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No me gusta lo dulce, normalmente en casa pocas veces hay chocolate, galletas, ni nada parecido, por eso cuando mi organismo me pide desesperadamente una dosis de azúcar, bajo a la tienda de la esquina y me compro unas cuantas ?chucherías?. De acuerdo, tenéis razón no es lo más adecuado ni lo más sano, pero? la tienda estaba cerrada (benditas vacaciones) por eso me acerqué al súper.
Busqué el pasillo de las galletas y después de un rápido vistazo, le pregunté a una de las chicas que trabaja allí:
- ¿Donde están las galletas?
Me miró con cara de asombro y me respondió señalando con la cabeza: Están aquí delante.
- Y cuando insistí: Vale, pero yo me refiero a las galletas ?galletas?. Entonces su cara no fue de asombro, fue directamente de preocupación por mi salud mental y optó por irse lo más lejos posible de allí.
Yo buscaba eso, simplemente galletas, sin nada más, aquellas que mi generación conocíamos por ?María? y en cambio me encontré con galletas de casi todo y con casi todo: con soja, con oligoelementos, con aceite de oliva, con fibra, bajas en colesterol, bajas en calorías, con Omega 3 y factor plus, con fructosa, con sabores y ?colores? casi imposibles? pero galletas, lo que se dice galletas sin más, pocas. No me malinterpretéis, es fabuloso que existan, ya que posibilitan a los que sufren trastornos de salud o siguen algún tipo de régimen comer dulces, cosa que antes simple y llanamente tenían que renunciar a ellos. Pero ¿y los demás?, los que buscamos aquellos sabores que recordamos de cuando éramos niños y como mucho podíamos escoger entre dos o tres marcas, ¿qué pasa con nosotros?
Esto me hizo pensar en que con la excusa de la salud y de llevar una vida sana, estamos renunciando a muchas cosas, que en realidad no son malas (como todo en esta vida, los alimentos o las bebidas en sí, no son ni buenos ni malos, lo malo es el abuso y el exceso que hacemos de ellos) y lo que es peor, estamos negando a las futuras generaciones que disfruten de aquellos sabores.
Finalmente encontré las galletas que buscaba, de camino a casa pasé por el videoclub, alquilé una vieja película de cuando era niño y acabé de pasar la tarde comiendo galletas, viendo la ?peli? y pensando en que si os fijáis, algunos de los anuncios que ahora pasan por la televisión, hablan precisamente de tal o cual producto ?hecho como antes?, ?a la manera tradicional? o ?como el de nuestras abuelas?. ¿Sabéis que pienso? Que son los mismos productos ?nuevos?, pero con el envase ?viejo?.
-- Para contactar con el autor de este artículo: solagdc@wanadoo.es
Para mí la cocina es pasión. Es una forma para exponer mi personalidad y mis sentimientos. Y es el lugar donde pongo mi granito para ayudar a cambiar el mundo a un mundo más verde y más sostenible
mi cocina como una cocina de autor siempre basada en la cocina Mallorquina.Siempre buscando el producto de temporada. Mi libro de cabecera es Memòria de la cuina Mallorquina del escritor manacorí Antoni tugores.
Si algo caracteriza los panes de Jordà es el riesgo y la pasión que le mueve a crearlos, siempre para que clientes grandes o pequeños, disfruten de una aventura gastronómica.
Trabajar con pasión, día a día, utilizar las mejores técnicas, y trabajar con el mejor producto. Sin equipo, no somos nada. Aprender, todos y cada uno de los días , y sobre todo HUMILDAD. Cuanto mas es la grandeza del cocinero, mayor debe ser la humildad.
Me fascina la repostería, no hay tarta o postre en el que no ponga mi mejor empeño, pero lo que más me entusiasma, es ver cómo disfrutan los míos cuando lo prueban, eso sí que me llena de satisfacción!