Por: Leticia Rubira y Posse de Rioboó
El fin de semana pasado estuve en Bruselas y lo pasé genial. No se por qué me esperaba una ciudad aburrida y gris, pero la realidad resultó ser todo lo contrario.
La Grand Place es una de las plazas más bonitas que he visto en mi vida, en ella hay edificios góticos, barrocos y renacentistas que, al estar juntos, hacen que esta plaza sea de una belleza única. Estos edificios fueron destrozados en 1695 y los reconstruyeron exactamente como eran en su época. Sólo se salvó el Ayuntamiento. Durante las Navidades, Electrabel, la compañía eléctrica de Bélgica, hace un espectáculo de luces y sonido sobre su fachada. Verlo desde una carpa que hay en la esquina de la plaza donde sirven las mejores ostras con una copa de champán Mumm es todo un lujo!
Las calles que rodean la Grand Place están adoquinadas y hay multitud de tiendas con escaparates preciosos, por supuesto destacan los de las chocolaterías, llenos de todas las figuras de chocolate que te puedas imaginar: flores, ositos, ovejas, casitas…, todo. Godiva, en la Grand Place, ofrece una taza de exquisito chocolate caliente a nada menos que 3 euros la taza... Galler, en la rue au Beurre, tiene unas lenguas de gato deliciosas. La verdad es que dan ganas de entrar en todas las chocolaterías. ¡Parecen tiendas de Disneylandia!
El Manneken Pis es la escultura más famosa de Bruselas. Es una preciosa estatuilla de un niño haciendo pis. Está en los alrededores de la plaza, me gustó mucho pero sigo sin comprender por qué ha llegado a ser tan famoso.
Justo al otro lado de la Grand Place está la Galería Saint Hubert. Me contaron que es la calle comercial cubierta más antigua de Europa. El primer día cenamos allí mismo. Pedí mejillones al vapor y filete americaine. Los mejillones estaban deliciosos, los sirven en una cacerola de porcelana con una tapadera con mucho fondo donde se dejan las cáscaras de los mejillones. El filet americaine lo pedí pensando que era un New York sirloin steak normal y corriente pero para mi horror y sorpresa resultó ser un steak tartar típico de Bruselas, pero que a mí desafortunadamente no me gusta mucho…
Los otros dos días, cenamos en la rue des Bouchers, llena de restaurantes que exhiben sus productos, fruits de mer, para atraer a los clientes y lo consiguen. Yo tomé un bisque d’homard que estaba delicioso. También comimos por 45 euros una espléndida mariscada con langosta, almejas, ostras, gambas, cigalas y cangrejo.
Me lo pasé fenomenal e intentaré volver en cuanto tenga ocasión.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |