dividida según las diversas denominaciones de origen y zonas geográficas del mundo) es un motivo más que suficiente para viajar a Vivanco. Hay mucho más.
detalle mosaico cabeza de baco-opus tesellatum - cultura romana - s III-IC d.C. firma vivanco
La visita a las cinco salas expositivas permanentes del Museo Vivanco nos permite descubrir la colección más completa de sacacorchos expuesta en España al público y una de las más importantes del mundo, con más de 3500 referencias. También nos invita a disfrutar del arte a través de cráteras griegas que nos revelan los enigmas del vino antes de Cristo, de ánforas romanas que surcaron el Mediterráneo clavadas en la arena de las bodegas de las embarcaciones o de diversos audiovisuales, premiados internacionalmente, que incluso se cuelan en el interior de una fermentación en barrica. Curiosas piezas funerarias egipcias comparten sala (la 4, para ser exactos) con tapices flamencos y con obras contemporáneas de Sorolla, Miró, Picasso, Genovés o Andy Warhol. Un diálogo artístico que incluye una imponente variedad de prensas de la sala 3, incluida una de triple husillo originaria de una hacienda ya desaparecida de la zona de Santa Magdalena (cerca de Bozen, en el sur del Tirol, en Italia), que es parada obligada. En definitiva, un paseo excepcional que resume la pasión coleccionista de la familia, y que cuenta con el profundo cariño y la vocación artística de Santi Vivanco, presidente de la Fundación Vivanco (cuyos patronos honoríficos son Ferran Adrià o Teresa Berganza, entre otros).
sala de tinos de roble francés. firma vivanco
El ingenio humano asociado al vino y al apasionante, y complejo, oficio del enólogo, también se respira en las visitas guiadas que recorren el interior de la Bodega. La Sala de tinos de roble francés es, sencillamente, impresionante. Una localización que deja con la boca abierta, un tempo digno de albergar el rico mundo de sensaciones, aromas y sabores que, gracias a los cursos de cata, se descifran entre vinos embotellados o mostos recién exprimidos (en esta época) tras la recogida de la uva en el viñedo. Al finalizar la visita guiada, una copa de vino espera al visitante en una estancia diáfana y cálida con vistas a la Sierra de Cantabria. Una copa que, tras descubrir el tesoro Vivanco, es más intensa, sabrosa e interesante.
restaurante vivanco. firma vivanco
La textura del vino entre recetas gastronómicas
Carmen Cuesta ha cambiado el mar Mediterráneo de su Mallorca natal por sutiles olas de viñedos. Lo que permanece inmutable es su pasión por la cocina y aquel sabor de sus veranos en León. Es difícil olvidar (y más aún volver a sentir) los platos de legumbre de su abuela, ese olor a chorizo ahumado, esa cocina tradicional que, a fuego lento, se fue fraguando en su memoria infantil tejida de sabores.
Su menú Evadium es una declaración de intenciones para que los comensales que acudan al Restaurante Panorámico Vivanco hagan precisamente eso: evadirse entre el UMAMI que se persigue en cada plato. Una sucesión gastronómica esmerada que, sobre un mantel blanco impoluto y la luz vibrante que se cuela entre los ventanales, se aprecia gracias a un servicio amable que, para cada plato, recomienda el vino correcto (monovarietales incluidos) que con precisión ha cuidado cada día el enólogo Rafael Vivanco.
Vieira asada con gelée de viura y cítricos; Foie de pato marinado en taninos de 4 varietales y caviar de vino; Pulpo asado sobre carpaccio de patata y sal de garnacha; Lomo de corzo con mojo de maturana y manzana confitada; Arrope de nuestras viñas con helado de vino y escarcha de zurracapote… son algunas de las propuestas de Carmen Cuesta. Suenan bien y saben aún mejor.
Kilómetro 0 e investigación (incluido el comportamiento de un blanco de barrica, con cuerpo, fuerza y espectacular en boca) aderezan, en su justa medida, platos sofisticados, filosofía winecooking y propuestas tradicionales de cuchara. El postre se procura que sea sublime, como se espera del último recordatorio que se mantiene en la memoria de un comensal. Un ejemplo es la torrija caramelizada de pan brioche, con una crema de almendras, final estrella cuyo maridaje recomendado nos habla de la magia de la vendimia tardía de los frutos, allá por diciembre o principios de enero. Uvas pasificadas que agradecen la niebla de la mañana y que el enólogo Rafael Vivanco transforma en Vivanco 4 Varietales Dulce de Invierno. Un sorbo perfecto para apreciar un infinito campo de viñas que nos recuerda qué perfectamente bonita y armoniosa es la naturaleza. Ahora, en este tiempo de vendimia, en este lugar del mundo.
milhojas carrilleras y manzanas con queso de cabra y reducción de tempranillo
La receta del Restaurante Vivanco
Milhojas de carrilleras y manzanas con queso de cabra y reducción de tempranillo
Limpiamos las 6 carrileras de ternera.
En una olla, ponemos un poco de aceite de oliva y salteamos dos zanahorias en rodajas, 2 dientes de ajo, 1 puerro cortado en rodajas y una cebolla en mirepoix. Dejamos pochar y, seguido, añadimos las carrilleras salpimentadas, sellándolas a fuego alto. Así conseguiremos que no suelten el jugo y queden más jugosas.
Movemos bien y agregamos una botella de tempranillo entera. Dejamos evaporar un poco y, cuando esté hirviendo 10 minutos, añadimos caldo de carne o agua hasta cubrir la carne. Dejamos cocer a fuego lento hasta que estén tiernas.
Mientras, preparamos la manzana, en rodajas, en una sartén con un poco de aceite. Cortamos el rulo de queso de cabra y lo pasamos también por la plancha. Reservamos.
Una vez hechas las carrilleras, sacarlas de la olla, colar el caldo y dejar reducir hasta que quede una salsa espesa. Para darle el brillo característico, añadir una cucharada de mantequilla.
Montaje
En un aro de emplatar, colocar la carrillera desmigada, una rodaja de manzana y así, sucesivamente. Acabamos con una rodaja de queso. Servir con la salsa de tempranillo.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |