6997 recetas de cocina   |   17787 noticias de gastronomia   |   580 autores   |   21 empresas



Las Fiestas de la Vendimia en México


share by WhatsApp



Desde hace miles de años la uva, el fruto de la vid, ha sido considerada un auténtico don de los dioses, otorgado a los hombres para su deleite. Las más antiguas civilizaciones, entre otras la egipcia, la griega y la romana, cultivaron la vid y con sus frutos elaboraron el vino, producto de la fermentación del jugo fresco de las uvas.

La mitología egipcia refiere que el dios Osiris enseñó a los hombres la manera de hacer el vino. Más tarde, el culto a esa deidad se extendió al pueblo helénico, y allí se honraba a Dionisios (hijo de Zeus y de la diosa Gea), quien, de acuerdo a esas teogonías es la divinidad que mostró a los hombres la forma de elaborar el vino. Las fiestas dedicadas a Dionisios, llamadas dionisíacas, eran celebraciones caracterizadas por el bullicio y la alegría colectiva, en las que la deidad, representada por un hombre, iba acompañada por un cortejo, en el cual las ninfas vendimiadoras, los silenos, los sátiros y el dios Pan encabezaban a los participantes.

Los romanos dieron el nombre de Baco al dios Dionisios de los griegos, y las festividades en su honor recibieron el nombre de bacanales. Las mujeres que participaban en esas animadísimas francachelas recibían el nombre de Bacantes. Del vocablo Baco se derivó la palabra báquico, empleada actualmente para designar los deliciosos néctares etílicos obtenidos de la fermentación del jugo de uva.

Al paso de los siglos se ha mantenido vigente la milenaria costumbre de celebrar la vendimia, época en que son cosechadas las uvas, cuando éstas han alcanzado el grado de maduración que el viticultor considera el más apropiado para proceder a su recolección. Esto ocurre, normalmente, entre mediados de agosto y octubre en el hemisferio norte, y entre febrero y marzo en el hemisferio sur. Es entonces cuando los vendimiadores entran en acción, y cortan los racimos que serán llevados, en cestas o en cajas, al sitio (antaño era el lagar, donde eran pisadas las uvas) donde se hallan las máquinas prensadoras, que en pocos minutos extraen el jugo de los racimos. Una vez que el mosto -denominación del jugo de las uvas? es fermentado, y después de una compleja serie de maniobras y cuidadosos procedimientos el vino es embotellado, y ya sea que repose algún tiempo en las bodegas, en el interior de barricas de roble, americano o francés, generalmente, o que sea comercializado de inmediato para deleite de quienes gustan de este néctar báquico, puede considerarse que el proceso ha concluido. El jugo de las uvas se ha convertido en vino, la bebida más saludable que existe, cuando es consumida con moderación y sobriedad.

Ahora bien, imagine el lector lo que en la segunda mitad del siglo dieciséis habrá significado recorrer la colosal distancia existente entre la capital del virreinato de la Nueva España (actualmente el país llamado México), y las desoladas regiones de la parte septentrional de tan extensa posesión de la metrópoli hispana en América, pobladas por belicosos indígenas nómadas, entre los que podemos mencionar a los guachichiles, los tepehuanes, los coahuiltecos, los somitilas y los tobosos, que habitaban aquellos alejados parajes que, por esos días, recibieron el nombre de Nuevo Reino de León (más tarde Coahuila formaría parte de Nueva Extremadura), que comprendía lo que actualmente son los estados de Coahuila, Chihuahua, parte de Durango, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas y Texas, en el vecino país del norte.

Los aborígenes, recolectores-cazadores, no dejaron indicios de sus viviendas, pero sí existen manifestaciones de sus inquietudes espirituales en los numerosos petroglifos y pinturas rupestres, que representan espirales, círculos, manos, líneas onduladas y otros signos de críptico significado.

El actual estado de Coahuila formó parte del Reino de Nueva Vizcaya, y de acuerdo a lo que señalan los historiadores en 1578 Martín López de Ibarra fundó un asentamiento novohispano con el nombre de Valle del Pirineo, el cual no prosperó por los conflictos entre los pobladores autóctonos y los recién llegados a colonizar esas tierras del septentrión de la Nueva España. Pasados veinte años, en el mismo sitio, fue repoblada esa villa, a la cual le cambiaron el nombre por el de Villa de Santa María de la Asunción de las Parras, debido a la gran cantidad de parras silvestres que los nuevos pobladores allí encontraron. Unos historiadores aseveran que el nuevo fundador fue, en 1598, el capitán Antón Martín Zapata, mientras que otros afirman que fue obra de Martín López de Ibarra y el jesuita Agustín de Espinoza.

En 1594 el capitán Francisco de Urdiñola estableció en el Valle del Pirineo la Hacienda del Rosario, separada apenas por una zanja de la primitiva villa, que puede ser considerada, en estricto apego a la verdad, la bodega vitivinícola más antigua de América. En 1597 Lorenzo García estableció en ese lugar, el Valle de Santa María de las Parras, las Bodegas de San Lorenzo, contigua a la Hacienda del Rosario. Pasados los años la propiedad de Lorenzo García fue vendida a Luis Hernández Escudero, quien ---en el tercer tercio del siglo diecinueve--- la vendió a Evaristo Madero. Al presente, los herederos de Evaristo Madero continúan dirigiendo la empresa cuya razón social es Casa Madero, cuyos orígenes se remontan a aquellos años de fines del siglo dieciséis.

