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¿Son Peligrosos los Productos Transgénicos?


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Hace ya una treintena que el ser humano empezó a jugar a ser Dios movido por los descubrimientos que la manipulación genética puso a su alcance. De ella nacieron los cultivos transgénicos y todas sus ventajas. Pero también todas las desventajas que, en un futuro, podrían acarrearnos.

A principios de la década de los setenta se descubrió una enzima capaz de aislar segmentos específicos de la composición del ADN de los seres vivos. Más tarde se desarrollaron técnicas para aislar los genes, introducirlos en células vivas y combinar así los diferentes organismos. Este gran avance científico fue el que permitió crear nuevas especies que combinaran las características genéticas de otras tantas.

Podemos deducir de su propio nombre de qué se trata el nuevo invento de los transgénicos: “trans” (mas allá) y “génico” (procedente de los genes); es decir, todo aquel organismo que tiene incorporado un gen extraño por medio del uso de la ingeniería genética: el traslado de genes de una especie a otra.
 
Un claro ejemplo de dicha manipulación genética son los cultivos con genes de insectos preparados para que desarrollen toxinas insecticidas, o los tomates con genes de pez que alargan la duración de éstos.  Otro adelanto que la modificación genética trajo consigo fue la posibilidad de cultivar hortalizas en zonas desérticas o aumentar el tamaño de los frutos cultivados. Con esto, se supone una solución al hambre en el mundo, aunque expertos advierten de que no todo es tan bonito como se pinta.
 
Alterar de forma genética el ADN de las especies naturales podría tener consecuencias fatales en el medio natural del planeta y sus especies. Se trata de alterar las limitaciones que la sabia naturaleza otorga a cada organismo en su relación con el medio que le rodea, y como tal estas modificaciones podrían ocasionar desequilibrios en el medio natural.
 
Un ejemplo de los posibles daños en el medio sería el siguiente: imaginemos que una de las plantas desarrolladas con genes insecticidas amenazara la existencia de especies de insectos y hongos beneficiosos para los desarrollos biológicos naturales. Estas especies, más fuertes con respecto a los insectos, podrían provocar la desaparición de seres vivos que, aunque molestas para los cultivos, son imprescindibles para el desarrollo biológico. Forzados a la supervivencia por esta nueva modificación de la naturaleza por la mano del hombre, las especies de insectos, hongos o bacterias podrían incluso llegar a mutar o combinarse con otras especies con resultados totalmente inciertos para el ser humano y su entorno. 
 
Del mismo modo, la modificación genética de los virus, cuya capacidad de mutación natural ya es suficientemente amplia y peligrosamente imprevisible, podría dar lugar a nuevas enfermedades ante las cuales los organismos vivos, incluidos por supuesto los humanos, no puedan competir por la inexistencia de anticuerpos para luchar contra ellas. 
 
Cierto es que no existe una evidencia científica clara de que los organismos modificados genéticamente dañen la salud humana ni la biodiversidad. También es cierto que los pesticidas utilizados en la mutación genética de plantas y animales no sólo atacan a la plagas, sino también a otras especies que dañan a los seres vivos y contaminan el medio ambiente. Y, del mismo modo, los alimentos transgénicos son una realidad que, hoy por hoy, resulta muy útil en ciertos casos. Sin embargo, nunca está de más conocer las posibles consecuencias de lo que introducimos en nuestro organismo.

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Pedro Manuel Collado Cruz

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