Desde hace ya varios años es una tradición, que va en aumento, realizar el día 10 de agosto (dedicado, en el santoral cristiano, a San Lorenzo) la Fiesta de la Vendimia, que organiza con todo tino Casa Madero, la bodega vitivinícola más antigua del continente americano. Esta festividad es una interesante manifestación del sincretismo existente entre la mitología griega y el cristianismo, con una buena influencia de las creencias propias de los descendientes, ya bastante occidentalizados en su sentir, de aquellos primeros pobladores de estas tierras. La fiesta comienza al caer la tarde del día anterior, cuando se congrega un crecido número de habitantes de Parras (la población flotante se incrementa notoriamente en estos días, con todos los visitantes de poblaciones aledañas, quienes no quieren perderse este festejo, que se prolonga hasta el día siguiente) en la plaza principal de la Hacienda San Lorenzo, para admiran las evoluciones dancísticas de los Matlachines, que se prolongan por varias horas.

A este respecto quiero transcribir un párrafo de la Enciclopedia de México, que a la letra dice: ?Los matlachines visten camisas de color, túnicas largas, adornadas con franjas de flecos de carrizo. Llevan tocados con penachos de plumas de gallina pintados con los tres colores nacionales, y velan parte del rostro con otros flecos, éstos de chaquira. Calzan huaraches con suela de madera, para que los golpes de sus pies se oigan más fuertes y rítmicos. En una mano empuñan la maraca y en la otra un arquito de madera con el cual simulan disparar?.

Cinco o seis grupos de matlachines danzan rítmicamente en ese espacio, y al ser completa la oscuridad ascienden un pequeño cerro, coronado por una ermita, y desde allí bajan, quizá unas doscientas personas, portando una antorcha, lo que produce la impresión de ser un gusano luminoso, al ir descendiendo la cuesta. Al llegar, nuevamente, a esa plaza continúan danzando, acompañado el baile con la música de los tambores que otros del grupo percuten. Entre tanto, brillan las luces de varios ?castillos?, que dejan escapar al firmamento las bengalas polícromas de esos fuegos artificiales.

Al día siguiente, la Fiesta de la Vendimia continúa con la celebración de la misa. El párroco de la localidad, tras de haber oficiado esa ceremonia religiosa, sale al exterior de la iglesia, para recibir a la Reina de la Vendimia y a Baco, el dios helénico del vino, quienes llegan al frente de una nutrida procesión de matlachines y charros. Allí el sacerdote da lectura al Salmo 104, el cual hace alusión al vino, ?que alegra el corazón del hombre?. En seguida, bendice los racimos de uvas vendimiados días antes, y luego dos o tres jóvenes proceden a ?pisar? los racimos, para recordar el antiguo método que permitía extraer ?hace milenios-- el jugo de las uvas, primer paso para obtener el mosto, que luego fermentaría y quedaría convertido en vino. Es este, en verdad, un espectáculo en extremo interesante y pintoresco, por la combinación, tan sui generis, de tres elementos: el mitológico, el cristiano y el folklórico. Ese momento, de gran colorido, impacta el ánimo de la multitud, que abarrota la plaza frontera a la ?Casa Grande?, nombre de la mansión solariega de Casa Madero. Ya luego, un grupo de jovencitas, que recuerdan a las vendimiadoras (quienes cosechan los racimos de uvas del viñedo), arrojan docenas y docenas de estos racimos a la multitud allí reunida frente a la parroquia.

La fiesta, ya en el interior de la ?Casa Grande? continúa con una comida ofrecida por José Milmo, el director general de esta bodega vitivinícola, a todo el personal, y sus familiares, que labora en la empresa Casa Madero. Todos los invitados disfrutan de esa hospitalidad, mientras que varios cantantes vernáculos interpretan melodías populares.

Por la noche, es costumbre establecida hace muchos años, que en el auditorio de Parras se lleve a cabo una audición del programa ?Así es mi tierra?, creado hace ya muchos años, con gran éxito, por cierto, por Casa Madero. Varios cantantes del género folcklórico, acompañados por un marichi, hagan las delicias de los asistentes durante dos horas. Al concluir el espectáculo las luces pirotécnicas iluminan la noche estrellada de Parras, en otra brillante edición de las Fiestas de la Vendimia de Casa Madero, en la pintoresca población mexicana de Parras, Coahuila.

http://www.enologicomexicano.com



  0 COMENTARIOS




SÍGUENOS
          
SUBSCRÍBETE





AFUEGOLENTO EMPLEO

AUTOR DESTACADO

   

Pedro Manuel Collado Cruz

La cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente

1 receta publicada

Ver blog del autor














Desde 1996, el magazine gastronómico en internet.


© 1996 - 2025. 30 años. Todos los derechos reservados.
SUBSCRÍBETE

Recibe las novedades de A Fuego Lento


SÍGUENOS